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8. Auge del influjo de Navarra en el siglo XI

1  Sancho III el Mayor 2  el nacimiento de otros reinos cristianos 3  el final de la Corte de Nájera y el fratricidio de Peñalén


1 Sancho III el Mayor

1.1 Navarra en busca de la hegemonía
1.2 relaciones pirenaicas
1.3 relaciones ultrapirenaicas
1.4 Navarra se adentra en Castilla
1.5 Navarra con la nueva cultura religiosa
1.6 la reforma monacal
1.7 la ruta jacobea
1.8 influjo de la lengua romance de San Millán de Suso
1.9 los cargos palatinos y las tenencias

A la muerte de su padre García II Sánchez “el Temblón” (964-994-1000) en el año 1000, Sancho III Garcés debía tener entonces 10 años y se crea un consejo de regencia para llevar el gobierno del reino. Estarían en él presentes su abuela Urraca - viuda del duque Guillermo I de Gascuña - y su madre Jimena Fernández (1). A partir del año 1004 el nombre del Rey comienza a figurar en los actos de donaciones y documentos oficiales, indicando probablemente el final de la regencia a pesar de que el Rey no tenía todavía 18 años. Ya desde la muerte de la reina-abuela Urraca Fernández, cuando desaparece el consejo de regencia, los obispos forman el núcleo de personajes influyentes alrededor del joven rey Sancho III Garcés (2).

Su esposa Munia o Mayor era hija del prestigioso conde Sancho García de Castilla y prima segunda del Rey su esposo. La citada abuela del Rey, Urraca, había casado en primeras nupcias con el conde Fernán González de Castilla, bisabuelo de la reina Munia. La reina Munia era nieta de Ava de Ribagorza.

Sus predecesores en el trono de Navarra se habían llamado “reyes en Pamplona” o “reyes de los pamploneses”. Sancho el Mayor es el primero que a partir del año 1009 añade el nombre de Nájera al de Pamplona, “imperante Sancio rex in Pampilona et Naiera”. Al fijar su principal residencia en Nájera, cerca de su querido monasterio de San Millán de Suso, quiere estar cerca del Ebro para poder observar lo que courría en el condado de Castilla y reino de León y sentir mejor la actitud de los demás monarcas y jefes cristianos y musulmanes y poder tener rápidas relaciones con ellos. No se olvidó sin embargo que era rey de los pamploneses y que Pamplona había sido el primer núcleo de su reino y como tal había sufrido muchas tribulaciones y acciones bélicas de sus enemigos.

Reunía el Rey rasgos contradictorios en su personalidad: diplomacia y violencia, astucia y suavidad, religiosidad y ambición. Benignidad y belicosidad iban juntos en su carácter.

1.1 Navarra en busca de la hegemonía

Con el siglo XI se abre un nuevo período de la Reconquista.

Tras la muerte del caudillo Almanzor en el año 1002, los musulmanes dejan de ser enemigos temibles hasta la venida de los almorávides y se desploma el Estado andalusí. Tras la serie de graves conflictos - la "fitna"- que desgarran y acaban violentamente con el Califato de Córdoba, surgen núcleos de poder autónomo - taifas - en numerosas ciudades musulmanas que a menudo los cristianos aprenden con habilidad a convertir en aliadas. Las incursiones islámicas de castigo y devastación en territorios cristianos son ahora esporádicas, liberándose así los territorios cristianos de las gravosas exigencias tributarias islámicas. Ahora las luchas contra el Islam no son de mera supervivencia y las iniciativas cristianas de Reconquista se ven coronadas de éxito. Reanudada la repoblación de territorios, los condes y reyes muestran ahora una gran actividad otorgando exenciones y privilegios a las villas para atraer moradores y consolidar - con el fortalecimiento del poder del príncipe frente a la nobleza - relaciones de vasallaje. Esos fueros son el principio de las libertades municipales o el comienzo de una organización administrativa y fiscal a nivel municipal.

La dinastía leonesa decae, mientras crece en importancia e influjo la monarquía Navarra.

Sancho el Mayor asiste al desmembramiento del imperio califal de Córdoba pero muestra muy poco interés por hacerse con sus restos. Su mirada se fija más en los estados cristianos que le rodean, reinos debilitados por veinte años de guerra con los moros de Almanzor que todo habían destruído, mermando considerablemente las poblaciones. Navarra sin embargo había sufrido muy poco en este azote de Almanzor con su política de neutralidad o acomodación, practicamente de servidumbre al Califato.

Buscó el rey navarro acrecentar su reino pero la España musulmana no le interesó.

A medida que el califato de Córdoba se va disgregando y la desunión de los “reinos de taifas” se hacía patente, es el conde de Castilla Sancho García el que a partir del año 1009 - cuando es ejecutado “Sanchuelo” el segundo hijo de Almanzor y primo hermano de Sancho el Mayor, y desaparece la dictadura del linaje de los amiríes - se convierte en árbitro de la Península. Incluso llega a presentarse en Córdoba y exigiendo que se le devuelvan las plazas fronterizas que Almanzor había arrebatado al condado de Castilla. El joven rey Sancho imita al conde castellano reclamando la devolución de otras plazas y lo consigue. En la primera etapa de su reinado el joven rey navarro verá en el conde castellano su maestro, tanto en las artes de la milicia como en las de la diplomacia. Ambos sabrán combinar arrojo y diplomacia. Y es por ese tiempo cuando casa Sancho el Mayor con su hija, la castellana Munia (1010).

Abd al-Rahman Ibn Sanchul
"Sanchuelo"
983/986 - 1009
hijo de Almanzor y Abda, hija del rey de Navarra Sancho Garcés II

Navarra había vivido hasta entonces replegada en sí misma, practicando una política de equilibrios y alianzas que la mantuvieron en relativamente buenas relaciones con el califato de Córdoba en el siglo X. Con Sancho el Mayor, Navarra se va a revelar en el siglo XI con fuerza, agresividad y con ansias de dominio. Abandona su ideal de equilibrio político entre los reinos cristianos y busca decididamente la hegemonía sobre los demás. Navarra será con Sancho el Mayor centro prestigiado de la España cristiana y raíz de todas las posteriores dinastías españolas, habiendo dado reyes a los demás reinos reconquistadores y organizando sus territorios alrededor de numerosos monasterios que se vieron atribuir por la monarquía navarra una importantísima función eclesiástica y socio-económica.

Una vez bien delimitadas las fronteras con el condado de Castilla en el flanco occidental de los territorios riojanos el año 1016, busca Sancho el Mayor ampliar su influencia creando vasallajes en su favor en las zonas pirenaicas de Sobrarbe, Ribagorza, Pallars y el condado de Barcelona. Siempre usando pretextos de parentesco, consigue también Sancho el Mayor el vasallaje del duque de Gascuña quien además le cede el dominio directo sobre la región norpirenaico-atlántica del Labourd. Vendrá después su gran aventura castellana y leonesa llegando a ejercer autoridad en todo el condado de Castilla y el reino de León y ampliando las fronteras de su reino navarro por toda la Bureba y la Vétula Castilla.

