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27. Intentos de recuperación legitimista

1  intentos armados y la incorporación del Reyno de Navarra a la Corona de Castilla, León y Granada 2  Carlos V castiga y abandona la Baja Navarra
3  las alianzas matrimoniales 4  las vías diplomáticas de Antoine de Bourbon



1 intentos armados y la incorporación del Reyno de Navarra a la Corona de Castilla, León y Granada

1.1 primer intento de octubre 1512
1.2 incorporación del Reyno de Navarra a la Corona de Castilla, León y Granada, junio 1515
1.3 segundo intento de marzo 1516
1.4 tercer intento de mayo 1521
1.5 la incursión de Bonnivet12

 

1.1 primer intento de octubre 1512

Tras los acontecimientos del mes de julio de 1512 en Pamplona, los ingleses del marqués de Dorset continúan estacionados en Irún y Rentería, con dificultades para mantener el orden y la avitualla. El Rey Católico, ante su éxito en la campaña de Navarra, piensa como buen estratega en consolidar su ganancia y no ve prudente atacar al rey Louis XII en Aquitania como lo tenía acordado con el Papa y su yerno Enrique VIII de Inglaterra. Muy al contrario, envía una embajada a la corte de Blois para ofrecer al rey francés una alianza que no excluiría su apoyo para recuperar el Milanesado. Fernando el Católico temía que Julio II hiciera ahora alianza con Louis XII para expulsarle de Nápoles, lo que hubiera dado una excusa al rey de Francia para atacar a Castilla por Navarra.

Louis XII no quiso recibir a los embajadores del Católico, pero les hizo saber que seguía estando por los reyes legítimos de Navarra, sus vasallos Juan y Catalina.

El Católico informa a Dorset

“que ya no había que hacer nada en Guyena por la campaña de 1512”

Ante las noticias de que se está formando un fuerte ejército en Francia, Dorset que estaba desprovisto de armamento apropiado pues debía haberlo recibido del duque de Alba, prepara las naos y sin consultar con Henri VIII se hace de inmediato a la mar en el mes de octubre de 1512.

Era la señal que estaban esperando los reyes navarros para iniciar un intento de recuperación de su trono por las armas.

A pesar de que el duque de Alba sigue fortificado en San Juan de Pié de Puerto, tres cuerpos del ejército francés con fuertes contingentes de mercenarios suizos y lansquenetes alemanes penetran el 15 de octubre en Navarra. El primer cuerpo lo manda François de Valois, el futuro rey François I; el segundo cuerpo lo manda Charles de Bourbon, duque de Montpensier; y el tercero que constituye el grueso del ejército, el Gran Maestre Jacques de Chabannes, señor de la Palice, general La Palice - a quien acompaña el rey Juan de Albret - que poco antes había estado al mando de las tropas francesas en Italia de donde había evacuado el 28 de junio. Ninguno de los comandantes tiene prestigio militar. A pesar de su bravura legendaria, La Palice tiene su fama arruinada en Italia y los demás no tienen ninguna experiencia militar.

Los dos primeros cuerpos penetran por Guipúzcoa destruyendo Irún, Oyarzun, Rentería y Hernani, llegando a sitiar San Sebastián que pudo rechazar a los atacantes. El general La Palice penetra por pasos poco frecuentados del Pirineo, dando un rodeo por los valles de Aézcoa y Roncal, para venir luego sobre Burguete que toman y pasan a cuchillo a toda la guarnición del capitán Valdés que consigue huir. Pero no cierran el tránsito de Roncesvalles que hubiera impedido el paso al ejército castellano. El duque de Alba teme ser rodeado en San Juan de Pié de Puerto y abandonando allí su artillería e intendencias consigue con dificultad volver sobre Pamplona, entrando en la ciudad el 26 de octubre. Este imposible y meritorio logro del duque de Alba fue la clave que acabaría abortando la invasión francesa, pues evitó a tiempo el levantamiento de Pamplona en favor de sus Príncipes (1).

Los cuerpos del ejército atacante fueron abriéndose al mando de sus oficiales para tomar numerosas villas de Navarra. Estella es tomada por Juan Ramírez de Baquedano; Tafalla por Martín Goñi; Murillo por Pedro de Rada, Santacara por Vélez de Medrano y Miranda de Arga por Ladrón de Mauleón, entre otras. Francés de Beaumont, primo del tercer conde de Lerín, hace salir de Estella a Ramírez de Baquedano que vuelve al sitio de Pamplona a donde ya han llegado el general La Palice y el rey Juan de Albret.

Pamplona está defendida por 4.000 hombres del duque de Alba. El primer asalto a la ciudad ocurre el 7 de noviembre pero es rechazado sin que puedan sublevarse los de Pamplona en favor de su Rey por la fijación en que los tenía el Duque y porque había muchos partidarios del conde de Lerín que no querían a los Foix. En el tercer ataque, el 27 de noviembre, la artillería de La Palice consigue abrir una brecha cerca de la puerta de San Nicolás y según Campión,

“los gascones y alemanes del ejército sitiador
se portaron al igual de chusma vilísima,
cometiendo robos, muertes, incendios, sacrilegios y violaciones,
cuya odiosidad recayó sobre la causa del buen rey don Juan,
que reprochaba estos actos atroces”

El arzobispo de Zaragoza había salido de Tudela y se instala en Olite desde donde envía hacia Pamplona 600 aragoneses, quienes serían despojados de sus armas por un bando de roncaleses fieles al rey don Juan. El duque Pedro Manrique de Nájera viene a socorrer al duque de Alba y llega el 1 de diciembre a lo alto del monte del Perdón desde donde se divisa Pamplona.

El general La Palice ha sido informado la víspera de la salida de este duque de Puente la Reina y decide de inmediato levantar el cerco de Pamplona sin esperar los refuerzos que le vienen desde Guipúzcoa enviados por el Delfín de Francia. Viendo la expedición así perdida, don Juan vuelve a Francia el 4 de diciembre por el camino de Baztán pero al pasar por el puerto de Velate donde había mucha nieve, su retaguardia de mercenarios alemanes que llevaban la artillería fue atacada por unos 300 guipuzcoanos de Joan Perez de Leyçaur ayudado por algunos vizcaínos, tomando éstos doce cañones que llevan a fundir a la ferrería de Andoain (2). También indican las crónicas que los cañones fueron llevados el 13 de diciembre a Pamplona y entregados allí al duque de Alba.

 

1.2 incorporación de Navarra a la Corona de Castilla, León y Granada

Tras el fracaso de este primer intento armado de recuperación del trono, los beamonteses mostraban decepción por el poco caso que les hacían los castellanos en el gobierno. Muchos agramonteses estaban en esta época en silencio o en el exilio por haber ayudado a su rey Juan de Albret en el intento armado de recuperación legitimista del trono. No pocos deciden venir a la obediencia del rey Católico. Se ven compelidos a jurar fidelidad a don Fernando para obtener su perdón y recuperar sus bienes y hacienda (3). El 18 de enero de 1513 se presentan ante Fernando el Católico en Medina del Campo a prestarle fidelidad el agramontés Juan de Jaso - padre del santo de Javier - Miguel de Espinal y Alonso Carrillo de Peralta, nieto de Mosen Pierres “el Joven” de Peralta. Representaban a un sector agramontés. El jefe de la facción agramontesa, el mariscal Pedro II de Navarra no lo haría sin embargo. Don Fernando concede el 24 de abril a Alonso Carrillo el título de marqués de Falces. Espinal había sido hombre de confianza de Juan y Catalina pero era pública su proclividad hacia el rey Católico.

Las Cortes de Pamplona - cuya representatividad es más bien solamente beamontesas (4) - reunidas el 23 de marzo de 1513 con las representaciones de los Prelados y clerecía, de Nobles y Ricoshombres y Barones, de procuradores del Pueblo y Universidad, refrendan la conquista jurando al “muy alto y poderoso rey Católico”, recibiéndolo y tomándolo por Rey y Señor natural de todo el Reino de Navarra. Ante estas Cortes el Virrey Diego Fernández de Córdova, marqués de los Comares, juraba los fueros en nombre del rey Católico, quien lo ratificó en Valladolid el 12 de junio.

