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18. Desaires legitimistas en el siglo XV

1  Navarra resignada sin un rumbo propio 2  los Trastamara también en Navarra 3  causas remotas de los conflictos entre “agramonteses” y “beamonteses”
4  un castellano, infante de Aragón y rey consorte de Navarra 5  el rey consorte don Juan pierde extensas posesiones en Castilla 6  un rey-viudo, usurpador del trono de Navarra
7  don Álvaro de Luna, aliado del Príncipe de Viana 8  Juana Enríquez, gobernadora de Navarra



1 Navarra resignada sin un rumbo propio

A partir de la muerte de Carlos III el Noble en 1425, Navarra comienza un largo período en el que habrá perdido su rumbo, como si la Historia le hubiera estado hurtando poco a poco la razón de ser de su existencia como reino independiente que le había otorgado desde principios del siglo IX. Es un largo período que culmina en el año 1512 cuando Fernando el Católico, sin legitimidad dinástica, ocupa por las armas el trono del viejo reyno.

En ese demasiado dilatado período de tiempo - casi un siglo - hubo numerosas afrentas a la legitimidad dinástica, lo que dividió a los navarros en facciones que apoyaban a uno u otro bando y se enfrentaban en contínuas o intermitentes guerras. Y en este pelear en guerras civiles, el Reyno de Navarra iba perdiendo su razón histórica de ser.

Lo que ocurriera en Castilla, en Francia, en Aragón - o al final en Italia - determinaba lo que habría de pasar en Navarra. Carlos III había querido dar la espalda a los aconteceres de la guerra de los Cien Años en Francia para llevar una política más hispánica, más entrelazada con los aconteceres de los demás reinos peninsulares. Y ahora estos aconteceres arrastraban a sus sucesores en el reyno y a Navarra hacia un torbellino de discordias.

En el siglo XV hubo una familia o rama de linaje extraordinaria, los Trastamara, que determinó la dirección política e institucional en que se movería España durante toda la centuria. Fueron un abuelo ( Fernando I de Antequera, rey de Aragón), dos hijos (los infantes de Aragón, Alfonso y Juan, rey de Aragón, Sicilia y Nápoles el primero, rey de Navarra, Nápoles y Aragón el segundo) y un nieto (Fernando el Católico). Los bastardos Trastamara habían conseguido llegar al trono de Castilla en 1369, a Aragón en 1412 y a Navarra en 1425.

Con Fernando el Católico habrán llegado a un trono que ya es el de España. En su origen, esta familia es castellana y por eso desde que ocupan el trono de Navarra en 1425 su objetivo no es otro sino llegar al poder en Castilla, entonces dominada por otra rama Trastamara. Lo que conseguirán finalmente. Navarra, sin saberlo, con el sacrificio de sus luchas intestinas estaba ayudando a conseguir lo que en un principio fue un objetivo ajeno, el bienestar político y patrimonial de una rama Trastamara y que luego se transformaría en un acontecimiento relevante - quizá no calculado de antemano por sus protagonistas - la unión de todos los reinos hispánicos bajo los Reyes Católicos.

Navarra fue utilizada - desde la muerte de Carlos III - para conseguir un objetivo que no era el suyo, sino el del castellano-aragonés don Juan, en sus luchas en Castilla para proteger y recuperar sus antiguas posesiones territoriales. Más tarde, Navarra se vería forzada a aceptar en 1512 un cambio dinástico impuesto por la fuerza de las armas por Fernando el Católico, que trajo luego la concordia interna perdida desde hacía mucho tiempo, unos 60 años. Tampoco consiguió impedir Navarra, ni con guerras civiles, desaires legitimistas que postergaban el acceso al trono de príncipes con irrefutables derechos sucesorios. Sin saberlo, Navarra, con los atropellos que sufrió, estaba contribuyendo a “hacer” España, aunque ello significara el abandono para siempre de la independencia política del reino.

La lógica geopolítica había llevado a ello. En el siglo XV, Francia y España se convierten en poderosos estados modernos y unitarios territorialmente. Francia ha afirmado el poder real sobre la nobleza feudal y ha conseguido eliminar del mapa los extensos feudos que la corona inglesa poseía en su territorio, cesando así para siempre la interminable amenaza de los Plantagenêt a la corona de los Capetos. Los Reyes Católicos llevan a Castilla y Aragón juntos en la misma dirección, estructurando un Estado moderno y con ampliaciones territoriales insospechadas. Navarra ha quedado en medio de dos poderosos Estatos, ya unitarios, que se hacen la guerra en Italia para conseguir la supremacía en Europa. Y en esta disputa Navarra no sabe qué hacer y no consigue quedar en la neutralidad.

Al final del siglo XV, Catalina I de Navarra Foix-Grailly-Béarn y su esposo Juan de Albret - son vasallos del rey de Francia por sus posesiones territoriales en Foix y otros feudos gascón-pirenaicos.

  • Bigorre
  • Couserans
  • Nebouzan
  • Marsan
  • Tursan
  • Gabardan

no así el territorio "soberano" del Béarn ni la Navarra de Ultrapuertos, ni por supuesto el vizcondado de Castellbó en el pirineo catalán. Otros extensos feudos y señoríos patrimoniales de su esposo Jean de Albret (principalmente Périgord, Limoges, país de Albret) debían también reconocer vasallaje al rey de Francia.


Hubieran sido acusados de felonía y hubieran sido privados de esos territorios si en una guerra entre los Reyes Católicos y Francia si se hubieran posicionado los reyes de Navarra en favor de los primeros. Los reyes navarros de la dinastía Foix-Grailly-Béarn ven sin duda en la monarquía francesa un protector, pero querrán hacer ver al astuto - quizá tan astuto como su padre don Juan - rey Católico que están en la neutralidad que se les exige. El pueblo no es determinante en su opinión y la nobleza simplemente sigue pensando a final del siglo XV en “banderías” - los “beamonteses” y “agramonteses” - que ya han perdido importancia y no tienen relevancia, a comparar con el contexto europeo. Que los Foix-Albret se acabarán posicionando por Francia es obvio al rey Católico. Fernando y el pontífice Julio II se concertarán entonces para forzar un cambio dinástico que colocará claramente a Navarra en el bando peninsular, alejado de la enemiga francesa. O quizá fuera ésto solamente una excusa para conseguir Fernando una fácil conquista militar.

Y en todo ello han surgido dos facciones, los agramonteses y los beamonteses que servirán de “arco y ballesta” a los príncipes contendientes en las discordias y desaires legitimistas que ocurren en Navarra en el siglo XV.