Y lleva a cabo una notable reorganización defensiva militar tanto en Navarra como en el condado de Aragón, que será luego la base que permitirá a Alfonso I el Batallador y a Jaime I el Conquistador asombrar al mundo cristiano en sus avances territoriales a costa del Islam.

Tras los éxitos de Sancho el Mayor en León y Castilla, recibe una carta de Oliva, el abad del monasterio de Ripoll y obispo de Vich, dirigida “Al señor y venerable Sancho, rey ibérico, Oliva, obispo de la santa iglesia de Vich con toda la grey a él sujeta de Santa María de Ripoll, los gozos de la vida presente y la futura”. El obispo no ve en Sancho un caudillo del Pirineo motivado por crear un "reino vascón", sino el “ rex ibericus “ , el señor de las vastas tierras hispanas a quien rinden vasallaje ilustres príncipes. Sancho el Mayor fué seguramente el monarca cristiano más importante de la Alta Edad Media y sin duda el primero que quiso unir a todos los territorios cristianos bajo su cetro ( 3). En el acta de traslación del cuerpo de San Millán, el 14 de mayo de 1030, se dice :

“... reinando en Nájera, en Castilla y en León el rey de las Españas”

Su empeño y su obra de unificación territorial desaparecerá sin embargo con la misma facilidad con que la formó, pero su legado de apertura a nuevas formas de expresión cultural perdurará dejando una huella imborrable en España.

1.2 relaciones pirenaicas:


 

Sobrarbe y Ribagorza

Tras el deslinde de fronteras que Sancho el Mayor lleva a cabo con su suegro el conde Sancho García en la frontera occidental del reino en el año 1016, “concordia et convenientia”, el Rey pasó a ocuparse de sus fronteras orientales y en su camino hace frecuentes visitas a San Juan de la Peña. Es probablemente durante este período cuando se despiertan en el rey navarro sus ambiciosas políticas expansionistas que le dominarán hasta el final de su vida.

Aragón es en vida de Sancho el Mayor un condado del que ya su abuelo Sancho II Garcés “Abarca” (935-970-994) era el titular por herencia materna y que desde el siglo IX había mantenido estrecha relación con Navarra.

Los territorios vecinos de Sobrarbe y Ribagorza no se incorporan al condado de Aragón hasta el siglo XI cuando el condado se transforme en reino. Todos estos territorios, al igual que Cataluña, habían ido desgajándose del imperio franco al iniciarse la desintegración de la obra creada por Carlomagno. Consecuencia de esta desintegración es también la aparición de la dinastía capeta de Hugo I . Sancho el Mayor ve la ocasión de imponer un vasallaje a estos condes pirenaicos a quienes ve necesitados de protección, no solamente para defenderlos de sus vecinos condados cristianos a ambos lados del Pirineo, sino muy principalmente de las incursiones sarracenas pues los musulmanes están todavía en Monzón y Lérida.

Además del grupo político organizado del condado de Aragón en la Jacetania del Pirineo occidental, inicialmente bajo influencia carolingia y luego de los reyes de Pamplona ("bajo la potestad de García Sánchez rey desde Pamplona hasta el valle de Boltaña"), existió también un núcleo cristiano oriental en Ribagorza separado del condado de Aragón por la zona de origen romano“Boletum” o Boltaña - el Sobrarbe - que había pasado a dominio cristiano probablemente a principios del siglo X. Este grupo oriental lo forman los monasterios de las cuencas de los ríos Isábena y Noguera Ribagorzana, cuyos cenobios ribagorzanos más conocidos son los de Obarra y de Santa María de Alaón de fundación carolingia. Los monasterios carolingios son abundantes allí donde los núcleos musulmanes se encuentran lejos (cuencas de los ríos Isábena y Noguera Ribagorzana); en lugares próximos a poblaciones musulmanas (Boltaña) no pudieron erigirse los monasterios carolingios.

Documentalmente se tienen pocas noticias de Sobrarbe. Probablemente no había a principios del siglo XI un conde y el territorio estaría siendo disputado por los condes de Ribagorza y por los musulmanes que estaban muy cerca. Aprovechando esta situación y probablemente con el consentimiento de Suleyman, que estaba en Córdoba protegido por su suegro el conde castellano Sancho García, Sancho el Mayor se apoderó sin gran esfuerzo de este territorio de Sobrarbe.

Los territorios de Ribagorza, incluso más reducidos en extensión que los del condado de Aragón - con una anchura de unos 30 kilómetros comprendiendo los valles del Noguera-Ribagorzana, Esera e Isábena - se organizan también a principios del siglo IX bajo la dependencia inicialmente de los condes de Toulouse, pasando luego a depender del conde aragonés Aznar y retornando hacia el 848 a depender de nuevo de los condes francos. Son territorios que se encuentran aislados pues no los atraviesa ninguna calzada romana y las comunicaciones de los valles altos con la vertiente norte de los Pirineos eran difíciles. Tampoco disponía de ningún núcleo urbano de importancia que pudiera centralizar la vida económica del territorio.

A la muerte en el año 916 del primer conde de Ribagorza y de Pallars, Raymond I (4), estos condados se reparten entre sus cuatro hijos varones, aunque la separación es más nominal que real pues Ribagorza necesita Pallars para relacionarse con otros territorios cristianos.

Uno de estos cuatro hijos, el conde Bernardo de Ribagorza (916-950) había casado con Toda Galíndez, hija del conde Galindo II Aznar de Aragón, que aportó al matrimonio las tierras de Sobrarbe. Tras el asesinato del conde Guillermo Isarno en el año 1017, se origina un vacío de poder en Ribagorza central que intenta llenar su prima hermana la condesa Mayor (que ejercía su dominio en la parte norte de Ribagorza), hija del conde de Castilla Garci Fernández que había casado con Ava hija de Raymond II, conde de Ribagorza. La citada condesa Mayor había casado con Raymond III de Pallars-Jussa.

Por el casamiento del conde de Castilla, Garci Fernández, con la citada Ava de Ribagorza se percibe que hubo un deseo castellano de contrarrestar la presión navarra en las tierras limítrofes riojanas. Pero no obstante las pretensiones de la citada condesa Mayor al condado de Ribagorza, Sancho el Mayor alega los de su mujer Munia (5), también castellana y que es sobrina de la citada Mayor. Las circunstancias favorecían al rey navarro. La condesa Mayor había sido repudiada por su esposo el conde Raymond III de Pallars-Jussa que trató de desposeerla del condado. Ella se refugió en los valles de Sos y Benasque en la parte norte de Ribagorza. Y fue gracias a esta coyuntura de debilidad de la condesa Mayor que la reivindicación de Sancho el Mayor por su esposa Munia pudo prevalecer, pasando así a imponer su autoridad en el condado pirenáico. Fortificó entonces Buil (la antigua capital de Sobrarbe hasta la reconquista de Ainsa) y avanzó por la parte sur de Ribagorza liberando Rota y Güel (1018) que estaban en poder de los musulmanes. La condesa Mayor se retiró en el año 1025 al monasterio castellano de San Miguel de Pedroso renunciando entonces a sus derechos en favor del rey Sancho el Mayor por su sobrina Munia, esposa de éste.