Los embajadores del Católico firman treguas el 1º de abril de 1513 con Louis XII en el castillo de Urtubie (Labourd) cercano a Saint-Jean-de-Luz, cuya negociación se había mantenido secreta al papa Julio II (5). Don Fernando, en alianza con el emperador Maximiliano y Henri VIII de Inglaterra, había atacado a Francia con éxito en el condado de Flandes, lo que hizo el aragonés fundamentalmente para forzar al francés a negociar en Bayona la dicha tregua. El Católico buscaba un compromiso de no intervención de Louis XII en Navarra. Para ello ofrece al francés su ayuda para recuperar el Milanesado y - resignado a no tener descendencia en su segundo matrimonio (6) - la renuncia de su esposa Germaine de Foix a sus derechos sobre Bearn, Foix y otros señoríos. El rey Louis XII se comprometía en contrapartida a no volver a ayudar a los reyes Juan de Albret y Catalina de Foix en sus intentos de recuperar el trono navarro. En Urtubie se acordó que Castilla conservara Navarra y Francia tendría el Milanesado.

“Venía muy a cuento a estos dos reyes este concierto;
al Católico para asegurarse en las posesiones de Navarra;
al francés para recobrar lo de Milán”


opina el Padre Mariana

Fue en ese año de 1513 cuando Maquiavelo escribió “El Príncipe” en el que Navarra es el laboratorio o terreno de observación y aplicación del maquiavelismo en la dominación de los pueblos sin preocupación por la moral.

Las secuelas del Conciliábulo de Pisa están siendo borradas por el nuevo papa Medici Leon X. El 11 de diciembre de 1514 se entrevistan Leon X y François de Valois que pronto va acceder al trono de Francia y puede decirse que se acaba de liquidar el Cisma de la Iglesia.

Sin embargo será unos meses después cuando Fernando ratifique en Burgos la incorporación de Navarra a Castilla usando todavía como pretexto este Cisma que ya estaba completamente superado. El 19 de diciembre se reintegra Francia en el concilio de Letrán y poco después el 1 de enero de 1515 muere el rey de Francia Louis XII.

Las alianzas deben ahora revisarse con un nuevo papa en la Santa Sede y un nuevo monarca en Francia. El 31 de marzo de 1515 se reúnen en París los embajadores del nuevo rey de Francia François I y del Príncipe Carlos de Gante y deciden en virtud del acuerdo de amistad que les une llevar a cabo un arbitraje en el asunto de Navarra para,

“ayudar al Rey de navarra a la luición o recobramiento
de la dicha navarra ocupada por el Rey de Aragon,
gran padre del dicho señor príncipe”

y piden a Fernando y a los reyes de Navarra que acepten este arbitraje y el que incumpliera el laudo quedaría fuera de este tratado de amistad. El rey Católico no quiso entrar en ésto y no se llevó a cabo el arbitraje.

Fernando el Católico

Tres meses después el rey Católico - administrador y gobernador de los reynos de Castilla, Leon y Granada - sin esperanza ya de tener descendiente con Germana de Foix a quien entregar el reyno de Aragón y el de Navarra, todavía oficialmente depositariodel Reyno de Navarra y ante las quejas de los castellanos porque Navarra hacía cuerpo con los Estados de Aragón cuando era así que los gastos de la conquista habían sido pagados por Castilla, acude a Burgos.

Juana I de Castilla
"la loca"
y su hijo Carlos

Y viendo que su nieto Carlos quiere entrar en este asunto de Navarra, en esa ciudad, el 11 de junio de 1515 en una reunión con la “muy poderosa princesa la reyna doña Juana nuestra soberana”,- su hija Juana - en “una sala baxa de las casas del condestable de Castilla en Burgos”, en la que también estaban una serie de señores y notables del reino, el II Duque de Alba,

“asentado en medio de los dichos presidentes dixo a todos los susodichos, alta e ynteligible voz, que el dicho rey don Fernando nuestro Señor, les enviaba a decir que ya sabían como el papa Jullio, de buena memoria, le proveyó del Reyno de Navarra por privación que del dicho Reyno su Santidad hizo a los reyes don Juan de Labrit y doña Catalina su mujer (...)”

 y continuó diciéndoles que:

porque “perseguía la yglesia con armas y con clamor”

El rey don Fernando ya no quería tener más responsabilidades en este asunto y lo despachó sin formalidad entregando la conquista del Reyno de Navarra a su hija Juana I de Castilla,

“ e el dicho Rey don Fernando nuestro señor,
sea despues de su vida,
daba el dicho Reyno de Navarra a la dicha Reyna doña Juana
nuestra señora su hija
e desde agora lo yncorporaba e yncorporó a la corona real
destos reynos de Castilla, de Leon, de Granada”.

el príncipe Carlos de Gante

Este es el acto - a todas luces poco solemne para lo trascendental de lo tratado - que, llevado por el duque de Alba, se llamó de “anexión de Navarra en las Cortes de Castilla” y es normalmente conocido con la incorrecta mención de "anexión a Castilla".

Elipse: Navarra mon amour  teatro

 
1.3 segundo intento de marzo 1516

Un ejército castellano, bajo el mando del marqués de Comares - el nuevo virrey de Navarra - había penetrado en la primavera de 1513 en la Baja Navarra, asegurando su sumisión con la ayuda de su aliado el señor de Luxa.

castillo de Laxague
Ostabat
Baja Navarra

 

territorios de Baja Navarra

Los Estados de Navarra rindieron vasallaje a Fernando el Católico en Ostabat en su reunión del 5 de junio de 1514. El último martes del mes de octubre de 1515 se reúnen de nuevo los Estados en la iglesia parroquial de Uhart, cerca de San Juan de Pié de Puerto. En esta reunión participan numerosos “barones, vizcondes, bailes, gentilshommes, consejos y universidades” y prestan juramento:

  • de estar unidos al servicio del rey don Fernando nuestro Señor, debiéndole obediencia y fidelidad.

  • de estar unidos para conservar el territorio (Baja Navarra) sin que nadie de Francia, ni de Bearn ni de cualquier otro lugar, le causen daño

  • de estar unidos para rechazar a cualquier persona de este mismo territorio que pudiera actuar en rebelión contra el Rey nuestro Señor.

  • de estar unidos para conservar y guardar sus privilegios, bienes, usos y costumbres y que el Virrey, en nombre de su Alteza, jure guardarlos y hacerlos guardar.

  • y que si alguno o algunos de estos territorios se encontraran en desobediencia del Rey nuestro Señor o de su justicia, todos permanecerán unidos y se concertarán con el Virrey para que se aplique el castigo de la justicia.

Juan de Albret se dirige a París tan pronto como François I toma la corona el 1 de enero de 1515, a la muerte de su tío y suegro Louis XII. El rey francés se compromete a abogar ante el joven príncipe Carlos de Gante la causa de la restitución del Reyno de Navarra. Un acuerdo fue firmado a tal efecto el 24 de marzo de 1515 y una semana después se reunían los embajadores de Carlos y de François sugiriendo el arbitraje mencionado anteriormente. El Católico había entregado sin embargo Navarra a la corona de Castilla el 11 de junio y François I no había elevado ninguna protesta por ello. La desilusión del rey Juan de Albret fue grande y concibió planes para actuar por la fuerza por su cuenta.

Dos acontecimientos vendrán a determinar la fecha de su segundo intento de recuperación del trono navarro:

  • el 14 septiembre de 1515 François I gana la batalla de Marignano en Italia derrotando un importante ejército de mercenarios suizos aliados del duque de Milán y retoma el Milanesado. Su prestigio, estima y fuerza en Europa fueron instantáneos. Aseguró su nueva presa con un concordato con el florentino Medici Leon X y tomó ventajas con los suizos, Carlos V y con Maximiliano en varios tratados.
  • Fernando el Católico muere el 23 de enero de 1516 en la posada de Madrigalejo con lo que muchos navarros beamonteses desafectos con la forma en que les habían tratado los castellanos, consideran que ya ha perecido el juramento de lealtad que le habían hecho a Fernando el Católico, quedando ahora libres para renovar su lealtad a los reyes Juan y Catalina.