Será mejor dejar en anexos de lectura los detalles de las contiendas bélicas de una u otra “bandería”, resumiendo aquí los apoyos que otorgaron las banderías a uno u otro príncipe:

  • cuando, a la muerte en 1441 de la reina Blanca I hija de Carlos III el Noble, su consorte-viudo el infante de Aragón y rey de Navarra, don Juan, no permite que asuma el trono su hijo el legítimo heredero por sangre y por refrendo de las Cortes, Carlos Príncipe de Viana :
      • los “agramonteses” apoyan entonces a don Juan
      • los “beamonteses” apoyan en cambio al Príncipe de Viana
  • cuando, muerto el Príncipe de Viana el 23 de septiembre de 1461 y muerta también su hermana la infanta Blanca en extrañas circunstancias en diciembre de 1464, don Juan tampoco permite hasta su muerte en 1479 que reine su siguiente hija la infanta Leonor:

      • los “agramonteses” siguen apoyando a don Juan.
      • los “beamonteses” sostienen al principio la entrada de tropas de Gaston de Foix - esposo de Leonor de Navarra Trastamara - para hacerse con el Reyno, pero pronto empiezan a dudar sobre si este apoyo a la legitimidad de Leonor no será más bien un no deseado apoyo a la casa de Foix-Bearn y por ende a Francia. Y por ello comienzan a apoyar ciertas pretensiones, aún encubiertas y no bien definidas, de Fernando el Católico.
  • cuando, muertos Juan II y su hija la princesa heredera Leonor en 1479 y también su biznieto Francisco I Febo en 1484 (que había heredado la corona directamente de su abuela la reina Leonor), la hermana de éste Catalina de Foix asume la corona de Navarra, optando sin consentimiento de las Cortes de Navarra casar con Juan de Albret, relegando la candidatura “españolista” del infante Juan, hijo de los Reyes Católicos:
      • los “agramonteses” no apoyan entonces decididamente ni a Catalina de Foix ni menos aún a Fernando el Católico, pero se conforman con la legitimidad de los Foix y acaban con divisiones internas aunque su constante es oponerse a los “beamonteses”.
      • los “beamonteses” optan en cambio decididamente por apoyar entonces a Fernando el Católico en su intento de ir creando un “protectorado” sobre Navarra, paso previo a forzar por las armas un cambio dinástico en el trono.

Este es un pequeño resumen, seguramente simplificado, sobre las fidelidades que se midieron en tanta guerra de bandería como asoló la Navarra del siglo XV. Resumir todo lo sucedido en poco espacio es difícil tarea, a la que nos aplicamos sin embargo, confiados en poder separar lo principal de lo accesorio. Sin duda, los desaires a la legitimidad son causa próxima de los conflictos, de las luchas entre banderías, de las batallas entre Navarra y Castilla, de las muertes, las traiciones y las alianzas. Pero con todo ello se estaba tejiendo la urdimbre, la conspiración. Son los actos preparatorios, los medios para llegar al desenlace último, que es el final de la independencia política del Reyno de Navarra. Pero la razón profunda de este desenlace final está en la nueva posición que, en el damero de la política europa, había ahora asignado la Historia a Navarra.

La Historia del siglo XV había dejado a Navarra sin un rumbo propio, desorientada y sufriendo con guerras civiles. Navarra no tendría protagonismo en el concierto de los nuevos Estados modernos del Renacimiento. Al final, un príncipe astuto - con la presión de las armas - ofrecerá seguridad y estabilidad al Reyno en un escenario cansado de guerras y de permanentes desaires legitimistas. Este era Fernando el Católico, como muy bien habían intuído los beamonteses cuando decidieron apoyar sus pretensiones.

Así ocurrió cuando las tropas vasco-castellanas del duque de Alba entran en Pamplona en julio de 1512. Sería simplista hablar de “conquista”. Fué la “bajada de telón” de una pieza que ya estaba agotada y debía terminarse. Fue la “suerte suprema” después de una larga, damasiado larga faena de sufrimiento en la que Fernando el Católico fue solamente un actor. La independencia del trono de Navarra ya no podía mantenerse. La Historia le había arrebatado a Navarra su protagonismo, cerrado su rumbo y no le ofreció otro sino ser parte de algo más importante que las partes que lo componía, España.

Y una vez conseguido el cambio dinástico en favor de Fernando el Católico, solo quedará por reconocer lo bien que interpretó cada uno ese nuevo “guión” que la Historia había asignado a Navarra: contribuir a la formación de España sacrificando la independencia de un trono milenario. Y ello seguramente sin que ni el pueblo ni sus reyes se lo hubieran así planteado.

 

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2 los Trastamara también en Navarra

El linaje castellano de Trastamara se había impuesto en Castilla desde la batalla de Montiel en marzo de 1369 y se impondría luego en otros reinos de España en el siglo XV. Su implantación en los tronos de Castilla-León, Aragón y Navarra no será ajena a la definitiva unión de todos los reinos en uno solo a finales del siglo XV y principios del XVI.

 

infante don Juan
rey consorte de Navarra (1425-1441)
usurpador del trono de Navarra (1441-1479)
rey de Aragón (1458-1479)

De Castilla acceden los Trastamara al trono de Aragón con Fernando de Antequera por el compromiso de Caspe (1). No obstante acceder al trono de Aragón, Fernando de Antequera todavía abriga la esperanza de reinar en Castilla y no renuncia a su cargo de regente de Juan II de Castilla que casa con su hija María. Y encomienda a su hijo el infante Enrique controlar el Consejo Real castellano. Su hijo Alfonso casará más tarde con María, hija de Enrique III de Castilla.

 

Fernando de Antequera
un castellano, rey de Aragón

De Aragón llegan también los Trastamara al trono de Navarra por el matrimonio en 1420 del infante Juan de Aragón, regente de Sicilia, con la infanta de Navarra Blanca, viuda de Martín el Joven (1409) - rey de Sicilia y heredero del reino de Aragón - y heredera de la corona de Carlos III el Noble de Navarra. Blanca era a su vez hija de Leonor de Trastamara que era hermana de Juan I de Castilla y tía carnal de Fernando de Antequera.

Una red Trastamara se iba tejiendo así en torno a Navarra y a todos los reinos de España.

 

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3 causas remotas de los conflictos entre “agramonteses” y “beamonteses”

En el reinado de Carlos III el Noble aparecen algunas causas remotas de los desaires dinásticos que acaecieron en Navarra en el siglo XV y que se examinan más adelante:

  • se encuentra en el reinado de Carlos III el Noble el origen de la división entre los nobles navarros de las facciones agramontesa y beamontesa, desde el momento en que fué el propio Rey el que encumbró algunas de las familias representativas de estas facciones dotándoles de poder y extremas generosidades.
  • Carlos III no pareció percatarse que su yerno desde 1420, el infante Juan de Aragón, un Trastamara castellano, no viviría ni las causas aragonesas ni las navarras y será precísamente esta carencia de cuna en los reinos a los que debió servir, lo que determinará que Navarra fuera utilizada por el infante. Carlos III no adivinó las intenciones de su astuto yerno Juan al apoyarse en el reyno de Navarra, simplemente para reivindicar su patrimonio castellano,  
    “había querido al reino de Navarra como propio
    y lo había tratado como ajeno”.