Pallars

Tras el territorio de Ribagorza, hacia el oriente pirenaico, se encontraba el condado de Pallars que había estado políticamente unido con Ribagorza hasta que, a la muerte del conde Raymond I (916), ambos condados quedaron separados. El río Noguera Ribagorzana separaba ambos territorios de forma parecida a como hoy día separa Huesca y Lérida. A la muerte en el año 1010 de su nieto el conde Suñer quedó dividido el territorio del condado entre sus hijos Raymond III y Guillermo II. A la muerte de éste hacia el 1022, Raymond III aspira a heredar a su hermano para reunir de nuevo todo el condado (Jussa y Subirá). Al haber casado con la condesa Mayor de Ribagorza quiso también Raymond III apoderarse de este condado tras repudiar a Mayor. Pero la intervención de Sancho el Mayor frustró sus esperanzas de reunir primero Pallars y luego este condado con Ribagorza. Al pretender Raymond heredar a su hermano Guillermo II, Sancho el Mayor alega un mejor derecho, tanto por su esposa Munia que desciende en línea directa del primer conde Raymond I, como por su antepasada Dadildis, madre del rey navarro Sancho I Garcés y hermana del mismo Raymond I. Hacia el año 1025 hubo un conato de entendimiento entre la familia condal de Pallars y Sancho el Mayor y en el año 1026 se extiende una escritura en la que los condes reconocen la soberanía del rey navarro.

No parece sin embargo que Sancho el Mayor hubiera llevado de cerca los asuntos de Pallars pues Raymond IV sigue apareciendo en el gobierno del condado y a la muerte de Sancho el Mayor en el año 1035, su hijo Gonzalo hereda los condados de Sobrarbe y Ribagorza pero no así el condado de Pallars. Puede pensarse que al haber muerto en el mismo año de 1035 la condesa-religiosa Mayor y el rey Sancho el Mayor, la autoridad en el condado habría vuelto naturalmente a la vieja casa condal sin oposición de la reina-viuda Munia - que no querría complicar aún más la herencia de su marido - por lo que cabría suponer que los habitantes de Pallars nunca reconocieron verdaderamente la soberanía del rey navarro.


Barcelona

En un documento fechado en San Juan de la Peña en marzo del año 1033 se dice:

“Regnante rex Sancio Gartianis
in Aragone et in Castella et in Legione,
de Zamora usque in Barcinona
et cunta Guasconia imperante”

Tras la ocupación de los territorios de Sobrarbe, Ribagorza y Pallars por el rey Sancho, los condados catalanes eran ahora sus vecinos por el oriente. Hacía poco tiempo que los catalanes habían conseguido salir de la autoridad de los carolingios y se afanaban entonces en tratar de extender sus dominios a costa de los musulmanes. El condado de Barcelona tendía también a crecer a costa de otros condes de las comarcas catalanas. El rey Sancho tiene algún lazo de parentesco y se interesa por el condado de Barcelona.

Berenguer Ramón I era el conde de Barcelona desde la muerte de su padre Ramon-Borrel III el 25 de febrero del año 1018, cuando tenía solamente unos 13 años de edad. En el año 1016 el conde castellano Sancho I García - el suegro de Sancho el Mayor - había estado en Barcelona concertando la boda de su hija Sancha con el futuro conde de Barcelona, entonces de 10-11 años de edad. Esta boda debió de celebrarse en el año 1021 y tuvo lugar en Zaragoza, en la lujosa corte del primer rey de taifa, Mundhir.

Su madre viuda era Ermesinda, hija de los condes de Foix y de Carcassonne, y quedaba en sus manos la tutoría de su hijo, el joven conde Berenguer Ramón I. Era Ermesinda inteligente y de carácter independiente y absorbente, que no se resignaría facilmente a dejar el poder a su hijo cuando éste llegara a la mayoría de edad. Yahya, rey moro de la taifa de Zaragoza, acababa de suceder a su padre Mundhir y no dudó en aprovechar la minoría de edad del conde para atacar las fronteras del condado de Barcelona. Y algo parecido hacía Mochehid, rey de Tortosa, Denia y Baleares. La reina Ermesinda solía buscar ayuda exterior en estos casos en aventureros normandos al mando de Roger de Toeni “el Hispánico”. Descontento el conde Berenguer Ramón con la forma de actuar del aliado normando de su madre, decidió por su cuenta pedir ayuda a su cuñado el prestigioso rey navarro Sancho el Mayor, cuya esposa la reina Munia era hermana de su mujer la condesa Sancha. Sancho el Mayor era unos 15 años mayor que el conde de Barcelona.

Como se expone más adelante, el rey Sancho el Mayor ya era en Castilla protector del joven conde castellano, su cuñado el infante García, y ahora se le presentaba una oportunidad similar de ejercer su autoridad respecto de su cuñado el joven conde soberano de Barcelona. El precio por contener a los moros de Zaragoza y Lérida y apartar del gobierno a su madre la condesa viuda Ermesinda fue que Berenguer se declarara vasallo del rey navarro. De este modo pudo Sancho el Mayor decir que su dominio se extendía “desde Zamora hasta Barcelona”. En los documentos catalanes no aparece sin embargo huella de esta “soberanía” por lo que debió de tratarse de una relación personal entre el Rey y el Conde sin mayor trascendencia institucional y probablemente sin detrimento de las relaciones entre el Conde y su pueblo.

A la muerte de la condesa Sancha en el año 1026, desaparecen los lazos familiares entre las casas de Navarra y de Barcelona, aunque el conde Berenguer seguirá apoyándose en Sancho el Mayor para mantener alejados a los musulmanes. El débil conde y el poderoso rey protector mueren el mismo año de 1035. A pesar de la protección que Sancho el Mayor había dado al conde éste fechó su testamento en relación con el reinado del rey francés:

“hecho en este tercer día de las calendas de noviembre,
año segundo del rey Enrique”.

A pesar del vasallaje debido a Sancho el Mayor, el conde de Barcelona reconocía sin embargo que su señor feudal seguía siendo el rey Henri I de Francia (1008-1027-1060), nieto de Hugo I Capeto.

Ningún documento nos revela que a la muerte de Sancho el Mayor alguno de sus hijos hubiera tenido una pretensión de ejercer autoridad en el condado de Barcelona.

1.3 relaciones ultrapirenaicas


Sancho el Mayor también consiguió ver su autoridad reconocida en el ducado de Gascuña al otro lado de los Pirineos, hasta el río Garona. Gascuña estaba dividida en una serie de señoríos, entre los cuales Bigorre, Comminges, Bearn y Labourd lindaban con el reino de Navarra, con Aragón o con Sobrarbe y Ribagorza. Los primeros carolingios habían conseguido frenar la agresividad de estos pueblos gascones organizándolos en una provincia y poniendo a su frente un funcionario con el título de duque. Al perder cohesión el imperio carolingio a partir de la segunda mitad del siglo IX, Gascuña - al igual que los condados de las comarcas catalanas - rompió los lazos que la unían al poder central y accedió a convertirse en ducado soberano.