Amigo del rey de Francia y con la autorización de los Estados de Bearn para levantar un ejército de 3.000 hombres, Juan de Albret decide aprovechar lo antes posible el vacío de poder en Castilla para entrar en Navarra. Lo hace en el mes de marzo de 1516. La preparación de la invasión ha sido muy rápida, quizá incluso improvisada. El rey francés no contribuyó con efectivos de guerra.

Las tropas bearnesas ocupan con rapidez San Juan de Pié de Puerto, pero fracasan en tomar su ciudadela por falta de artillería y se repliegan. Poco después, el 7º mariscal Pedro de Navarra sale de Sauveterre de Béarn y asedia la ciudadela defendida por Antonio de Ávila mientras que el cuerpo principal de esta tropa cruza los Pirineos hacia Isaba en el valle del Roncal. El cardenal Cisneros ha asumido la regencia en Castilla y envía de inmediato al coronel Hernando de Villalba que tiende una emboscada al Mariscal el día de Pascua, haciéndole prisionero (7).

Ante este rápido desenlace, Juan de Albret levanta el sitio de San Juan de Pié de Puerto y vuelve a Béarn siguiéndole las tropas castellanas hasta la frontera. El segundo intento armado de recuperación del trono navarro había fracasado al primer contratiempo y el valeroso Mariscal quedaba en prisión. Poco después el cardenal Cisneros encargará la demolición de los castillos y fortalezas de Navarra para impedir focos de resistencia y desalentar la preparación de nuevas incursiones desde Francia (8).

Habrá un tercero y último intento de recuperación del trono en el año 1521 pero será el Príncipe de Viana, Enrique de Albret - el futuro Enrique II de Navarra -, quien lo organizará. Su padre el rey Juan de Albret muere el 9 de junio de 1516 poco después de su expedición malograda y sería todavía testigo del comienzo de una vía diplomática para seguir luchando por recuperar el trono, ya que poco antes de su muerte sometió ante la Sante Sede una petición de anulación de las bulas de excomunión.

Entre mayo y agosto de 1516 se habían celebrado las conferencias de Noyon en Picardía para solventar las diferencias entre las casas de Francia y de Austria. La reina Catalina consideró oportuno enviar a Noyon algunos miembros de su consejo privado, el señor de Montfaucon y el jurista Pierre de Biaix, quienes no consiguieron otra cosa que un artículo en el tratado con vagas promesas de que en su día y a la vista y exámen de títulos y derechos, se daría estado a la cuestión. Tampoco obtuvieron mucho más estos representantes pocos días después en Bruselas, ante el mismo Carlos de Habsburgo, declarada ya su mayoría de edad el 5 de enero de 1515 en el palacio ducal de Bruselas. El cardenal Cisneros le había escrito en esa ocasión influyendo para que no cediera en el asunto de Navarra (9).

Ni tampoco lo conseguirían seis meses después en Arras en donde se encontraba Carlos de Gante. Adujo entonces que nada haría sin deliberación de su Real Consejo de España. A mediados de marzo de 1517 se reúnen en Cambrai Maximiliano de Austria, su nieto Carlos de España y François I de Francia para dirimir sus diferencias ante el Consejo de los Flamencos. Alain de Albret envió allí una embajada compuesta por Bernard de Monfaucon, Pierre de Biaix y de Andoins. Pero no fueron recibidos por don Carlos. Se vieron obligados a seguirle en sus viajes con la esperanza de ser recibidos por don Carlos. Fueron así tras él a Valladolid, Aranda de Duero y Zaragoza. Los juristas españoles no les dejaban acercarse al Rey con idea de retrasar la solución al problema, según se había prometido en el tratado de Noyon. Por fín en la conferencia celebrada del 3 al 10 de mayo de 1519 en Montpellier, los embajadores españoles ofrecen a los Albret una indemnización pecuniaria y el matrimonio del rey Enrique II de Navarra con la archiduquesa Catalina, hermana del monarca español. El bearnés Pierre de Biaix rechazó en nombre de Enrique II de Navarra y Albret tales proposiciones.

Tras la llegada de Carlos de España en septiembre de 1517 al puerto de Villaviciosa en Asturias, las cortes de Valladolid, que conocen el tratado de Noyon, habían obligado al Rey a declarar que nunca rompería la unión de Navarra ni restituiría jamás el reino conquistado por Fernando el Católico. La reina Catalina habría quedado apesadumbrada por esta respuesta. Murió poco después, el 12 de febrero de 1518. El cardenal Cisneros le seguía a la tumba el 8 de noviembre del mismo año. Se reúnen entonces las Cortes en Valladolid siendo jurado Carlos como rey de Castilla y León. Muy pronto, el 19 de enero de 1519, fallece su abuelo el emperador Maximiliano quedando vacante el trono imperial.

Todos los protagonistas del asunto de Navarra han desaparecido.

Se presenta a la elección imperial Henri VIII de Inglaterra, pero hay dos contendientes de mayor peso para los electores de la Dieta de Francfort. Son los que van a tener una gran rivalidad durante casi 30 años: Carlos V y François I.

« Regardons-nous comme deux amis
qui poursuivent les faveurs d’une même maîtresse,
et que chacun de nous promette de respecter les droits du plus hereux » 

(trad) "Aceptemos vernos como dos amigos
que compiten por una misma amante
y los dos prometen respetar la primacía del que,
entre los dos, será el elegido"

escribe François I a Carlos. Los electores entregan la corona al Elector Fredrick de Sajonia, pero éste la rehusa y el 28 de junio de 1519 decide los sufragios en favor del joven Carlos. La guerra entre ellos comenzaría en 1521 y el primer escenario de batalla será Navarra.


1.4 tercer intento de mayo 1521

A la muerte de los reyes de Navarra, Juan de Albret (1516) y Catalina de Foix (1518), el Príncipe de Viana Enrique tiene solamente 13-15 años. Aunque la tutela la tuvo su abuelo Alain de Albret, Enrique II de Navarra Albret vivió en la corte de Blois con los reyes de Francia. Y fue probablemente por esta circunstancia que casó con Marguerite de Angulema, hermana del rey François I.

En 1520 François I consiente que el joven Enrique II, vuelva a su territorio de Béarn donde es calurosamnete recibido. Estudia allí las posibilidades que se le ofrecen para reconquistar el trono de Navarra que había sido usurpado a sus padres. Sus súbditos bearneses no parecen estar muy motivados en ello aunque le prometen seguirle, pues Bearn está sufriendo por la guerra de aduanas que les han impuesto los castellanos y que les causaba perjuicio en el comercio de los productos que atravesaban Somport. Consiguió así promesas de buenos subsidios (5.000 escudos).

Volvió entonces a la corte de Blois, permitiéndole el rey François I asistir a las conversaciones que tuvo del 7 al 24 de junio de 1520 con Henri VIII de Inglaterra en “Camp du Drap d’Or”, entre Andres (villa francesa) y Guînes (villa inglesa) cerca de Calais (10). Enrique II de Navarra no pudo entonces obtener apoyos para recuperar el trono de Navarra pero al estar en el centro de la política europea sintió la rivalidad entre las casas de Francia y de Habsburgo, confirmándose en el objetivo de aprovechar esta rivalidad franco-española para llevarla al campo de batalla en Navarra.

El año1521 será el comienzo de la lucha entre Carlos V y François I.

El momento es oportuno pues Carlos V se encontraba entonces en Flandes y no había conseguido apagar la guerra de los comuneros de Castilla, que tenía revuelto a todo el reino, con las lealtades divididas. El rey de Francia piensa que puede sustraer el viejo Reyno de Navarra usando como excusa de su intervención el apoyo a la causa legitimista de su vasallo Enrique II. El rey de Francia había diseñado una campaña que, en caso de éxito, pudiera tomar una mayor envergadura de lo que sospechaba el propio Enrique. El astuto y demoledor plan de François I era conseguir que Castilla negara su obediencia al Emperador. Navarra sería solamente la excusa para iniciar esta campaña.