El infante Juan de Aragón, duque de Peñafiel, no cumplió con el cometido que había trazado Carlos III. Más que “hispanizar” a Navarra y convertirla en lo que pudo haber sido - un crisol de contacto y unión de los reinos españoles - no fué respetuoso con Navarra y trató de que el Reyno y sus rentas sirvieran a la causa castellana de los “infantes de Aragón”. No por otra razón arrinconó al Príncipe de Viana. Y en ese empeño, sirvió en bandeja a los Foix un retorno del Reyno hacia la influencia francesa.

Los conflictos de mayor gravedad que provocó la conducta del rey consorte don Juan no fueron sin embargo los de índole patrimonial o territorial, sino los de orden político por las irregularidades y desaires dinásticos que suscitó y que tuvieron consecuencias violentas llegando a perjudicar la estabilidad institucional y monárquica del Reyno.

    • ya habían ocurrido desde el siglo XIV algunas discordias entre la nobleza de la Baja Navarra de las tierras de Ultrapuertos.

    • en el año 1316, el señor de Albret Amanieu VIII había convocado una asamblea general de las tierras de Mixe para establecer unas ordenanzas que pusieran fin a los conflictos seculares habidos entre los linajes de Gramont y de Luxa. Pero las luchas continuaron.
    • en las Ordenanzas de Ultrapuertos de 1341 los señores de Gramont, Luxa, Garro y Belzunze se obligaban a establecer treguas. Pero no obstante los conflictos se sucedían.
    • el 2 de abril de 1384, Carlos II de Navarra Evreux toma la iniciativa de reunir una asamblea de agramonteses y luxetanos, convocados en una capilla privada de la iglesia de Santa María de San Juan de Pié de Puerto, Notre-Dame-du-Bout-Pont”. Aceptaron las familias en discordia someter sus diferencias a la sentencia del rey Carlos II. Para conocerla fué a Pamplona un responsable de cada facción el 23 de febrero de 1385. Cualquier afrenta entre los bandos sería castigada con confiscación de bienes. Para asegurar la concordia, Carlos II manda en su sentencia construir una capilla en terreno neutral de Soule - La Chapelle de la Paix - bajo la invocación de San Antonio - Saint-Antoine de Musculdy - donde debían celebrarse misas por el Rey y sus predecesores y por los muertos de los dos partidos agramontés y luxetano. Pero las luchas siguieron, aunque esporádicamente. Hasta que en el año 1438 se hicieron de nuevo una guerra cruel. Los nombres de agramonteses y luxetanos se les dió ya entonces con alusión a los señores de Gramont y de Luxe, denominándose “agramonteses” los que seguían al primero y “luxetanos” los del segundo. Y luego, cuando empiezan las discordias entre el rey consorte-viudo don Juan y su hijo el Príncipe de Viana, se dió en llamar agramonteses a los que seguían el partido del rey-viudo y lusetanos a los del Príncipe, luego llamados beamonteses por el nombre de su jefe, un miembro de la Casa de Beaumont.

    chapelle de la Paix
    Musculdy (Soule)

     

A partir del año 1451 el enfrentamiento es definitivo, lo que llevará al Reyno de Navarra a una larga guerra civil que desembocará en el año 1512 con la conquista de Navarra y cambio dinástico que forzaron las armas del Rey Católico.

 

zonas dominadas por beamonteses y agramonteses

 

Más adelante se explica el origen y genealogía de las casas de los Navarra, Gramont, Luxa y Beaumont y los conflictos que protagonizaron. Pero conviene primero conocer el reinado de Blanca I de Navarra y Evreux que se inicia a la muerte de su padre Carlos III el Noble en 1425.

 

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4 un castellano, infante de Aragón y rey consorte de Navarra

El 10 de julio de 1420, casa en Pamplona la princesa Blanca I de Navarra Evreux, hija y heredera de Carlos III el Noble, con el infante don Juan de Aragón. Blanca tenía 34 años de edad y era reina-viuda desde 1409 del heredero de la corona de Aragón y rey de Sicilia, Martín el Joven. El infante Juan de Aragón Trastamara tenía solamente 22 años y era duque de Peñafiel. Nacido en Medina del Campo el 29 de julio de 1398 era hermano del rey de Aragón, Alfonso V el Magnánimo, hijo de Fernando I de Antequera .

Las principales onomásticas familiares:

  • al año siguiente de la boda, nace el 29 de mayo de 1421 el infante Carlos a quien su abuelo el Rey Carlos III otorgará el título de “Príncipe de Viana”.

  • en 1423 nace la infanta Juana pero muere en 1425 en Olite trasladando sus padres su cuerpo al convento de San Francisco de Tudela ( 2 ).

  • 1423, 20 de enero, Carlos III instituye el Principado de Viana en favor de su nieto el infante Carlos.

  • en 1424 nace la infanta Blanca

  • en 1425 muere Carlos III el Noble heredando Blanca el trono de Navarra (Blanca I de Navarra y Evreux, algunas veces titulada Blanca II, por atribuirse Blanca I a la reina Blanche de Artois, esposa de Enrique I de Navarra y Champagne).

  • en 1427 nace la infanta Leonor

  • el 18 de mayo de 1429, con mucha dilación por ausencias prolongadas del rey don Juan, se coronan Blanca I y el infante don Juan en la Catedral de Pamplona.

  • en 1434 se acuerda el matrimonio entre la infanta Leonor y Gaston IV, conde de Foix celebrándose la boda en 1441.

  • en 1439 casa el Príncipe Carlos de Viana, con su prima Inés de Clèves, hija del duque de Clèves y sobrina del duque de Borgoña, Philippe III “le Bon”

  • en 1440 casa la infanta Blanca con el Príncipe de Asturias, el fututo Enrique IV de Castilla.

  • en 1441 muere la reina Blanca I de Navarra y es el comienzo de los “desaires legitimistas” del siglo XV, que habrían de durar 71 años hasta su definitiva consumación en julio de 1512.

  • en 1447 casa en segundas nupcias el rey viudo-consorte de Navarra el infante de Aragón, don Juan, con Juana Enríquez, hija del Almirante de Castilla.

  • en 1448 muere Inés de Clèves.

  • en 1451 estallan conflictos armados entre el Príncipe de Viana (con sus partidarios, los “beamonteses”) y su padre don Juan (con los “agramonteses”).

  • en 1452 nace en Sos (reino de Aragón) el futuro Fernando el Católico, hijo del matrimonio de Juana Enríquez y el infante Juan de Aragón.