Cuando Urraca de Pamplona - hermana del rey Sancho II Garcés “Abarca” (935-970-994) - enviuda en el año 970 del conde de Castilla Fernán González, casa hacia el año 972 ó 975 con el duque de Gascuña Guillaume I. El peligro de Almanzor era entonces tan grave que no había reino cristiano que no buscara una alianza hacia el norte como eventual refugio y defensa. Este parentesco será el comienzo de una estrecha alianza entre los duques de Gascuña y los reyes de Navarra y abrirá la puerta por donde vendrá la ampliación del Reyno de Navarra por los territorios en Ultrapuertos. Según refieren los historiadores franceses el duque Guillermo cruzó varias veces los Pirineos para ayudar a sus parientes navarros en las luchas contra el caudillo Almanzor.

La relación de Sancho el Mayor con el hijo de Guillaume I y Urraca, el duque Sancho VI de Gascuña (ducado 1009-1032) será muy estrecha. Existe constancia de su presencia en San Millán de Suso en el año 992 en ocasión del entierro de Ramiro, hijo de Sancho “Abarca”, confirmando con su testimonio la donación de la villa de Cárdenas que Sancho Abarca hizo entonces al monasterio: “Sancio, filius Gogelmi comitis”. Su nombre se coloca en el documento inmediatamente después de los miembros de la Casa Real navarra y antes de los obispos, significando así la cercanía del vínculo existente y ello aunque Sancho no había heredado todavía - lo hará en 1009 - el ducado de Gascuña. En otra donación que hace el rey navarro García II Sánchez “el Temblón” (964-994-1000) al mismo monasterio en el año 996, también está presente el futuro duque Sancho de Gascuña y entonces la mención “Sancius filius Eogelini comitis” aparece una línea después de otra “Sancius, filius regis” que identifica al infante Sancho el Mayor, su sobrino y amigo.

Existen otras referencias documentales que han hecho pensar a los historiadores que Sancho VI Guillermo pudo incluso haber pasado su infancia en la corte de los reyes navarros en Nájera. Su madre Urraca de Pamplona había enviudado por segunda vez el año 997 por lo que no es aventurado pensar que viniera entonces a vivir - o a pasar largas temporadas - a la corte de su sobrino García II Sánchez “el Temblón” (+ 1000) trayendo quizá consigo a su hija Brisce - que estaría “suelta” hasta el año 1011 en que casó - y quizá también a su hijo Sancho Guillermo pues hasta el año 1009 éste no habría de hacerse cargo del ducado. Es su hermano mayor Bernard I el que hereda el año 997 el ducado. El mandato de éste será breve pues fallece el 25 de diciembre del año 1009 y su hermano menor Sancho toma entonces el relevo en la dirección del ducado. Su corte está en Saint-Sever sobre el río Adour en las Landas, no muy lejos del Bearn y la Baja Navarra de Ultrapuertos. También existe amplia documentación indicando su presencia repetidas veces en el monasterio de San Juan de la Peña en donde el duque colabora con su sobrino Sancho el Mayor para realizar allí una primera experiencia de implantación de la reforma de los monjes de la Orden de Cluny, como se expone más adelante.

En su política expansionista por territorios cristianos, Sancho el Mayor encuentra en este parentesco gascón otra oportunidad de transformar un ducado soberano amigo en un ducado feudatario. La ocasión vendrá por razón de los contínuos litigios que los duques de Gascuña mantienen con sus vecinos los condes de Toulouse, en cuyos territorios se encontraban algunos señoríos que mantenían afinidad de origen con los gascones. Así los condados de Agen y Astarac o los de Couserans y Comminges. La aspiración de Sancho VI era ser “príncipe de toda Gascuña” incluyendo esos señoríos citados y en esa empresa le ayudará Sancho el Mayor (6). De este modo el duque transpirenaico gascón se convertía en vasallo del rey navarro y éste en su protector ayudándole a conquistar territorios que durante mucho tiempo habían estado en litigio. Gracias a este apoyo, el ducado de Gascuña consiguió reunir a todos los gascones bajo la autoridad de Sancho VI Guillermo. Y Sancho el Mayor pudo proclamar que ejercía autoridad en toda Gascuña (7).

El duque Sancho era también conde de Burdeos y como tal era vasallo del segundo rey capeto Roberto II “el Piadoso” (972-987-1031). Pero como duque de Gascuña aceptó algún tipo de vasallaje con el rey de Navarra y por ello le vemos a menudo en San Juan de la Peña confirmando con su presencia y testimonio documentos y actas en un lugar preeminente, justamente después de ser mencionados los infantes.

Sancho el Mayor no consideró sin embargo suficiente esta relación formal de vasallaje a cambio de proporcionar ayuda a su amigo y pariente el duque gascón. Ambiciona los territorios al norte del río Bidasoa, incluyendo la costa, con importantes villas como San Juan de Luz o Bayona y los valles orientales de Baygorri, Osses, Cise, Armendariz y quizá otros. Es todo el territorio conocido como el Labourd que con Sancho el Mayor quedará vinculado a la corona de Navarra, formando un vizcondado. El Rey pone al frente del nuevo territorio a su mayordomo Lope Sánchez (+ 1058) (8) nieto del rey Ramiro Garcés de Viguera, sucediéndole quizá a partir del año 1033-1034 su hermano Fortún (+ 1062). Es esta familia de Viguera la que pacifica la región ultrapirenáica, prepara la restauración del episcopado de Bayona y consigue limpiar de piratas nórdicos normandos las costas , que amenazaban constantemente los puertos en sus nuevos señoríos de « Ipúzcoa y Vizcaya », arrebatados al condado de Castilla, a los que otorga así tranquilidad.

El duque Sancho VI fallece el 4 de octubre del año 1032 mientras Sancho el Mayor se encontraba en León pactando con el rey Bermudo III el casamiento de su hermana Sancha de León con su hijo Fernando de Navarra. El duque de Aquitania Guillaume V, ya fallecido en 1030, había sido amigo y persona muy respetada de Sancho el Mayor. Había estado casado desde 1011 con su tía Brisce, hermana del duque gascón Sancho VI. El hijo de Brisce y Guillaume V de Aquitania, Eudes o Odon, heredó el ducado en el año 1032. Hay razones para pensar que Sancho el Mayor hubiera querido disputarle el ducado, de no haberse encontrado entonces absorbido en la campaña del reino de León. No obstante, en marzo del año 1033 seguía Sancho el Mayor afirmando en una escritura su soberanía sobre toda la Gascuña, « imperando en toda la Gascuña ». Pero después de esta fecha ya no existen documentos que afirmen su soberanía feudal sobre el ducado de Gascuña. A la muerte de Eudes sin descendencia en el año 1039 los ducados de Gascuña y de Aquitania quedarían unidos - ya ininterrumpidamente - bajo la autoridad de su medio hermano Guillaume VII de Aquitania (1023 -1037 aquitania-1039 gascuña -1058).