Enrique espera la llegada del ejército francés en Navarrenx de Béarn, no lejos de la frontera de Baja Navarra en Ultrapuertos, que viene a apoyarle con 12.000 hombres. Llega el ejército al mando de André de Foix (11) ayudado por André de Tirnon, el alcalde de Bayona Jacques de Saint Colomme señor de Esgoarrabaque y de Charles de Gramont, que luego fue arzobispo de Burdeos y lugarteniente de Guyenne. Los franceses entran en la Baja Navarra el 10 de mayo sin la presencia de Enrique de Navarra, pues el rey francés había exigido que éste no acompañara al ejército, debiendo quedar en Bearn a la espera de los resultados de la campaña. El ejército toma San Juan de Pié de Puerto el día 15, quedando la plaza bajo el gobierno del senescal de Nebouzan. A pesar de la oposición de Luis IV de Beaumont, III conde de Lerín, los franceses toman el castillo de Pignon despejando así el camino hacia el paso de Roncesvalles. Esta campaña la conduce Íñigo de Echauz, hijo del vizconde de Baigorry.

En diversos lugares de Navarra hubo alzamientos en favor del rey Enrique de Albret. Ante la importancia del ejército invasor, que avista Pamplona el 20 de mayo, el virrey duque de Nájera y su consejero el obispo de Ávila salen de Pamplona dejando a Frances de Beaumont al mando de la plaza y se refugian en Castilla, siendo saqueado su palacio por los habitantes de Pamplona. Algunos diputados de la ciudad salieron hasta Villava al encuentro de las tropas que entraron sin mayor dificultad en Pamplona. Resistió solamente unas horas el castillo defendido por Francisco de Herrera, pero capituló ante el bombardeo de artillería. Quedó herido en este bombardeo el guipuzcoano Ignacio de Loyola que estaba al servicio castellano del duque de Nájera y fue hecho prisionero. Los habitantes de Pamplona prestaron juramento de fidelidad al soberano navarro Enrique II el 19 de mayo de 1521.

Entretanto, Pedro de Navarra, 8º Mariscal de Navarra e hijo del Mariscal prisionero en el castillo de Atienza, ayudado por Juan, Miguel y Martín de Jaso - hermanos del santo Javier - se apodera de la meridad de Sangüesa. Siguió en la sublevación la merindad de Olite. Antonio de Peralta, hijo del marqués de Falces, subleva Tudela que proclama rey a Enrique el 29 de mayo. Los estelleses hacen enseguida capitular a la resistencia castellana. Escriben los estelleses al Rey diciéndole:

“Señor: mostraos y vereis que hasta las piedras
y los árboles se arman para vuestro servicio”

Asparros y sus hermanos Lautrec y Lescun no tenían en Francia buena reputación como hombres de armas y se creía que sus nombramientos militares se debían más a la influencia cortesana de su hermana Françoise - la amante del Rey - que a sus propios méritos. Así, en esta campaña de Navarra, Asparrros no supo consolidar sus rápidos avances militares, seguramente convencido de que la falta de resistencia de los castellanos confirmaba la falta de cohesión política en Castilla por causa de la guerra de los Comuneros y la seguridad de tener protegida su retaguardia por los Pirineos y por Francia. Deslumbrado por el éxito - o más bien seguramente siguiendo consignas de François I - lleva su ejército hasta las puertas de Logroño y asedia la ciudad que resiste valientemente en medio de grandes penurias y hambre. Los comuneros habían sido derrotados el 23 de abril en la batalla de Villalar, anteriormente al comienzo de la expedición de Asparros, pero seguramente no se conocía entonces el alcance que tuvo esta batalla y que marcó el declive de la resistencia comunera. Al conocerse el asedio de Asparros a Logroño, las tropas castellanas abandonan el cerco que habían comenzado a establecer contra Toledo - todavía en poder de los insurrectos comuneros de María Pacheco - y vienen a socorrer Logroño. El condestable de Castilla Íñigo de Velasco y el duque de Nájera levantan el asedio el 11 de junio (12).

El rey Enrique II había quedado en Sauveterre mientras Asparros llevaba la conquista como un asunto de la corona de Francia. Allí por donde iban sus tropas eran visibles las enseñas y estandartes franceses, no así los del rey de Navarra. En Pamplona había hecho quitar los escudos de armas del Emperador y llegó a acuñar moneda en nombre del rey de Francia. En todo ello habían prevalecido los deseos de la corte francesa que frente al escenario europeo había querido plantear este asunto de Navarra como una primera etapa en el comienzo de la campaña de guerra de Francia contra el emperador Carlos V.

Los historiadores suelen ser unánimes en apreciar que si el rey Enrique II se hubiera mostrado en persona liderando la victoria, ésta se hubiera consolidado y recuperado el trono, pero ésto le fue negado desde la propia Francia ya que hubiera dificultado una entrada victoriosa de los ejércitos de Francia en Castilla, sin duda el objetivo de François I.

En su repliegue de Logroño por Estella y Puente de la Reina hacia Pamplona, lo que veían los navarros era un ejército francés en retirada perseguido por tropas castellanas. El ejército de Asparros es dado alcance ya muy cerca de Pamplona, en Noain. Dos mil gascones estaban viniendo de Tafalla al mando del señor de Olloqui para unirse a Asparros pero éste no les esperó. Tampoco contó con las tropas que guarnecían Pamplona. Asparros aceptó confiado la batalla sin esperar los refuerzos y sufrió una derrota definitiva el 30 de junio de 1521 ante los castellanos (13). Gravemente herido y con pérdida de un ojo, Asparros rindió su espada a Frances de Beaumont quedando prisionero en espera del rescate. Muchos soldados gascones y navarros fueron muertos y muchos quedaron prisioneros. Algunos pudieron escapar, entre ellos el 8º mariscal Pedro de Navarra y huyeron a Béarn.

El ejército castellano entró en Pamplona sin resistencia y se fueron entregando todas las villas de Navarra. La ciudadela de San Juan de Pié de Puerto fue tomada tras un asedio de 20 días. Francisco López de Zuñiga, conde de Miranda, es entonces nombrado virrey (1521-1524). Enrique II vuelve de Sauveterre a Pau donde los Estados le pidieron llevar el gobierno en lugar de su abuelo Alain de Albret, “vieux et valetudinaire”, que moriría poco después en octubre de 1522, tomando Enrique II la herencia familiar de los Albret.


1.5 la incursión de Bonnivet

No había pasado mucho tiempo desde la batalla de Noain cuando, a finales de septiembre del mismo año 1521, el almirante Bonnivet - Guillaume Gouffier (1488-1525) - gobernador de Guyenne, vino al frente de otro pequeño ejército gascón enviado por el rey François I para inspeccionar el estado de las defensas del emperador Carlos V en el norte de España. Hizo Bonnivet un tímido intento de acercamiento hacia Pamplona y tomó el castillo de Poenan en los montes cerca de Roncesvalles. El 5 de octubre tomó sin dificultad el castillo de Maya en el valle de Baztán, pues en 1516 había sido desarmado siguiendo las órdenes del cardenal Cisneros.

Maya

arco con escudo del s. XVII e iglesia de la Asunción

De allí se volvió hacia la costa dejando el castillo de Maya al mando de Jaime Vélez de Medrano, con una guardia de 200 caballeros navarros de la facción agramontesa entre ellos dos hermanos de San Francisco Javier (Miguel de Jaso y Juan de Azpilicueta). Toma luego Behobia en la orilla derecha del río Bidasoa y el 19 de octubre la villa fortificada de Fuenterrabía - que en Francia se consideraba la “llave de España” - ayudado por mar con bastimentos y seiscientos hombres. Bonnivet puso de gobernador de Fuenterrabía a Jacques de Daillon señor de Lude, con quien quedaron numerosos gascones y navarros. Bonnivet declinó tomar la pequeña villa de San Sebastián a causa del mal tiempo, en donde se encontraba el capitán general de Guipúzcoa Beltrán de la Cueva con dos mil infantes y dos mil caballos (14).