  • en 1458 el rey-viudo consorte de Navarra don Juan hereda la corona de Aragón a la muerte de su hermano Alfonso V “el Magnánimo”. Don Juan empieza a ser también conocido en Navarra como Juan II (que lo era del reyno de Aragón).

  • en 1461 muere en Cataluña Carlos, llamado todavía Príncipe de Viana, entonces rey titular por derecho de la corona de Navarra, Carlos IV de Navarra.

  • en 1464 muere en Orthez (Béarn), en extrañas circunstancias, Blanca que, a la muerte de su hermano Carlos, le ha correspondido asumir los derechos a la Corona, aunque impedida de reinar.

  • en 1470 muere en un torneo en Libourne el II Príncipe de Viana, Gaston de Foix, hijo de la infanta Leonor y Gaston de Foix-Grailly-Béarn.

  • en 1472 queda viuda la infanta Leonor

  • en enero de 1479 muere el rey de Aragón y rey viudo-consorte de Navarra, Juan II.

  • en febrero de 1479 muere su hija la reina Leonor tras un reinado de 24 días heredando el trono de Navarra su nieto Francisco I “Febo”.

De modo que el infante Juan de Aragón nunca llegó a casar con la hermana menor de Blanca, la infanta Isabel de Navarra Evreux que Carlos III el Noble había prometido en 1402 y que finalmente casó con Juan de Armagnac en 1419.

Tras la muerte de Carlos III el Noble en 1425, su hija la reina Blanca I - a quien los historiadores no reconocen dotes políticas - no podrá resistir la fuerte personalidad del joven rey consorte, el infante Juan de Aragon que más tarde (1458) heredará de su hermano Alfonso V el Magnánimo los reinos de Aragón y de Sicilia, como Juan II de Aragón (3).

En las estipulaciones matrimoniales que se formalizan entre Blanca y Juan se había dispuesto que el primogénito habido de este matrimonio heredaría el Reyno de Navarra y todas las importantes rentas y señoríos que el infante Juan tenía por su padre Fernando de Antequera - hermano del rey de Castilla Juan I - o pudiera tener por mayorazgo en Castilla y Aragón, poniéndose especial cuidado en mencionar a Blanca como reina y a Juan como infante. También se estipuló que el infante de Aragón debería apartarse del Reyno de Navarra si la Reina su esposa falleciera sin descendencia. Esto ya había sido tratado de modo similar en 1318, en ocasión del matrimonio de la reina Juana II de Navarra con Felipe, conde de Evreux.

Los asuntos de Castilla son tan importantes para el infante don Juan que, cuando viene a Navarra para su casamiento el 10 de julio de 1420, permanece solamente cuatro días en el Reyno pues ocurren problemas en Castilla que le deben ocupar. Su hermano, el infante Enrique, se había apoderado del rey Juan II de Castilla ayudado por su valido, el condestable de Castilla Rui López d'Ávalos, conde de Ribadeo, aprovechando que su hermano Juan se encontraba en Navarra por razón de su boda. Cuando el recién estrenado rey de Navarra viene en socorro del rey Juan II de Castilla con indignación hacia su hermano el infante Enrique de Aragón, el rey castellano ya había logrado evadirse y se encuentran los dos reyes del mismo nombre “Juan” - uno de Navarra y el otro de Castilla - en el camino de Talavera.

La atención de don Juan seguirá puesta en Castilla durante muchos años. Y en ello, incluso hará intervenir a su suegro. Poco antes de morir en 1425, Carlos III hubo de ofrecerse como mediador entre Juan II de Castilla, el rey de Aragón Alfonso V y sus hermanos los infantes de Aragón, Juan - su yerno - y Enrique. Cuando el infante Enrique de Aragón se apoderó del rey Juan II de Castilla sus bienes fueron confiscados. El rey de Castilla se preparó entonces para la guerra con Aragón, lo que hubiera involucrado también al infante Juan, con consecuencias negativas para Navarra. El ejército del rey de Aragón estaba ya preparado en Tarazona y entró amistosamente en Navarra. Los monarcas finalmente nombraron tres árbitros-jueces, uno por Castilla, otro por Aragón y otro por Navarra, éste último recayendo en Mosén Pierres de Peralta. Los árbitros dictaminaron que el infante Enrique fuera puesto en libertad y se le restituyeran sus honores y sus estados, lo que Castilla aceptó no complacida, por evitar la guerra. Era el año 1425. Pero el infante Enrique acabaría perdiendo más tarde sus posesiones territoriales en Castilla.

Navarra estaba siendo involucrada en un asunto castellano-aragonés que institucionalmente no le concernía, ni tenía en ello obligaciones derivadas de una alianza. Carlos III “el Noble”, que había reinado durante 38 años evitando conflictos para Navarra, para lo que dió la espalda a los graves asuntos de Francia, pudo ver al final de su vida (+ 1425) cómo su yerno Juan preparaba un camino peligroso para Navarra y no supo atajarlo de raíz.

Desde el día en que muere Carlos III el 7 de septiembre de 1425, don Juan - siempre ocupado en sus intrigas castellanas - deja la gobernación de Navarra a su esposa la reina propietaria Blanca, a pesar de su notoria insuficiencia de virtudes políticas, pero no duda en utilizar las arcas y los ejércitos navarros para sus enfrentamientos en Castilla. Inmerso siempre en los asuntos de Castilla, vive ajeno a los problemas navarros. Será solamente cuando se vea despojado de sus posesiones en Castilla cuando preste más atención a Navarra.

 

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5 el rey consorte don Juan pierde extensas posesiones en Castilla

 A la muerte en 1416 de su padre el rey de Aragón y de Sicilia Fernando de Antequera, su primogénito Alfonso V hereda la Corona de Aragón con todos sus reinos y el infante don Juan los grandes estados patrimoniales que su padre - infante de Castilla antes que rey de Aragón - tenía en Castilla y que ahora los castellanos convertirán en fuente de discordia frente al infante, futuro rey consorte de Navarra (4). Fernando de Antequera había asumido la regencia del reino de Castilla, a la muerte de su hermano Enrique III, en favor del hijo de éste, su sobrino Juan II de Castilla, de dos años de edad. Durante esta regencia Fernando acumuló amplísimos dominios territoriales en Castilla (5). También Fernando I de Antequera, siguiendo la tónica de intrigas y deslealtades de su tiempo, favoreció la creación de un partido que defendiera los intereses y la primacía de sus hijos en Castilla, lo que más tarde se daría en llamar el “partido aragonés”de Castilla, que tanta importancia y protagonismo habría de tener en ese reino durante más de cincuenta años.