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Como en el caso de Pallars o de Barcelona, el vasallaje de Gascuña había dado prestigio al monarca navarro pero quedó pronto sin trascendencia política. Sin embargo, como se expone más adelante, la experiencia gascona de Sancho el Mayor y los hombres que por ella conoció como el duque Guillaume V "el Grande" de Aquitania, fue determinante y enriquecedora para influenciar a Sancho el Mayor que más tarde decidirá abrir las puertas, de la Hispania encerrada en sí misma, a las modernas influencias culturales y religiosas europeas.

El territorio de Labourd, sobre el que Sancho el Mayor había obtenido un dominio directo, estaría desde el año 1032 sometido a vasallaje con el nuevo duque Eudes de Gascuña aunque la familia de Lope Sánchez, que había tenido el encargo de gobernar el territorio del vizcondado, lo mantendría por largo tiempo vinculado a su estirpe.

De esta manera acabaron amistosamente las ambiciones norpirenáicas de Sancho el Mayor que habría recibido por ello una compensación económica. Más tarde en la historia veremos cómo el reyno de Navarra reanudará la ampliación de sus fronteras pasando al otro lado de los Pirineos para incluir territorios de Ultrapuertos.

1.4 Navarra se adentra en Castilla

El matrimonio en el año 1010 del rey Sancho III Garcés“ el Mayor” con Munia, hija del conde Sancho García de Castilla, convirtió al rey navarro en un aventajado alumno que aprendió de las grandes virtudes que adornaban al conde castellano, a quien tuvo un gran respeto y en muy alta estima.

En el año 1016 suscriben ambos una “concordia et convenientia” para bien delimitar sus fronteras (9). Una vez hecho ésto y sintiéndose protegido por el “occident” del Reyno, el rey navarro extiende su autoridad por la frontera de “orient” en donde, como se ha visto más arriba, llegó a ejercer autoridad tan lejos como el condado de Barcelona, al que ayudó a defenderse de los constantes ataques de los musulmanes. Luego, habiendo además conseguido hacer vasallo a su tío el duque Sancho VI Guillaume de Gascuña y obtener para su reino el vizcondado de Labourd, vió Sancho el Mayor que su política expansionista podía también ser llevada al lado occidental del Reino por la frontera con el reino de León, en el condado de Castilla. Las circunstancias ya no eran las mismas que cuando se llegó a la “concordia et convenentia” con su suegro el año 1016.

Cuando muere su suegro, el conde Sancho García de Castilla, en el año 1017, su heredero en el condado es su hijo García Sánchez que tiene entonces solamente siete años de edad. En el prestigioso reino de León está ocupando el trono un cuñado de Sancho el Mayor - hijo de su hermana Urraca de Navarra-, Alfonso V “el Noble” (994-999-1028) - rey también de Galicia -, un rey hostil a los condes castellanos y a su creciente influencia. Su actitud belicosa se manifiesta en sus pretensiones de arrebatar al condado castellano la fértil llanura que se encuentra entre los ríos Pisuerga y Cea (10). Desde el propio consejo de regencia del joven conde castellano había surgido un partido que propugnaba buscar la protección de Navarra para poner el condado castellano a resguardo de los embates que se adivinaban desde el cetro leonés.

El 2 de diciembre del año 1022 enviuda Alfonso V de su primera mujer Elvira Melanda y casa en el 1023 con Urraca, lo cual constituye un éxito diplomático para Sancho el Mayor de Navarra pues se trata de su hermana. El rey navarro es ahora cuñado del joven conde castellano y cuñado también del rey de León. Sancho el Mayor, utilizando un pretexto de parentesco del mismo modo que lo había hecho en Cataluña o en Gascuña y hasta cierto punto en Ribagorza y Pallars, comienza a intervenir más activamente animado por los nobles castellanos. Inicialmente lo hace únicamente a título de “protector” del condado castellano y del joven conde García Sánchez, pero tras el matrimonio de su hermana Urraca con Alfonso V, sus ambiciones expansionistas van a colmarse a costa del Condado.

Sancho el Mayor acuerda con su cuñado Alfonso V no intervenir ante las acciones que éste pudiera llevar a cabo en la zona conflictiva del Pisuerga y en contrapartida el rey leonés acepta de buen grado que Navarra extienda su territorio por la frontera occidental de su reino, a costa del territorio del condado de Castilla. De modo que la paz entre Sancho el Mayor de Navarra y Alfonso V de León y Galicia se hará a costa de Castilla. Sancho el Mayor pasa así a ocupar la parte oriental del condado castellano con el pretexto de sofocar rebeldías y sin que ello ocasione ningún trauma institucional en Castilla, que se sentía protegida por el rey navarro (11). En los documentos de donaciones que Sancho el Mayor efectúa a partir de entonces, aparecen junto al Rey nombres de señores o de obispos castellanos que anteriormente figuraban en documentos de la corte condal castellana. Lo cual indica que extensas regiones de la Bureba castellana - desde Briviesca a Oña - y de la norteña Castella Vetula, la vieja Castilla - las Merindades o “Vetra” - habían quedado incorporadas al reino navarro y así igualmente el condado leonés de Álava, incluyendo en éste los territorios del litoral desde la orilla izquierda del río Oyarzun hasta la ría del Nervión e incluso Castro Urdiales (Flavióbriga o Portus Samanum en época romana).

Para asegurar mejor sus nuevas fronteras, Sancho el Mayor divide el condado alavés transformándolo en varios territorios: un condado de Alava ahora más reducido y los dos señoríos de Vizcaya y Guipúzcoa que adquieren una personalidad propia mejor definida. En Guipúzcoa ya se ha nombrado en 1025 un gobernador, García Aznar de origen aragonés, “Garcia Azenaris de Ipuscoa” (12). En Vizcaya es nombrado Íñigo López (13). En Álava, Término y Lantarón coloca Sancho el Mayor a Munio González con el título de conde, uno de los hombres de la familia Vela y pariente lejano de Jimena Fernández, la madre del Rey, que le había ayudado en sus campañas de León. Sancho el Mayor reorganiza toda la división administrativa del condado de Álava evitando que este territorio leonés estuviera en pocas manos. Cada valle tenía su señor y cada castillo su alcaide. Conseguió así llevar a las Vascongadas la organización militar con la que tan buenos resultados había obtenido en Navarra y en Aragón, sobre la que se hablará más adelante.

Conde Fernán González
910 - 970
Juan Ricci (1600-1681)

El espíritu centralizador y la obra unificadora que había presidido la política de los condes castellanos desde Fernán González y que tan fuerte había hecho al condado frente a los ataques del Islam, queda ahora sustituído por una disgregación jerárquica con una vuelta a la parcelación condal. Muy sagazmente, Sancho el Mayor había convertido a los nobles castellanos en dóciles súbditos de su nuevo rey a costa sin embargo de la legendaria cohesión conseguida por los condes castellanos en el siglo X. El rey navarro acabó con el desgobierno de Castilla e implantó poco a poco el imperio de la ley y la justicia, con una influencia renovadora de la nueva Iglesia. El sistema militar de tenencias, que tanta seguridad había dado en Navarra, será ahora también implantado en Castilla y en los nuevos territorios que se han segregado del condado para pasar a Navarra.