Los agramonteses, que desde el 5 de octubre de 1521 estaban defendiendo la fortaleza de Maya, resistieron durante casi 10 meses a las tropas castellanas que mandaba el conde de Miranda, virrey de Navarra, y que estaban con el conde de Lerín. Maya se rindió finalmente al Virrey el 19 de julio de 1522. El castillo fue entonces arrasado (15). Miguel de Jaso fue hecho prisionero pero su hermano Juan de Azpilicueta consiguió huir. Miguel se escaparía luego de la prisión de San Nicolás en Pamplona. Las sentencias de muerte dictadas contra Miguel y Juan se anunciaron en la plaza pública. Ambos hermanos se encerraron entonces en la fortaleza de Fuenterrabía que seguía amparada por los franceses y los agramonteses.

 

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2 Carlos V castiga y abandona la Baja Navarra

En Francia se teme a partir de septiembre de 1523 la amenaza de una invasión española. El emperador Carlos V viene a Pamplona el 12 de octubre de 1523 (16) y con el consejo del beamontés señor de Luxa (17) ordena preparar una expedición de castigo para someter o destruir las fortalezas de las tierras de Ultrapuertos.

 

territorios de Ultrapuertos
Baja Navarra

Con una mano se mostrará el Emperador condescendiente para obtener la obedicencia de los agramonteses rebeldes y con la otra se mostrará inflexible y demoledor con los resistentes. Nombra el 17 de noviembre a Philibert de Châlon, Príncipe de Orange, para el mando de un ejército que debía desalojar a los agramonteses de sus refugios en las tierras de Baja Navarra en Ultrapuertos. Con la ayuda de Ferrer Lanuza saqueó el castillo de Hastingues cerca de Peyrehorade, al borde del río Adour, donde acaba Navarra y empiezan las comarcas landesas de los Albret. Sería Odet de Foix el que trataría sin éxito de oponerse a Philibert de Orange en Labourd.

 

 

Mientras Carlos V otorga el 15 de diciembre un perdón parcial a los navarros que han permanecido fieles a sus reyes - excluyendo no obstante una lista de 150 nombres encabezada por Miguel de Xabierre y su hermano Juan de Azpilicueta - el príncipe de Orange continúa su campaña de destrucción en la Baja Navarra. El castillo de Bidache de los señores de Gramont ofrece resistencia en diciembre de 1523, mientras Jean II de Gramont estaba como alcalde de Bayona retenido allí para asegurar su defensa. El gobernador del castillo de Bidache era Dom Arnaud que estaba con 300 soldados. Los castellanos incendiaron el castillo y todos sus defensores perecieron. Cuentan las crónicas que los que saltaron desde los muros fueron atravesados por la empalizada de lanzas que estaban dispuestas abajo.

Devastó entonces la región de Soule y su capital Mauleon.

 

Penetró luego en Béarn y asedió Sauveterre que defendía Etienne de Albret, baron de Moissens. Al mismo tiempo 3.000 aragoneses entraron por Somport bajo el mando de Ferrier Lanuce y encontraron alguna resistencia en Oloron defendida por el Senescal de Béarn (François de Bearn, señor de Louvie-Soubiron) y de allí fueron a conectar con el Príncipe de Orange en Sauveterre, que finalmente tomaron al asalto. Tras capturar Navarrenx, el Príncipe vuelve a España saqueando de paso Biarritz, San Juan de Luz y otras villas del Labourd. Enrique II traslada ahora la capitalidad de la Baja Navarra de San Juan de Pié de Puerto a Saint-Palais.

Entretanto, las tropas del condestable de Castilla habían tomado en primer lugar San Juan de Pié de Puerto y luego Fuenterrabía. El 19 de febrero de 1524 el mariscal Pedro de Navarra y otros caballeros navarros obtienen allí una capitulación honrosa y el 23 entregan la fortaleza de Fuenterrabía al condestable de Castilla. Allí estaban también Miguel Jaso y Juan de Azpilicueta que obtienen buenos términos en su capitulación. Su tercer hermano Francisco o Frances tiene entonces 18 años y no participó en la resistencia de Fuenterrabía.

Los agramonteses que habían pasado a Francia tras el fracaso de 1521, viendo ahora la imposibilidad en que se encontraba el rey Enrique y su deseo de luchar en las campañas de Italia al lado del rey francés, se someten al emperador Carlos V quien, el 21 de abril, otorga un perdón general a los navarros hostiles que se conoce en Pamplona el día 24. Los miembros agramonteses más significados prestaron juramento de fidelidad en nombre de los demás, el 3 de mayo en Burgos.

A muchos de ellos les fueron restituídos sus bienes y oficios. Pedro de Navarra vió reconocerse su mariscalía por el Emperador y obtuvo el marquesado de Cortes. Más tarde vino a desempeñar cargo en el Consejo de Estado y de Guerra. Alonso de Peralta, conde de San Esteban, a quien el rey Juan había hecho condestable en lugar del conde de Lerín, fue también restituído en todos sus bienes y confirmado en el oficio de camarero mayor del rey de Navarra.

No sólo había fracasado el propósito de Enrique II de Navarra de restaurar su soberanía, sino que el rey navarro fue además hecho prisionero con el rey de Francia en la batalla de Pavía en el año 1525. Enrique II consiguió escapar de una manera romanesca evitando pagar el rescate de 100.000 escudos que exigía Carlos V. El rey François I es llevado prisionero a Madrid y en el tratado de Madrid firmado para su liberación se estipulará que el rey francés exigiría a Enrique II su renuncia al trono deNavarra, lo que no se llevaría a cabo. Al casar el 27 de enero de 1527 con Marguerite de Angulema, hermana del rey, Enrique todavía concibe esperanzas de obtener ayuda militar de su cuñado para volver a intentar reconquistar su trono, pero no sería así.

Sin embargo, Carlos V concluye en el año 1530 que el mantenimiento de la Baja Navarra en las tierras de Ultrapuertos es demasiado costoso por el gasto militar que tiene y puede abandonarse en favor de los reyes Albret. De este modo retomarían éstos seguridad y complacencia en su plena soberanía y pensarían menos en reconquistar la Navarra sudpirenaica. De esta forma la Casa de Albret incorpora ahora lo que después se dió en (mal) llamarse la sexta merindad de Ultrapuertos dividida en cuatro distritos:

  • castellanía de Saint-Jean-de-Pied-de-Port
    • país de Cize
    • valles de Baïgorri y de Osses
  • pays de Arberoue cuya capital era Saint-Martin
  • pays de Mixe, con principales ciudades en Saint-Palais y Garris
  • pays de Ostabarret, con principal ciudad en Ostabat


    El Emperador concedió a los habitantes de estos territorios el goce de los mismos privilegios que los demás navarros, pudiendo obtener empleos políticos y militares así como beneficios eclesiásticos en todos los reinos de España ( 18 )

Posteriormente, el Emperador, en su testamento político dado en Bruselas el 6 de junio de 1554, encarga a su hijo Felipe que examine si el Reino de Navarra deba ser restituído a su legítima dinastía:

“En lo que toca al reino de Navarra, dado que el Católico rey D. Fernando, mi señor abuelo, lo ganó y conquistó, y es muy verosímil, y así lo creemos, que fue con justas causas según la rectitud y gran conciencia de Su Alteza y la costumbre que siempre tuvo de justificar sus cosas; y después de ganado el dicho reino lo tuvo y poseyó algunos años y falleciendo lo dejó a la reina mi señora y a mí como a reyes de Castilla; y después acá habemos tenido y poseído el dicho reino por nuestro y con buena fe.

Todavía para mayor seguridad de nuestra conciencia encargamos y mandamos al serenísimo príncipe Don Felipe, mi hijo y sucesor en todos nuestros reinos y señoríos, que haga mirar y con diligencia examinar y averiguar ellas; y, sinceramente, si de justicia y razón seré obligado a restituir el dicho reino, o en otra manera satisfacer o recompensar a persona alguna. Y lo que así fuere hallado, determinado y declarado por justicia, se cumpla con efecto, por manera que mi ánima y conciencia sea descargada”. “1554, junio, 6 Bruselas.”

 

).