La primera guerra civil en tiempo de Juan II de Castilla había ocurrido cuando el Rey tenía solamente 15 años en 1420, por la rivalidad de los dos infantes de Aragón hijos de Fernando de Antequera, Juan y Enrique (son los infantes de las Coplas de Jorge Manrique). Este conflicto provocó una escisión en la nobleza castellana. Los nobles más poderosos apoyaron al infante Enrique y los más representativos de la facción “aragonesa” al infante don Juan, señor de Lara, entonces el noble castellano más poderoso de Castilla que pronto se habría de converir en rey de Navarra (julio 1420) y luego de Aragón (1458). Es el momento en que aparece en escena don Álvaro de Luna, su gran enemigo, que no tendrá otro objetivo que destruir la hegemonía del partido aragonés en Castilla (6).

 

don Alvaro de Luna

Tal como se ha relatado, el infante Enrique de Aragón se apodera la noche del 14 de julio de 1420, en un audaz golpe de mano en Tordesillas, de la corte castellana en pleno, incluída la persona del rey Juan II de Castilla y de don Álvaro de Luna, haciéndose con el gobierno de Castilla. Fuerza y consigue la mano de la infanta Catalina, hermana del Rey y el señorío de Villena. Finalmente Álvaro de Luna consigue escapar con el Rey y algunos caballeros, refugiándose en el castillo de Montalbán. Poco después, en 1422, don Álvaro consigue atraer al infante Enrique a Madrid y lo apresa confiscando sus bienes.

Álvaro de Luna está ya imponiéndose en la corte y en ese año de 1422 recibe la condestablía de Castilla. Libera al infante Enrique en 1425 como gesto para evitar la guerra con Aragón, pero le arrebata sus posesiones castellanas.

La nobleza, o al menos la parte de ella que había apoyado el gobierno del infante aragonés, siempre celosa de la preeminencia de alguno de entre ellos, no vió mal la entrada en escena del ambicioso e inteligente don Álvaro de Luna, que hasta su muerte en el cadalso en 1453 será el protagonista más importante en la política de Castilla. Por el contrario el rey consorte de Navarra don Juan, con la apariencia de ser el más poderoso señor, ha comenzado su declive en Castilla. Su hermano el rey de Aragón Alfonso V el Magnánimo ha vuelto de Sicilia (1424) ante la peligrosa desunión de sus hermanos los infantes Juan y Enrique - éste último todavía prisionero por entonces de Juan II de Castilla - y tras reconciliarlos entra a tomar parte directamente en los conflictos de Castilla.

La autoridad del rey Juan II de Castilla queda prácticamente anulada por la constitución de la Liga en la que algunos nobles castellanos entran a formar parte bajo la primacía de los “aragoneses”. En el acuerdo de la Torre de Arciel se confirma el poder castellano en manos de los infantes de Aragón. Éstos consiguen el (primer) destierro de don Álvaro en 1427, pero pocos meses después había vuelto cerca del poder. La ineficacia y casi anarquía del gobierno de la Liga provocó sin duda que éste fuera asumido en 1428 por Álvaro de Luna convertido de nuevo en Condestable del reino. Y no tendrá entonces otro objetivo que borrar de Castilla la influencia de los “aragoneses”. El rey consorte de Navarra don Juan ve entonces amenazado su extenso patrimonio en Castilla y se prepara para defender sus intereses patrimoniales, para lo que no dudará en utilizar la fuerza de los ejércitos de Navarra. Los nobles y caballeros navarros, siempre dispuestos a ganar prebendas, honores y botín en las guerras - fueran éstas donde fueran y por cualquier cusa - no plantean afrenta a su rey por el uso de los ejércitos navarros en Castilla.

Doña Blanca y don Juan retrasaron su coronación hasta el 15 de mayo de 1429. Pocos días después, el 20 de mayo, Álvaro de Luna consigue que los nobles castellanos juren fidelidad a su rey Juan II en la corte de Palencia. Reunida la nobleza alrededor de don Álvaro, los “aragoneses” promueven guerra contra Castilla utilizando los ejércitos navarros. Es la guerra de 1429-1430. Se pierden entonces las plazas navarras de San Vicente de la Sonsierra, Cabredo, Genevilla y Laguardia. Los castellanos lanzan a los guipuzcoanos en las zonas fronterizas con Navarra en donde incendian numerosos pueblos (7).

El 25 de julio de 1430 se conciertan en la aldea soriana de Majano treguas por cinco años entre el rey de Castilla y los de Aragón y de Navarra, treguas que fueron desfavorables para los “aragoneses”. Las posesiones de don Juan en Castilla son confiscadas. Los infantes de Aragón abandonan el poder en manos de la nobleza castellana capitaneada por Álvaro de Luna y son expulsados fuera del reino. El éxito de don Álvaro en las treguas de 1430 le merecieron entonces el título de Maestre de Santiago. Desde entonces, más que nunca antes, menguadas las rentas que don Juan obtenía de Castilla, deberá apoyarse en Navarra y en Aragón. Es el tiempo en que Alfonso V vuelve a Sicilia en donde permanecerá hasta su muerte en 1458.

Durante estos años de tregua, don Juan no solamente está tratando de recomponer su alianza con los nobles castellanos ante el cansancio de éstos con el gobierno de Álvaro de Luna. Concierta también por este tiempo alianzas con sus vecinos pirenaicos, acordando el matrimonio (1434) de su hija la infanta Leonor con Gastón conde de Foix con quien casará en 1441.

Don Juan vino también a Sicilia en 1435 para ayudar a su hermano el rey Alfonso V en la conquista de Nápoles, cayendo ambos prisioneros en la batalla de Ponza (8), lo que obligó a la reina Blanca de Navarra y a la reina María de Aragón, que gobernaban en sus respectivos reinos, a prorrogar la tregua de Majano. Don Juan pudo volver en diciembre de ese mismo año. Llegó a Barcelona y tres días después estaba ya en Tudela en donde le esperaba la reina Blanca. A su vuelta, don Juan estrena su nuevo nombramiento de lugarteniente del reino de Aragón y ésto le mantendrá una vez más alejado del gobierno de Navarra que seguirá en manos de la Reina.

Don Juan constata que, en su ausencia, el reino de Navarra ha estado en paz gobernado por la reina Blanca mientras va creciendo en edad el Príncipe de Viana. En 1439, cuando éste tiene ya 17 años, don Juan manda que las órdenes y gracias del príncipe Carlos su hijo tuviesen la misma fuerza que si las firmara el padre. Viene al caso recordar que en ocasión de la coronación de los reyes en 1429 se había acordado y jurado que ninguna gracia ni merced que no fuese firmada conjuntamente por el Rey y por la Reina tuviese ningún valor. No obstante ésto, en las prolongadas ausencias del Rey, la Reina firmaba ella sola aunque tenía cuidado en gobernar y despachar órdenes siempre a nombre del Rey “como si estuviera presente” (9).