Es por entonces, hacia el año 1023 (14), cuando Sancho el Mayor consigue imponer cierta autoridad en Castilla, después de haber acercado sus tropas navarras al condado de Monzón en el Pisuerga para señalar al rey de León su presencia protectora. Propicia el cambio en el uso del nombre de su mujer pasando de Munia a Mayor, indicando con ello una reclamación de derechos sobre Castilla si llegase a faltar el joven conde García Sánchez (15).

Muerto el rey leonés Alfonso V en el sitio de Viseo el 4 de julio del año 1028, en la guerra contra los moros de Portugal, le sucede su hijo Bermudo III de unos 11 años de edad. Sancho el Mayor - probablemente de acuerdo con su hermana la reina Urraca, madrastra del nuevo rey leonés - pretende entonces un arreglo entre el reino de León y el condado de Castilla organizando el casamiento de su joven cuñado el conde de Castilla García Sánchez con su sobrina-nieta la infanta de León Sancha, hermana del rey Bermudo III. Sancha aportaría como dote los territorios en conflicto del condado de Monzón por lo que con la boda pasarían a Castilla y quedaría cancelado un litigio secular (16).

Cuando el 13 de mayo de 1029 el novio castellano se dirige a la iglesia de San Juan Bautista de León, su comitiva es asaltada por los hijos de un conde castellano disidente, de la familia de los Vela, dando muerte al joven novio y conde de Castilla. Al no haber otros descendientes varones del conde asesinado, Sancho el Mayor reclama el Condado en nombre de su esposa Mayor, hermana del infante asesinado. El conde es enterrado en el monasterio de Oña con sus padres.

Pocos días después del asesinato, el 20 de junio, la hermana de su suegro, Oneca - la abadesa del monasterio de San Salvador de Oña (17) y anteriormente casada con el caudillo Almanzor - entregaba a Sancho el Mayor sus señoríos, palacios y heredamientos en varias regiones castellanas y especialmente en la Bureba, los alfoces de Clunia y Lara y las cercanías de Haro y Treviño. Y en esa ocasión, en las escrituras se afirmaba según el padre Moret “que reinaba por la gracia de Dios el príncipe don Sancho, y que su hijo don Fernando era conde de Castilla”. Esta entrega pudo haber sido una buen razón para que Sancho comenzara una ocupación efectiva de esos y otros territorios castellanos.

No tardó Sancho el Mayor en poner sitio al castillo de Monzón donde se habían refugiado los Vela. Tomó el castillo y según algunas crónicas, envió a los asesinos a la hoguera degollando a todos los defensores de la fortaleza. Al apropiarse las tierras de esa rica llanura alegó que por el fallido matrimonio de su cuñado, el joven conde de Castilla, hubieran pasado a Castilla en dote por lo que debían ahora corresponderle. Sin embargo fue con sus tropas más allá de los límites de la llanura en litigio entre el Pisuerga y el Cea, ocupando la ciudad de Cea y apropiándose del monasterio de Sahagún. El rey Bermudo de solamente 12 años de edad, quiere encender una guerra pero aconsejado por su madrastra Urraca hermana del rey navarro, acaba aceptando el dominio de Sancho el Mayor sobre su reino. En los años que siguen, numerosas escrituras usan fórmulas del estilo reinando Sancho rey en Leon y en Castilla” y constituía un anuncio de lo que realmente planeaba el rey navarro para el reino de León, en línea con lo que había hecho en el caso del condado de Castilla.

A finales del año 1032 el rey Bermudo tiene ya 16 años y se puede observar que el nombre de su madrastra Urraca, que había regentado el reino hasta entonces, ya no figura en los documentos junto a su hijo, lo que es señal de que el Rey ha empezado a actuar por su cuenta sin la tutela de Urraca. Es entonces cuando concibe imprimir una dirección personal a los negocios del reino. Aleja a los hombres fieles de Sancho el Mayor que le rodean y prescinde de su madrastra, del obispo de Oviedo que se ve obligado a huir refugiándose en la corte del rey Sancho y de numerosos nobles que allí ocupaban oficios. Las tropas de ambos reyes se encuentran frente a frente en posición de desafío en el otoño del año 1032, separadas por el río Cea.

Poco después muere el duque de Gascuña sin dejar ningún heredero masculino y el rey Sancho deja León, encontrándose poco después en Leyre con Lope y Fortún Sánchez, con quienes habría evaluado sus eventuales derechos sucesorios a aquel ducado ultrapirenaico. Antes de fin de año Sancho el Mayor ha retornado a León y habiendo existido solamente algunos choques menores, se llega a suscribir una paz por la que Sancho el Mayor conseguía astutamente la mano de Sancha, hermana del rey Bermudo, para su segundo hijo Fernando (18). En cualquier caso se da por terminado el litigio con el compromiso adquirido para esta boda que se celebra con toda solemnidad en el año 1033, a pesar de la corta edad de Fernando que tiene solamente 12-13 años.

Sin embargo continuó el litigio y el rey Sancho habría tenido que volver pronto a León donde fue ganando en todos los choques con Bermudo hasta entrar en la capital en enero del año 1034. El nuevo obispo de Astorga abraza la causa del vencedor y prácticamente todas las escrituras de los monasterios reconocen ahora que Sancho reina en León imponiéndose su autoridad a todos los nobles y magnates de tierra de Campos y de la montaña. Desde mediados del año 1034 es también dueño de Astorga y de Zamora y conquista todas las tierras hasta Galicia, en donde se recluye al rey Bermudo.

Sancho había simultaneado sus acciones militares con iniciativas diplomáticas, obteniendo en León el mismo éxito que en Castilla. Acuñó entonces moneda en la que afirma la dignidad imperial, robusteciendo así la vieja aspiración de Alfonso V y de su hijo Bermudo de dar una supremacía al ocupante del trono de León sobre los demás caudillos de la España cristiana.

Al año de haber entrado en León, el 18 de octubre del 1035, muere el rey Sancho el Mayor a la edad de aproximadamente 45 años, siendo enterrado en el monasterio de Oña. La herencia de Sancho el Mayor es un capítulo importante en la historia medieval de Navarra, pero antes de entrar en ello conviene dejar constancia del legado cultural de este rey.

1.5 Navarra con la nueva cultura religiosa

 

Hasta la llegada del siglo XI, los reinos cristianos de la Península habían vivido de espaldas a lo que ocurría en otros lugares de Europa. Su su tarea y ocupación había sido defender o conquistar su independencia frente a la presión guerrera y cultural del prestigioso califato de Córdoba. La Iglesia gozaba de relativa autonomía y mantenía tradiciones que le otorgaban caracteres propios, entre los que sobresalía la conservación de la liturgia visigótico-mozárabe.

Durante el reinado de Sancho el Mayor se hunde el Califato, desaparece el poder militar de la España musulmana y Córdoba ya no es ni temible ni admirable. Los cristianos del norte vuelven entonces sus ojos hacia Europa. En el orden religioso y cultural la transformación que se va a operar es muy importente y el Reyno de Navarra de Sancho el Mayor será el instrumento que necesitaba España para canalizar los aportes culturales europeos. A partir de entonces, y hasta el siglo XVI, Navarra será el puente con Europa.