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3 las alianzas matrimoniales

El abandono por Carlos V de las tierras de Ultrapuertos en 1530 y los compromisos que adquiere François I en el tratado de Madrid contribuyen a que el rey de Navarra Enrique II abandone la esperanza de lograr una restitución del Reyno por la vía de las armas. Pero no por ello cejará en su intento, a veces por vía de alianzas matrimoniales, otras veces por vías diplomáticas, directamente con los soberanos españoles o por intermediación de los pontífices de Roma.

No hacía mucho tiempo que Carlos V había hecho abandono de los territorios de Ultrapuertos cuando Enrique II concibe la idea de casar a su hija Juana con Felipe, hijo de Carlos V. Abre negociaciones con la ayuda secreta de Juan Martínez Descurra participando también el obispo Jacques de Foix, un nieto de la reina Leonor I de Navarra Trastamara. El rey François I llega a enterarse de este plan y se opone rotundamente, tomando a su sobrina Juana del castillo de Saint Paterne y llevándola a la oscura fortaleza de Plessis-les-Tours, en el valle del río Loire.

Trató entonces el Rey de casarla con un príncipe alemán de 24 años de edad, Guillermo de La Marck, duque de Clèves (19), con el que quería contar para aliarse contra Carlos V. La boda - a la que se opuso notarialmente Juana - tuvo lugar finalmente el 14 de junio de 1541 en Chatellerault. La princesa Juana tenía entonces 12 años. El duque de Clèves fue vencido en batalla sometiéndose al emperador Carlos V en septiembre de 1543 y abandonó el “partido francés”. François I pidió entonces a Pablo III la anulación del matrimonio no consentido y no consumado de su sobrina. Una bula de octubre del año 1545 declaró la nulidad.

Juana III de Navarra Albret

Volvió entonces Enrique II a negociar con Carlos V ofreciendo de nuevo la princesa Juana para su hijo Felipe e incluso le propuso ayudarle a organizar un plan de invasión de Guyenne por tropas españolas a cambio de este matrimonio. En estas negociaciones Enrique II pretendía obtener del Emperador la restitución del trono de Navarra destinándolo luego a la herencia de su hija y del descendiente que ella tuviera con el príncipe Felipe (20). Contra la voluntad de sus padres y muy alagada Juana, prepara en cambio François I el compromiso matrimonial de ésta con Antoine de Bourbon duque de Vendôme, primer príncipe de sangre de Francia. Ya había fallecido François I en 1547 cuando se celebra la boda el 20 de octubre de 1548. Este compromiso matrimonial arruinó las esperanzas que aún tenía Enrique II para volver a reinar en Navarra (21).

 

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4 las vías diplomáticas de Antoine de Bourbon

4.1 intercambio epistolar con Felipe II
4.2 diplomacia ante la Santa Sede :


Antoine de Bourbon-Vendôme llega a ser el primer príncipe de sangre en la corte de Francia.

Antoine de Borbón
duque de Vendôme

Los hijos de Henri II y Catalina de Medicis, François, Charles y Henri, son por este orden los herederos de la corona de Henri II de Francia que muere en 1559. Sin que estos príncipes tuvieran descendencia masculina por el momento, Antonie es el siguiente 4º heredero en el orden de sucesión de la corona de Francia.

Su esposa Juana de Albret ha heredado en 1555 el reino de Navarra de su padre Enrique II de Navarra Albret-Foix, pero es el rey de Castilla el que se reconoce en las cortes europeas como rey de Navarra. Antoine de Bourbon decide plantear la restitución del viejo Reyno directamente a Felipe II tras la reciente muerte del emperador Carlos V (1558).


 4.1 intercambio epistolar con Felipe II

El duque de Vendôme entrega el 18 de diciembre de 1559 en San Juan de Pié de Puerto a un tío-abuelo de su esposa - Pierre de Labrit - una carta con el encargo de llevarla al rey Felipe II a Toledo. Pierre de Labrit era hijo ilegítimo del rey de Navarra Juan de Albret (+ 1516), esposo de la reina Catalina I de Navarra Foix-Grailly (+ 1518). El duque de Vendôme hacía estado en la carta de sus reclamaciones al trono de Navarra.

Felipe II tardará seis meses en contestar - lo hace en junio de 1560 excusándose por la tardanza - y encabeza la carta de respuesta con la fórmula diplomáticamente poco reverenciosa,

"A Monsieur y a Madame de Vendôme"

aunque hasta entonces Felipe II siempre le había tratado como Rey de Navarra y Príncipe de Bearn. El propio Carlos V nunca había negado al Rey de Navarra el tratamiento de soberano. La carta de respuesta, entregada a Pierre de Labrit por el secretario Cortavilla, no contenía ninguna solución concreta al problema de la restitución de la Navarra española y no pasó de ofrecer vagas promesas y bellas palabras. Antes de partir, Pierre de Labrit presentó a Felipe II nuevas reclamaciones sobre el Reyno de Navarra y el Rey pidió que las pusiera por escrito, lo que allí mismo llevó a cabo. Felipe II se limitó a responder que estaría dispuesto a dar a los Albrets una compensación en sustitución del trono navarro.

El 2 de julio sale Labrit de Toledo llegando unas semanas más tarde a Mas d'Agen, cerca de Nérac, donde se encontraba Antoine de Burbon. Dijo el Duque al leer la carta, que él buscaría un "remedio especial en este tiempo no mal ocasionado".


4.2 diplomacia ante la Santa Sede (22)


           4.2.1 Pio IV recibe al agente de Vendôme
           4.2.2 la protesta del embajador de Felipe II
           4.2.3 Vendôme engaña a Pio IV
           4.2.4 el Pontífice alaga y complace a Vendôme
           4.2.5 Pierre de Labrit se distancia de Vendôme

4.2.1 Pio IV recibe al agente de Vendôme

A partir de ese momento, las negociaciones entabladas directamente con Felipe II acerca de la restitución de Navarra habían entrado en vía muerta.

Antoine de Vendôme cambia el rumbo y quiere hacer triunfar sus pretensiones valiéndose del apoyo de la curia romana. Julio II había declarado vacante el trono de Navarra para quien lo hubiera ocupado o lo ocupara y había excomulgado a sus reyes legítimos. Puesto que las monarquías europeas reconocían el origen divino de su autoridad, no podían negar al pontífice de Roma la representación de Dios en la tierra por descendencia de Pedro. Por lo que aceptaban que el Pontífice pudiera “atar y desatar” la obediencia debida por los súbditos a sus reyes.

Se propone Vendôme como primer paso conseguir de Pío IV el reconocimiento del título de soberano que Felipe II le negaba en su carta de junio de 1560. Aunque su hermano Charles de Vendôme era cardenal de la Iglesia, nombró como agente suyo a Pedro de Labrit de mayor inteligencia y carácter. El papa Pablo IV había fallecido el 18 de agosto de 1559 siendo elegido papa el 25 de diciembre el cardenal Giovanni Angelo Medici que tomaría el nombre de Pío IV. El cardenal Charles de Bourbon-Vendôme, arzobispo de Rouen, hermano de Antoine, no participó en este cónclave.

Giovanni Angelo Medici
Pio IV

1499-1559-1565

El 25 de agosto de 1560 don Pedro escribió a Felipe II informándole que había sido escogido para rendir homenaje al nuevo papa Pío IV. En una carta posterior, del 16 de septiembre del mismo año, explicaba las razones de su marcha a Roma y se permitía dar consejos a Felipe II sobre el protestantismo que avanzaba en Aquitania y Gascuña.

El viaje a de Pierre de Labrit a Roma - a donde llega el 21 de noviembre de 1560 - tenía en apariencia felicitar y prestar obediencia al nuevo Pontífice en representación de Antoine de Bourbon, pero en realidad buscaba inscribir al duque de Vendôme en el libro pontificio de monarcas cristianos. No ignoraba el Papa que Antoine de Bourbon - antes que su esposa Juana de Albret - se había mostrado receptivo a las nuevas ideas de la Reforma y que éstas habían tomado cuna precísamente en la corte de Nérac con las reuniones que solía propiciar su suegra, la princesa Marguerite de Angulema, con los proponentes calvinistas e incluso el propio Calvino. La visita de Pierre de Labrit interesaba por ello al Papa tanto más cuanto que estaba en ese tiempo ultimando los preparativos para convocar el Concilio de Trento - lo que haría el 29 de noviembre - en el que Francia tenía mucho interés. por estar su territorio ya presa de una guerra civil de religión. Pierre de Labrit fué recibido por el Papa cinco días después de su llegada a Roma.