Transcurrido el plazo acordado en la tregua de Majano, el tratado de Toledo de 22 de septiembre de 1436 pone fin a la guerra, recuperando Navarra varias plazas. Eran éstas las que había tomado don Álvaro de Luna en la guerra de 1429-1430 para evitar que el territorio navarro fuera utilizado por los “aragoneses” como plataforma ofensiva contra Castilla. Se concertó entonces para sellar la paz el matrimonio del príncipe de Asturias, don Enrique, de once años de edad hijo del rey Juan II de Castilla - el futuro rey Enrique IV - con la infanta doña Blanca de Navarra Trastamara, entonces de doce años de edad, hija de los reyes don Juan y Blanca I de Navarra. La boda se celebró el 15 de septiembre de 1440, un año antes de morir la reina de Navarra el 1 de mayo 1441. El tratado de Toledo fue generoso para don Juan pues preveía una buena dote para su hija la infanta Blanca que incluía los señoríos de Medina del Campo, Olmedo, Coca, Roa, Aranda de Duero y el marquesado de Villena. Navarra recuperaba también numerosas plazas perdidas en la guerra de 1429-1430.

Desde que se acordó la tregua de 1430 en Majano, el condestable don Álvaro pretende el disfrute de un poder excluyente - la llamada “tiraníade don Álvaro -, pero la nobleza castellana le hará frente durante prácticamente diez años. Al final de este período, en 1439, los nobles bajo la influencia de Pedro Manrique - Adelantado de Castilla - consiguieron aunque de manera no definitiva el segundo destierro del Condestable de la corte castellana, sometiendo al Rey. Aunque don Álvaro está apartado de la corte tiene todavía poder decisorio en el Consejo y busca ahora el apoyo de los “aragoneses” que unos años antes había conseguido expulsar de Castilla. Un poder colegial de la nobleza - el Consejo - se había impuesto así al poder personal del rey. Pero nadie en Castilla podía todavía ignorar la sombra siempre presente del rey consorte de Navarra.

 

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6 un rey-viudo, usurpador del trono de Navarra

La reina Blanca de Navarra Evreux había viajado a Valladolid en 1440 para asistir el 15 de septiembre a la boda de su hija la infanta Blanca, de 15 años de edad, con el Príncipe de Asturias, Enrique de Castilla, también cercano a los 15 años de edad. La Reina ya no regresaría a Navarra. Trató de acudir en peregrinación a Guadalupe y su salud se resintió, falleciendo el 1 de mayo de 1441 en Santa María de Nieva (Segovia). Había hecho testamento en Olite el 17 de febrero de 1439 disponiendo fuera enterrada en Santa María de Ujué - cerca del corazón de su abuelo - y reconociendo como heredero universal del Reyno y del ducado de Nemours a su hijo Carlos, Príncipe de Viana. Decía en su testamento:

“aunque dicho príncipe, nuestro muy caro y amado hijo,
puede después de nuestra muerte, por causa de herencia y derecho reconocido,
intitularse y nombrarse rey de Navarra,
no obstante,
por guardar el honor debido al señor rey su padre,
le rogamos con la mayor ternura que podamos,
tenga por bien no tomar esos títulos si no es
con el consentimiento y bendicion de dicho señor Rey su padre” 

Al morir la Reina, don Juan debió haber entregado el Reino a su hijo y legítimo heredero Carlos, pero se negó a hacerlo, nombrándolo su lugarteniente. Don Juan, asiéndose al usufructo de viduedad como institución del derecho civil navarro, continuó utilizando el título de rey. Pero incluso este asidero legalista falló cuando en 1447 contrajo matrimonio en segundas nupcias con Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla don Fadrique, nieto de otro del mismo nombre, hijo bastardo del rey Alfonso XI de Castilla. Y tampoco podría pasarse por alto que las Cortes celebradas en 1423 habían reconocido al Príncipe Carlos de Viana como heredero de la Corona para después de su madre Blanca I, todo ello en vida todavía de su abuelo, el rey Carlos III el Noble.

El Príncipe de Viana, que contaba 20 años de edad cuando murió su madre la Reina, venía rigiendo los destinos de Navarra y siguió al frente del gobierno como lugarteniente del Rey su padre, que le nombra en tal cargo el 12 de diciembre de 1441. El rey-viudo, Juan de Aragón, se ocupaba preferentemente de los asuntos de Aragón y de Castilla, mientras que el Príncipe llevaba el gobierno de Navarra. Para el gobierno, el Príncipe se valía principalmente del consejo y dirección de Juan de Beaumont, prior de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén.

La nobleza y las instituciones consienten de hecho - a la par que el propio Príncipe de Viana - la situación de ilegitimidad dinástica que ha creado en Navarra el Rey viudo. El Príncipe probablemente confiaba que se trataba de una breve etapa en la que estaría tomando experiencia de gobierno para más tarde ser coronado rey. El 14 de diciembre de 1442 - al cabo ya de año y medio desde la muerte de la Reina sin que las cosas cambiaran - el Príncipe manifestó una primera protesta formal ante las Cortes contra la irregularidad en que se encontraban sus derechos dinásticos, acusando a algunos nobles navarros de haber inducido a su padre Juan a crear esta situación (10). No parece sin embargo que esta protesta hubiera creado excesiva tensión en las relaciones entre don Juan y el Príncipe.

Poco había cambiado para don Juan con la muerte de la Reina. Los asuntos de Castilla seguían siendo su ocupación principal y su constante preocupación.

A pesar del acercamiento que Álvaro de Luna había hecho a los “aragoneses” tras su segundo destierro, don Juan parece apostar más fuertemente en favor de la nobleza castellana que en favor de don Álvaro o del propio rey castellano en sus luchas por controlar el Consejo. Incluso en la toma de Medina en 1443, las tropas navarras, por orden de don Jua,n se apoderan de la persona del rey Juan II de Castilla. Un hecho que fue considerado de excesiva provocación y ante el que la nobleza castellana cerró filas con su rey haciendo frente a don Juan. No hay duda de que se está pasando otra vez de las intrigas a la guerra y ello, de nuevo, afectará negativamente a Navarra. Para estrechar sus lazos con la nobleza, don Juan acuerda en 1443 casar con Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla don Fadrique. La boda se celebró cuatro años más tarde. También su hermano el infante Enrique, que había enviudado de la infanta Catalina, hermana del rey castellano, casó con Beatriz de Pimentel, hija del poderoso conde de Benavente.

Iniciada por Álvaro de Luna la guerra en 1444, el 19 de marzo de 1445 los “infantes de Aragón” sufren una derrota decisiva en Olmedo. El infante Enrique muere de las heridas recibidas en la batalla y su hermano don Juan llega a Navarra dispuesto a asumir las funciones reales para continuar desde allí la guerra con Castilla. El 7 de abril de 1444 el Príncipe de Viana había convocado Cortes para informar sobre los movimientos de guerra que se detectaban en la frontera castellana de Guipúzcoa, a donde envía tropas. En sus incursiones, los guipuzcoanos incendian los pueblos de Lesaca, Areso y Leiza “en tal manera (decía el Príncipe de Viana) que non les fincó cosa alguna en los dichos lugares”. Los habitantes se ausentaron del reino con sus mujeres, criaturas y familias, de modo que muchos lugares quedaron totalmente despoblados.