España va a salir en el siglo XI del aislamiento en que se encontraba, aunque con perjuicio de sus tradiciones. El rito visigodo será sustituído por el romano. Desaparece la escritura visigoda y en su lugar se emplea la carolingia. El arte mozárabe seguirá ahora la arquitectura románica y en el lenguaje entrarán numerosos términos provenzales y franceses. La introducción de galicismos no había ya de cesar en toda la Edad Media. Se reanudan las relaciones con Roma, se reorganiza la jerarquía eclesiástica, desaparece la antigua liturgia nacional, la legislación canónica es también sustituída y se proponen nuevas formas de arte con cambios en la escritura y en la observancia monástica.

Los cluniacenses defendían la universalidad romana por encima de los particularismos nacionales y traían usos que eran desconocidos en nuestras prácticas religiosas. Así penetra el culto a las imágenes, contrario a las primitivas costumbres de la Iglesia española. Poco influenciada por el movimiento mozárabe, España se encontraba aún anclada en la tradición visigoda.

El convento de Cluny a orillas del río Grosne en el viejo condado de Mâcon (departamento francés del Saona y Loira) data del año 910 y su origen se debe al duque Guillaume de Aquitania, conde de Mâcon. Allí se estableció una perfecta disciplina monástica en observancia de la regla de San Benito y consiguió unir y reformar la mayoría de los monasterios de Europa, lo que se había intentado desde el concilio de Aquisgrán en el año 817 en la época de Ludovico Pío. Cuando San Odilón es elegido abad de Cluny en el año 994, eran ya 177 conventos los que reunía Cluny. Su sucesor el abad San Hugo I el Magno (1049-1109) logró reunir cerca de 1.000 monasterios observantes de su reforma, lo que da una idea del influjo y seguimiento que en toda Europa tuvo la reforma cluniacense.

Las influencias de Europa llegan a Sancho el Mayor principalmente por sus relaciones con el ducado de Gascuña y también por las que tiene en el condado de Barcelona, heredero de la Marca Hispánica de los reyes carlolingios. La estrecha relación entre Sancho el Mayor con el infatigable constructor de iglesias, el abad Oliva de Ripoll, miembro de la familia condal de Barcelona y más tarde obispo de Vich en el condado de Barcelona y con el abad Odilon de Cluny, puso al rey de Navarra en relación con otras formas de cultura religiosa francesas y europeas que el Rey favorece venir a tierras navarras, aragonesas y castellanas.

A través de Gascuña y de su tío el duque Sancho VI Guillaume había entrado Sancho el Mayor en contacto con personalidades influyentes, entre ellas Guillaume V “el Grande”, duque de Aquitania y conde de Poitiers, más poderoso que su señor el rey de Francia. El Duque es un gran valedor de la Orden de Cluny, cuya creación había sido promovida en el año 909 por sus antepasados en el ducado aquitano, y es también un ferviente aliado de la sede pontificia de Roma a donde viaja todos los años. El Duque recorre también el camino de Santiago usando la nueva ruta que ha trazado Sancho el Mayor en dirección al valle del Ebro y se muestra hospitalario con él en Nájera.

Un suceso había conmovido a la cristiandad. El hallazgo de la reliquia de la cabeza de San Juan Bautista en una villa de Francia, Saint-Jean-d’Angély, atrajo numerosos peregrinos y Sancho el Mayor no dudó en acudir. Allí entabla relación en la primavera del año 1014 con rey capeto de los francos Roberto II el Piadoso (972-987-1031) y la reina de Francia Constanza de Arles, con Odon de Champagne y muchos otros príncipes y prelados. En ese ambiente se viven las nuevas ideas sobre la restauración y renovación de la Iglesia, de la reforma monacal de Cluny, y se habla de su influyente abad Odilon, el hombre más respetado en aquellos días, tanto en los círculos de reyes como en los religiosos. Y escucharía el rey navarro los relatos de los contínuos viajes a Roma, de cómo los reyes y los señores entregaban a los monjes borgoñones sus casas religiosas para que fueran “reformadas”. Sancho el Mayor se habría dejado llevar también por esa corriente en el mismo lugar y tiempo de su nacimiento. Allí se entabló una verdadera amistad entre Sancho el Mayor y el gran valedor de la reforma en Francia, el duque Guillaume V de Aquitania.

El desarrollo de Cluny en España, con lo que ello significó de explosión espiritual, cultural y artística en la Edad Media, es consecuencia de estas relaciones de Sancho el Mayor y luego, con las notables influencias de las peregrinaciones del camino de Santiago, será un torrente de vida europea la que afluya sin interrupción por Navarra a la Península.

La reforma va a ser impulsada por Sancho el Mayor primero como ensayo en San Juan de la Peña y luego desde Leyre hacia otros muchos monasterios de la Península, abriendo el camino a la reforma de San Benito y San Odilón. Leyre y Ujué son sin duda las primeras versiones navarras de la arquitectura románica que se extiende por Occidente en el siglo XI. La riqueza arquitectónica y de imaginería religiosas de los siglos XI y XII en España en estilo románico es proverbial.Navarra debe estar orgullosa de haber sido la puerta que abrió Sancho el Mayor a las influencias espirituales y artísticas europeas en la Península Ibérica.

1.6 la reforma monacal

En la España que encuentra Sancho el Mayor a comienzos del siglo XI era normal encontrar “iglesias propias” y “monasterios familiares”. Aunque estaban admitidos por la legislación canónica, no era posible observar en ellos las reglas monacales estrictamente religiosas. Normalmente eran los obispos los que ejercían autoridad sobre los grandes monasterios, mientras que los pequeños estaban en manos de señores laicos. Éstos, en calidad de propietarios o patronos, disponían de estos monasterios entregándolos a clérigos de su estirpe familiar y cuya vocación religiosa a menudo era un pretexto para percibir las rentas del monasterio. No pocas veces se instalaban con el abad dentro del claustro monacal todos sus familiares con sus servidores. Ello era causa de decadencia, tanto material como espiritual.

En los primeros decenios del siglo X había florecido en Borgoña la abadía de San Pedro de Cluny, destacando por la estricta observancia de la regla de San Benito. La mayor dificultad para este logro era en aquella época la dependencia o sujeción de los monasterios a los poderes tanto civiles como eclesiásticos de la región en que estaban situados. Para evitar ésto se había pensado en poner a los monasterios en directa dependencia con la Sede Apostólica de Roma, lo que garantizaba la libre elección del abad y desarrollo de la vida conventual sin intromisiones externas. Esta idea reformadora encontraba no pocas veces resistencia por parte de los obispos y señores feudales. La reforma prosperó sin embargo, gracias a la grandeza de sus primeros abades y el apoyo otorgado por algunos príncipes que se desprendieron de sus propios monasterios. Éste había sido el caso del duque de Aquitania Guillaume V el Grande, a quien Sancho el Mayor quiso emular con similar conducta.