4.2.2 la protesta del embajador de Felipe II

Tan pronto como el embajador español Francisco de Vargas tiene conocimiento de las pretensiones de Pierre de Labrit de prestar obediencia al Papa en nombre del Rey de Navarra, trabajó con todos los medios a su alcance para desbaratarlas. Vargas sostenía que el rey de Navarra era Felipe II quien ya le había dado la obediencia. Alguien

Felipe II

intervino en favor de Labrit argumentando que no se podía negar que Vendôme poseyera una parte del territorio de Navarra, a lo que el embajador español aducía que la privación hecha por Julio II afectaba a todo el reyno y que pues ya había prestado la obediencia Felipe II, no era justo tomarla de otro. Ante la persistencia del Papa, Vargas solicita al Pontífice que reciba a Labrit privadamente - sólo en presencia de algunos cardenales - que no le llame rey y que no acepte la obediencia de Vendôme por el “reyno de Navarra” sino sólo por “los territorios que poseía”. Y además sin admitir en ningún caso a Vendôme en público y mucho menos en la “sala de reyes”, aunque hubiera habido precedentes como la señoría de Venecia o el duque de Florencia, que habían sido recibidos en tal sala regia.


4.2.3 Vendôme engaña a Pio IV

Era notorio que el duque de Vendôme ajustaba sin decoro sus convicciones religiosas a sus estrategias políticas.

La duda religiosa que siempre mantuvo el Duque durante el avance inicial de la doctrina reformista en Francia, se debía más a una ambición político-dinástica que a sus convicciones religiosas (23). Opina Bayrou que si sus intereses le acercaban al trono de Francia, Antoine era católico, pero si mostrarse converso al hugonotismo podía servirle como arma negociadora, no tenía incoveniente en hacerlo. Y entonces se rodea de ministros predicadores y da a su hijo Henri - el futuro Henri IV de Francia - un preceptor reformado, La Gaucherie, mientras hace promesas a los hugonotes y negocia con Inglaterra y con los protestantes alemanes para ejercer presión sobre Roma.

Estaba decidido a aplicar esta forma de conducirse subordinando sus creencias religiosas a las exigencias de la política, algo que pensaba Vendôme también había hecho Julio II cuando ayudó a Fernando el Católico en 1512 en la conquista de Navarra con las bulas que entregó a su embajador. Pero no solamente hace ver Vendôme al Papa el peligro que puede representar su apoyo al calvinismo en Francia, sino que le hace saber que está enterado de que la privación del trono que había hecho Julio II a los reyes de Navarra en 1513 había sido después derogada, habiendo podido los reyes ser reintegrados en su reyno, lo que se guardó secreto.

El Papa sucumbió al chantage de Vendôme y llamó al embajador Vargas para decirle que, por causa de las herejías que corrían, era conveniente recibir la obediencia de Vendôme pues la Iglesia no había de cerrar sus puertas a los que venían a ella. Y que la reticencia de Felipe II podía solventarse simplemente declarando el Papa al tiempo de la ceremonia que la obediencia de Vendôme se recibía sin perjuicio de su Majestad Católica. El consistorio fue fijado para el 14 de diciembre de 1560 en la sala de reyes como insistentemente solicitaba Pierre de Labrit y arduamente se oponía el embajador de Felipe II. Pocos días antes, el 5 de diciembre, moría François II tras un breve reinado (1544-1559-1560) y - oportunamente - la víspera del consistorio se divulgaba una carta de fecha 13 diciembre de 1560 que se suponía escrita por el Papa a Felipe II y que decía:

"Amado hijo:

Teneis a memoria con qué título poseeis el Reino de Navarra y la pretensión que tienen nuestros amados hijos Antonio de Borbon y Juana de Labrit, reyes de aquel, los cuales, como agraviados, piden justicia y razón a la Santa Madre Iglesia. Y por esto Nos, deseando la paz entre reyes cristianos, habemos tomado la mano en este negocio para exhortar y persuadir la restitución del dicho reino de Navarra. Por tanto, si vuestra Majestad lo restituye, excusará los escándalos y guerras que podrían venir a suceder a causa del dicho reino, mayormente en este tiempo tan peligroso por las causas de la religión cristiana. Por cuya causa, amado hijo, os rogamos que mireis a tres cosas: la primera, el título por el cual vos lo poseeis, que es por la privación del papa Julio II, la cual privación fue derogada y anulada, y reintegrados los dichos reyes del dicho reino de Navarra por el mesmo Julio II... y por otros pontífices, nuestros predecesores. Y último, por nosotros mismos, que no les podemos dexar de admitir a nuestra obediencia, como reyes sucesores de aquel reino. La segunda causa, la de que el dicho rey de Navarra, a nuestro ruego y de nuestro delegado, ha dexado de proseguir esta demanda, por causa y ocasión que le ofrecía... grande numero de protestantes que pretendía favorecerle por su nombre, siguiéndole a donde el quisiere. Y la tercera causa es la dignidad por la cual Dios lo ha traído al gobierno general de todos los negocios de Francia. Y por todas estas causas y en especial por lo que el debe a la paz general de la Cristiandad, os rogamos, amado hijo, que mireis y deis orden, que estos serenísimos reyes sean satisfechos, y que la paz y hermandad se junte entre los dichos, de manera que no hayan de venir a nuestro concilio general a pedir justicia, la cual no se les puede negar, pues todo pende de vos. Os rogamos que así lo hagais. Y siendo así vuestra voluntad, Nos ponemos la mano en este negocio y trabajaremos en dar fin con el. Y en ello Dios será servido y todo el mundo edificado. Dado en Roma a trece de diciembre de 1560".

Copias de esta supuesta auténtica carta fueron hechas, procedentes de los territorios de la Baja Navarra - “terrae vascii” - y se multiplicaron rápidamente en la ciudad de Pamplona y en todo el reino a principios del año 1561. El Virrey de Navarra se apresuró a enviar un ejemplar a Felipe II, recogió todos los ejemplares que pudo y castigó a los que las habían importado.

Según carta de Pierre de Labrit, la noticia de la anulación de las bulas de Julio II contra los reyes de Navarra influyó en que el Papa recibiera la obediencia de los reyes de Navarra en la sala regia. Llegado el día 14 de diciembre se celebró el consistorio con la solemnidad acostumbrada. Pierre de Labrit rindió homenaje al Santo Padre en nombre del “Rey de Navarra” pronunciando un brillante discurso en latín que había sido preparado por el humanista Marco Antonio Mureto. Le contestó en nombre de la Santa Sede el canciller pontificio Florebellius. Del acto se formó un proceso verbal firmado por todos los cardenales. El embajador Vargas declinó su asistencia a la ceremonia.

Desde aquel momento el rey de Navarra fue equiparado en la cancillería pontificia a los otros soberanos cristianos. El 4 de enero de 1561 Pio IV escribió una carta de congratulación en la que por primera vez saludaba al duque de Vendôme con el título de rey. Antoine de Vendôme había logrado su primera victoria, que era solamente diplomática aunque en la más alta instancia.

Más adelante, cuando Vendôme envía a Roma en sustitución de Pierre de Labrit al gobernador de Burdeos y lugarteniente general de Guyenne François de Peyrusse señor d’Escars, quiso éste informarse secretamente si era verdad que el pontífice Clemente VII, cuando se entrevistó con el rey François I en Marsella por el mes de noviembre de 1533, había revocado a petición del “rey cristianísimo” la declaración e investidura que Julio II había hecho del reyno de Navarra. Éscars visitó en una aldea donde residía al cardenal Pisano, que había estado junto al Papa en las vistas de Marsella. El Cardenal le dijo que nada sabía. Interrogó luego a Carnesecchi (24), antiguo notario de la Curia que también había participado en la entrevista de Marsella. Le respondió que no hubo tal, que no dió “breve ni público ni secreto”, porque “nada se expedía sin él”.Por lo que el Papa pudo saber que era burla lo que por parte de Vendôme se afirmaba respecto a las bulas de Julio II. Sin embargo no se realizó ninguna investigación ni en los registros de Julio II ni en los de Clemente VII para descartar de raíz la tesis de Vendôme.