Tras la sonada victoria de Olmedo, otra vez Álvaro de Luna concentra todo el poder en Castilla decepcionando de nuevo a los nobles que volvían a perder su objetivo de mantener un poder oligárquico. Don Álvaro busca nuevos adeptos y reparte mercedes. El propio Condestable recibe el título de conde de Alburquerque (11). Íñigo López de Mendoza recibe el de marqués de Santillana, Juan de Guzmán el de duque de Medinasidonia y Juan Pacheco - el que ya es el hombre más influyente en el Príncipe de Asturias don Enrique - el de marqués de Villena (12). El Príncipe de Asturias no ve bien el poder de don Álvaro y por ello se convertirá en el principal valedor del partido “aragonés”.

Para contrarrestar el poder del partido “aragonés” que tiene el apoyo del Príncipe de Asturias, don Álvaro y el Rey buscan el apoyo de Portugal. Don Juan mantenía todavía en su poder en Castilla algunas pocas plazas de menor importancia, después de que prácticamente todos sus bienes le hubieran sido confiscados en los años 1430 y 1436. Ahora don Álvaro intenta arrebatárselas aunque sin éxito. Don Álvaro y el rey castellano se movían siempre entre las amenazas de una invasión navarro-aragonesa, contínuas rebeldías del Príncipe de Asturias y la influencia negativa que ejercía sobre el Rey la nueva reina Isabel de Portugal.

La astucia de don Álvaro le hizo ver que la solución y la estabilidad política en Castilla pasaba por entenderse con Juan Pacheco, ahora marqués de Villena, el más influyente en el Príncipe de Asturias. El Condestable don Álvaro había sido - era todavía - el valido del rey Juan II de Castilla, pero debía suponer que no podría serlo también del Príncipe de Asturias cuando éste llegara a heredar la corona. Esta posición ya había sido ocupada por el marqués de Villena. Don Álvaro comprendió también que las contínuas rebeldías del Príncipe seguidas de pactos y lealtades a su padre estaban dando como resultado un notable incremento del patrimonio y de las rentas, no solo del Príncipe sino también del propio Juan Pacheco y sus fieles seguidores. Y así propuso un pacto al marqués para repartirse el gobierno reconciliando al Príncipe con su padre el Rey. Un hecho que obviamente iría en detrimento del poder de la nobleza que decide enfrentarse abiertamente contra el nuevo poder, la “tiranía”de los validos. Don Álvaro, símbolo de la arbitrariedad, comienza ahora a ser considerado por la nobleza como un usurpador en Castilla.

Repitiendo una vez más hechos del pasado, la nobleza castellana acude a Navarra en busca de apoyo del rey viudo-consorte don Juan que puede entonces erigirse en árbitro de las querellas castellanas. Se siguen hostilidades en noviembre de 1448 en la frontera de Castilla con Navarra y con Aragón. En febrero de 1449 los “aragoneses” se estrellan contra las murallas de Cuenca. Incluso el Príncipe de Asturias se aleja otra vez de su padre el rey Juan II de Castilla y busca apoyo en su suegro don Juan. El Príncipe es el que se está convirtiendo ahora en árbitro de la política en Castilla. El 26 de julio de 1449 se forma la “gran Liga”en la que entran el propio Príncipe, los “aragoneses” y un señalado grupo de nobles considerados “independientes”.

El Príncipe de Viana había seguido gobernando el reino de Navarra desde el palacio de Olite, estando su padre siempre ausente y ocupado en sus asuntos de Castilla o de Aragón. Decía el Príncipe en 1448 que “habia habido en dias pasados algunos movimientos, fechos por el rey de Castiella et sus súbditos, con ensayo y acuerdo deliberado de furtar, si pudieran el nuestro castiello de Tudela”. Pero estos hechos no se consideraban actos de guerra. Incluso en tiempo de paz se consideraba lícito en aquellos tiempos intentar tomar por “sorpresa, engaño o seducción” los pueblos y castillos fronterizos. A esto se llamaba “furto”.

En este año de 1448 muere Inés de Clèves y el rey viudo-consorte don Juan comienza enseguida a pensar en una nueva esposa para su hijo Carlos según su conveniencia con objeto de reforzar su alianza con la nobleza castellana. Es así como concibe la incorporación del conde de Haro al partido “aragonés” pensando en un matrimonio de su hijo Carlos con una hija del conde. Lo que no se llevó a efecto.

A partir del año 1449 el problema dinástico entre don Juan y su hijo el príncipe Carlos comienza a manifestarse de una manera más clara. Se debió ello a que don Juan había venido en ese año a residir a Navarra con su nueva esposa Juana Enríquez, quedando la lugartenencia del Príncipe vacía de contenido. Todo el poder de gobierno pasó entonces a las manos de don Juan y no hay duda de que una parte de la nobleza navarra - la que no gozó de influencia sobre el Príncipe en los años pasados - se acercará ahora a don Juan. Así, las Casas de los Navarra y los Peralta que más adelante se examinan. Don Juan efectúa numerosos nombramientos de cargos y cambia alcaides. Lógicamente los miembros de la Casa de Beaumont que siempre habían estado cerca del Príncipe, sentirán cómo su poder está ahora menguado por ejercerlo directamente don Juan en detrimento de la lugartenencia de su hijo y empujarán al Príncipe para que reivindique más decididamente sus derechos dinásticos al trono. Mosén Martín de Peralta será nombrado para la Cancillería, un oficio anteriormente desempeñado por Juan de Beaumont.

 

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7 don Álvaro de Luna aliado del Príncipe de Viana

Poco después en 1450, cuando don Juan se está preparando para invadir Castilla y había obtenido para ello de las Cortes de Navarra 27.000 florines, ocurren discordias entre don Juan y su hijo Carlos y estas discordias van a precipitar acontecimientos en Castilla.

Hacia julio o agosto de 1450, don Juan había devuelto a su hijo Carlos la lugartenencia para el gobierno del reino debido a un desplazamiento que hubo de hacer a Aragón. Cuando don Juan anuncia su regreso, el príncipe Carlos deja Navarra y cruza la frontera castellana del río Oyarzun entrando en Guipúzcoa, en donde se pone bajo la protección del rey de Castilla. Los Luxa y los Beaumont están allí cerca del Príncipe. Incluso llega a levantarse San Juan de Pié de Puerto en favor del Príncipe.

Son los prolegómenos de una guerra civil.