4.2.4 el Pontífice alaga y complace a Vendôme

Tras el éxito diplomático de Pierre de Labrit, Vendôme desea que el Papa acepte las credenciales de un embajador ordinario suyo ante la Santa Sede y el envío de un Legado pontificio ante los Reyes de Navarra. Si a lo primero se opuso tras mucha indecisión el Papa, lo segundo crearía una gran decepción en los círculos protestantes de Francia. Tan pronto como se supo que el Papa se disponía a enviar un cardenal legado a los Reyes de Navarra, vinieron en el espacio de un mes unos sesenta embajadores protestantes de Alemania, Flandes, Inglaterra y de muchos lugares de Francia suplicando a Vendôme que no aceptase al Legado pues ello era dar la espalda a los protestantes. Y si así lo hiciera le advertían que levantarían un ejército en Francia formado y financiado con gente y dinero de todas partes de Europa. No obstante esta advertencia, Vendôme admitió al Legado pontificio en nombre de la Santa Sede. Y en ello tuvo gran influencia la reina Juana de Albret quien por entonces se mantenía todavía en la religión catolica.

 

Juana III de Navarra Albret

 

Aunque era no conocer a Vendôme, Pierre de Labrit estaba convencido de que su buena gestión en Roma había anclado al Rey de Navarra definitivamente en el lado católico y así lo pensó también Pío IV cuando vió que aceptaba a su legado pontificio. Pierre de Labrit dice en una carta fechada el 1 de enero de 1561 que dirige al nuevo rey de Francia Charles IX (1550-1560-1574), quien recientemente había sucedido a su hermano François II (25):

"Para privar de esperanza a todos los protestantes que pretenden valerse e ayudarse
con el nombre de mi rey (Vendôme),
hemos procurado enviase la obediencia a la Sede apostolica
porque con esto quedase obligado a no darles mas oídos
y ansi hizo eleccion de mi para dar esta obediencia a su Santidad,
la cual yo he dado con consistorio publico de los Reyes de Navarra
e principes soberanos de Bearne y de Fox,
no sin contradiccion de los ministros de vuestra Majestad.
Ha seido esta obediencia tan grata a todos los desta corte
que la han celebrado con gran alegria y voluntad
por ver al contrario de lo que algunos escrebian contra mi rey (Vendôme)
E tenga vuestra Majestad por cierto que,
para matar las flamas y orgullo de los herejes que hay en Francia,
ha seido muy importente esta obediencia,
porque se ha declarado que en mi rey (Vendôme) no tienen nada,
de manera que de su parte no se esperan las guerras y tumultos
que a vuestra Majestad han escrito algunos de Francia
para defender su ambicion y cobdicia,
a las cuales destruye la inocencia y bondad de mi buen rey (Vendôme),
como yo he informado muchas veces a vuestra Majestad" (...)

"Arriba he dicho que su Santidad instara con vuestra Majestad sobre las cosas del reino de Navarra, porque con efecto se halla la reintegracion que Julio II hizo del reino de Navarra al rey Don Joan de Labrit. Constando todo esto al pontifice presente, no ha podido dexar de recibir la obediencia de los reyes, mis señores, como de reyes legitimos y sucesores de aquel reino. E aunque en la respuesta de su Santidad dice "sine preiudicio", esto no daña a mis reyes por la reintegracion arriba dichas, de manera que esta es una comun respuesta de pontifices".

Como recompensa por los servicios prestados, los reyes de Navara pensaron en una mitra para Pierre de Labrit. El 4 de marzo de 1561 queda vacante el obispado de Comminges en Francia por muerte del cardenal Carlos Caraffa. Por influjo de los reyes de Navarra, Labrit fue presentado por el rey Charles IX para ocupar esta sede episcopal. El obispado le fue concedido el 9 de mayo de ese año (26). El obispo Labrit se intitula obispo-conde de Comminges en algunas cartas y en sus Diálogos impresos, ya que Comminges - sufragánea de Aux situada en la Gascuña - formaba un condado desde el siglo X.

Felipe II eleva al nuncio una queja ante el proceder de Pio IV encargando a Juan de Ayala que formule una enérgica protesta y entregue al Papa un largo memorial sobre sus derechos al trono de Navarra.

Ayala hizo la protesta y escandalizó en Roma pues se presentó en el Vaticano sin solicitar audiencia y no se arrodilló ante el Santo Padre sino que contentándose con una simple inclinación de cabeza y colocándose de nuevo el sombrero durante la arenga, permaneció cubierto hasta la terminación del discurso.

El secretario de Estado de su Santidad, el cardenal Carlos Borromeo, comunicó a Sebastián Gualterio, obispo de Viterbo y nuncio de Su Santidad en Francia, que el Papa estaba inclinado a conceder a Labrit el obispado de Comminges, pero que sobre ello nada decidiría hasta que el agente navarro se presentara de nuevo en Roma. Pedro de Labrit llegó a Roma a finales de abril del año 1561, proponiéndose ser admitido como embajador permanente del rey de Navarra como recompensa por la actitud católica que estaba demostrando de su amo. Y soñando al mismo tiempo con obtener la restitución íntegra del reino de Navarra o una honesta compensacion.


4.2.5 Pierre de Labrit se distancia de Vendôme

Tras la negativa del Papa a aceptarle como embajador ordinario en Roma y viendo en la primavera y principios del verano de 1561 que Vendôme apoyaba abiertamente a los hugonotes, Labrit ya no quiso volver a Roma. Es entonces cuando François de Peyrusse fue nombrado agente de Vendôme en Roma con el encargo descrirto anteriormente. Las relaciones de Labrit fueron a peor con el rey de Navarra por su intransigencia ante la gravedad que iba tomando el conflicto de religiones en Francia. Incluso amenazó Pierre Labrit con retirarse al valle de Arán, territorio español pero eclesiásticamente dependiente de su obispado y condado de Comminges. En ello le daban ánimo ciertos propósitos que había oído del Papa. Le había dicho Pío IV que si Vendôme se hacía calvinista lo excomulgaría y le privaría del título de rey de Navarra dándoselo no a Felipe II sino al pariente más cercano de sangre, lo que se figuraba ser él como hijo natural del rey Juan de Albret.

El duque de Vendôme murió el 17 de noviembre de 1562.

Su eposa la reina Juana de Albret había comenzado desde 1560 a interesarse por la doctrina de Calvino. Su hijo, el futuro Enrique III de Navarra y IV de Francia tiene entonces 9 años de edad y será rey de Navarra a la muerte de su madre Juana en 1572 y también rey de Francia en 1589 a la muerte de su cuñado Henri III, el último de los reyes capetos de la rama de Valois-Orleans-Angulema.

El 16 de febrero de 1563 escribía Pierre de Labrit en una postdata a su amigo el duque de Villahermosa:

"La reina mi sobrina (Juana de Navarra)
ha sido persuadida de sus mayores se convierta,
a pena que perdera lo de sus pasados.
Responde que primero morira a cualquier martirio
y perdera no solo lo que tiene,
pero cuantos reinos haya en el mundo,
que se retire de su opinion.
Su hijo esta en la corte y se le sufre que no oye misa
ni se cria so la disciplina catolica".

Es el tiempo en que Juana de Albret se va convirtiendo al calvinismo y ha empezado a perseguir a Pierre de Labrit por razón de religión.

Hizo Labrit testamento en Estella el 27 de agosto de 1567 y falleció al dia siguiente. Se enterró cerca del altar de nuestra Señora, junto a las gradas del altar mayor de la iglesia parroquial de San Juan de Estella.

* * *

Esta sección de "las vías diplomáticas de Antoine de Bourbon" difunde las interesantes investigaciones de Goñi Gaztambide.

 

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