Don Álvaro de Luna no duda en aprovechar esta discordia para establecer una estrecha relación con el príncipe Carlos y debilitar así a su gran enemigo - el más constante enemigo - el rey consorte-viudo de Navarra. Don Juan ha visto que su hijo el Príncipe está llevando a cabo contactos con la nobleza castellana opuesta al partido “aragonés” y se ha atraído sin dificultad a su enemigo Álvaro de Luna. Desde que casó en 1447 en segundas nupcias con Juana Enríquez, su pretendido derecho al usufructo de los bienes de su primera esposa Blanca de Navarra Evreux - el propio reyno - ni siquiera tiene ahora un resquicio de apoyo jurídico, por lo que don Juan sabe bien que su hijo Carlos puede debilitar su posición ante los nobles castellanos, su rey Juan II de Castilla y el Príncipe de Asturias. Trata de evitarlo a toda costa y de ahí el gran enfado con su hijo cuando ve que éste prosigue desde Guipúzcoa los contactos con sus oponentes castellanos.

No tarda sin embargo el Príncipe en volver a someterse a su padre. Lo hizo en marzo de 1451 tras nueve meses de ausencia o autodestierro, sin imponer especiales condiciones. ¿Debilidad de carácter?, ¿promesas vacías de don Juan?. No será la última vez que actúe de esta manera. Opina Yanguas y Miranda que “su genio dulce y pacífico y el respeto paternal le impedían obrar de otra manera”. Pero si el Príncipe se somete, la familia Beaumont va recibiendo adhesiones de otros linajes navarros, lo que llevaría a activarse la facción beamontesa en Navarra. En San Juan de Pié de Puerto continuaba la sublevación contra don Juan. Si la familia de Luxa se unía a los Beaumont, sus tradicionales enemigos en las tierras de Ultrapuertos - los miembros de la noble y muy antigua Casa de Gramont - tomarían el bando contrario agramontés uniéndose a los Peralta y a los Navarra para apoyar a don Juan.

Así se dividieron los señores principales del reino. Pedro de Navarra, mariscal del Reyno, fue cabeza de la facción agramontesa en favor del poder establecido del rey viudo-consorte don Juan y el condestable don Luis de Beaumont de la beamontesa en favor de la legitimidad dinástica del Príncipe de Viana. Y esta escisión en la dinastía y en la nobleza sería mortal para la continuidad del Reyno. Estas facciones navarras y los miembros que las componen se describen y analizan más adelante.

Cuando de nuevo don Juan marcha a Aragón en el verano de ese mismo año 1451 y el Príncipe de Viana vuelve a recibir puntualmente la lugartenencia del Reyno, penetran hasta cerca de Estella tropas castellanas al mando del Príncipe de Asturias negociándose entonces el tratado de Puente la Reina de 7 de septiembre - que el Príncipe Carlos firmará en Estella mientras que los castellanos, con el propio rey Juan II que también acudió, lo harán en Puente la Reina - en el que los castellanos aceptan retirar sus tropas de Navarra, no obstante quedando en ayudar al Príncipe en sus discordias con su padre don Juan.

 

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8 Juana Enríquez gobernadora de Navarra

Será sin duda esta alianza de 1451 entre los castellanos y el príncipe de Viana la que hará que su padre el rey viudo monte en cólera contra su hijo, se enfrente con él en lucha armada y lo excluya de la sucesión al trono navarro.

Nombra de inmediato a su esposa Juana Enríquez para que co-gobierne con el Príncipe, lo que disgustó en sobremanera a los beamonteses. Un mes después, el 23 de octubre de 1451 el Príncipe cae prisonero de don Juan en la batalla de Aibar que se relata más adelante. Es la ruptura abierta de hostilidades entre don Juan y el príncipe Carlos, que no cesarán hasta la muerte de éste diez años más tarde, en 1461. Cuando entremos en la sección correspondiente a analizar la vida del príncipe de Viana tendremos la ocasión de proseguir este asunto de sus relaciones con Castilla.

No tardará en morir en el cadalso don Álvaro de Luna (1453) y esto será una buena noticia para don Juan, aunque no por ello acabarán sin embargo los conflictos en Castilla. Seguirán existiendo dos partidos: el del propio príncipe Enrique y el “aragonés” dirigido por don Álvaro de Stúñiga, conde de Plasencia.

Tras enviudar de la reina propietaria Blanca I, don Juan había contraído matrimonio en segundas nupcias en Torrelobatón (Castilla) en 1447 con Juana Enríquez, hija de Fadrique Enríquez y Ayala, Almirante de Castilla y rival de Álvaro de Luna. Juana era ambiciosa e indomable, dominante de su padre el Almirante a quien utilizaba para espiar e influir en los asuntos de Castilla.

El matrimonio de don Juan con Juana Enríquez había alienado a la nobleza navarra. Por un lado don Juan no había participado al pueblo su segundo matrimonio, como si nada le importara la opinión de los navarros o el respeto a sus fueros. Y por otro lado don Juan seguía manteniendo el título de rey y el gobierno cuando ya no le quedaba apoyo jurídico alguno a su pretendido derecho al trono por usufructo de los bienes de su fallecida esposa la reina Blanca. Irritados, muchos representantes de los pueblos habían pedido al Príncipe que no consintiera una transgresión tan manifiesta de las leyes fundamentales del Reyno y tan injuriosa a sus derechos hereditarios, protestando que si él no lo defendía ellos tomarían las armas en favor de las leyes y de su libertad.

Se unía a todo ello el carácter de una madrastra que los historiadores presentan como ambiciosa, intrigante y soberbia, que en lugar de apaciguar a don Juan, le dominaba y le lanzaba contra su hijo Carlos estimulando las discordias y manifestando sus naturales preferencias por su propio hijo Fernando - que nacerá al año siguiente en 1452 - a quien tenía premeditado que pasaran todos los privilegios.

Juana Enríquez había abandonado Estella en avanzado estado de gestación trasladándose a Aragón donde dió a luz el 10 de mayo de 1452 en Sos, cerca de la frontera de Navarra por Sangüesa, a su hijo Fernando, hermano consanguíneo del príncipe Carlos y que sería andando el tiempo el rey don Fernando de Aragón. Aquella enérgica y caprichosa dama - reina de Aragón desde 1458 - murió en Zaragoza el 13 de febrero de 1468 tras una dolorosa agonía producida por un cáncer de pecho. Juana Enríquez que hizo todo lo posible para evitar el matrimonio del príncipe Carlos con Isabel la Católica - lo que consiguió - no podría asistir a la boda de su amado hijo Fernando con esta princesa castellana en 1469, al año siguiente de su muerte.

Hijos de este segundo matrimonio de don Juan fueron Fernando - el futuro Rey Católico - Juana, María y Leonor. Don Juan tuvo además numerosa descendencia en sus aventuras extramatrimoniales.

 

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