Al terminar el siglo X los principales monjes reformadores habían penetrado en los países con los que Sancho el Mayor estuvo en estrecho contacto: Cataluña, Gascuña y Aquitania. En Aquitania el duque Guillermo V, gran amigo de Sancho el Mayor y a quien éste profesaba una gran admiración, trataba directamente con el abad Odilon de Cluny e introdujo la regla en sus monasterios que el propio Sancho visitó en su peregrinación a Saint-Jean-d’Angely

La reforma llevada a cabo por Sancho el Mayor al sur de los Pirineos marcó algunas diferencias con la originaria de Cluny desarrollada en Aquitania y en Gascuña. En Francia se llevó a cabo una entrega total de los monasterios en manos de cada “reformador”, convirtiéndose los monasterios reformados en dependencias de Cluny, con lo que su autonomía quedaba limitada. En Cataluña la reforma es sin embargo limitada. Se aceptan las ideas de Cluny pero se rechaza el compromiso de dependencia directa de la Santa Sede e incorporación a la gran abadía borgoñona. Ello era debido a la dificultad de romper completamente y drásticamente con el régimen feudal que ataba los monasterios a los grandes señores eclesiásticos. Así el obispo de Gerona era al mismo tiempo abad de San Benito de Bages y Oliva no dudará en conservar su título de abad de Ripoll y de Cuxá cuando recibe el nombramiento de obispo de Vich.

Sancho el Mayor, conocedor de la reforma que se está llevando a cabo en los monasterios de Francia y llevado por los consejos del obispo Oliva de Vich y de su enviado a Navarra, el monje Poncio, así como de la que llevan los duques de Aquitania y de Gascuña, decide conducir él mismo los comienzos de la reforma en su reino, sin ponerse en manos de iniciativas de monjes reformadores o del propio abad Odilon de Cluny. Temía el Rey que la aplicación de la reforma de forma absoluta al estilo que se practicaba en Francia pudiera encontrar resistencia en el régimen feudal y eclesiástico español y generara las revueltas y violencia que pudo observar habían ocurrido, cuando los gascones de su tío el duque Sancho VI Guillaume se opusieron con violencia a la reforma del monasterio de San Pedro de La Réole si ésta hubiera de ser conducida por los monjes francos de la abadía de Fleury. El abad de Fleury, San Abbon, sufrió entonces (1004) martirio a manos de los gascones.

Sancho el Mayor decide llevar a cabo una primera experiencia para lo que escoge el monasterio de San Juan Baustista de la Peña situado en el condado de Aragón y que había sido fuertemente castigado por las incursiones sarracenas. Era precísamente allí donde solía reunirse Sancho el Mayor con el conde de Barcelona y el duque de Gascuña. Se trataba de una casa perteneciente al patronato real, sobre la que el obispo Mancio de Aragón, de gran lealtad al Rey, nunca había mostrado ambición.

Para llevar a cabo la reforma en San Juan de la Peña, el Rey llamó venir de Cluny en el año 1024 a un monje español, antiguo anacoreta, llamado Paterno. Estando presentes el conde de Barcelona, el duque de Gascuña, el obispo Mancio de Aragón y el obispo de Pamplona, el Rey hace donación de la villa de Lazagurría - entre Viana y Mendavia - a la comunidad de monjes que llegados con Paterno habían comenzado a instalarse en el monasterio aragonés. El Rey emplaza a todos a volver al año siguiente el día de la fiesta de Pascua para dar solemnidad al acto oficial de entrega del monasterio de San Juan de la Peña a los monjes reformadores de Paterno. La cita es en el monasterio de Leyre y allí acuden todos los emplazados el 18 de abril del año 1025. Están además presentes la reina madre Jimena Fernández, la reina Munia (19) los “régulos” y muchos otros notables. Después de tres días de celebraciones religiosas, el notario Velasco dió lectura al acta de reforma del monasterio de San Juan de la Peña que se firma el 11 de las calendas de mayo del año 1025:

“donde se encuentran los sepulcros de mis mayores”
. . .
“... deseando congregar y confirmar en dicho monasterio
un camino y una vida monacal,
conforme con la santa Regla,
reunidos los monjes,
designamos por elección común
como padre de los siervos de Cristo
al abad Paterno... “ 

De esta manera quedó establecida en España la primera casa cluniacense, tras la cual vendría a aplicarse la reforma en numerosos monasterios con los mismos claros objetivos: expulsión de todos los abusos de poder secular y vida mundana; introducción de los usos y costumbres de Cluny - excepción hecha todavía de los usos litúrgicos que aún seguirán siendo mozárabes - y garantía de libertad e independencia de elección del abad. De esta manera abre Sancho el Mayor la puerta por la que entraría una corriente reformadora de influjo europeizador, silenciando la brillantez de la influencia islámica del viejo Califato de Córdoba. Cuarenta años más tarde, San Juan de la Peña aboliría la “ley Toledana” dando paso a la nueva liturgia “galicana", con la mira puesta en todo lo gregoriano de Roma.

Tras la introducción de la reforma en San Juan Bautista de la Peña, Sancho el Mayor la aplica sin demora entre los años 1025 y el 1027 a Leyre, Oña, Santa María de Irache, San Martín de Albelda, San Millán de la Cogolla y San Pedro de Cardeña. En ninguno de ellos se aplicó tan estrictamente como en San Juan de la Peña, no llegándose a suprimir totalmente sin embargo la costumbre canónicamente establecida de la propiedad de los monasterios y de la autoridad que tenían sobre ellos los poderes seculares.

Desde San Juan de la Peña la reforma se extiende a todos los demás reinos cristianos hispánicos y las nuevas costumbres transformarían completamente el ambiente religioso, cultural y social en todos los reinos que iban a gobernar los descendientes de Sancho el Mayor. Entonces, un concilio de Burgos declararía abolida la antigua liturgia hispana, juntamente con la legislación canónica, con la biblia de San Isidoro, con la escritura visigótica y con las normas disciplinares que San Fructuoso había infundido en el monacato de la Reconquista. El 22 de marzo del año 1077, reinando en Aragón y en Navarra Sancho I Ramírez, una iglesia española se había acomodado por primera vez a las directrices papales en relación con la liturgia de la misa. Ese día, en el monasterio de San Juan de la Peña, se abandonaba la liturgia mozárabe, toledana o visigótica y se inicia la liturgia romana (20).

Si en el aspecto político de ampliación de fronteras del Reyno, Sancho el Mayor no había conseguido legar algo duradero y su obra de unión de reinos cristianos desapareció rápidamente en medio de luchas familiares, en cambio su obra en el campo de las relaciones culturales con otros reinos de Europa y las transformaciones religiosas y monacales según las nuevas corrientes occidentales dejarán una siembra permanente.Y sin duda será por ello que la historia medieval de Navarra reconocerá a Sancho III Garcés el Mayor como el más transcendental de entre todos sus reyes.


1.7 la ruta jacobea

Es precisamente Sancho III el Mayor quien abre orientaciones transformadoras de las relaciones exteriores hispánicas. Desvía el Camino de Santiago que desde Roncesvalles seguía rutas abruptas y montañosas por el corredor del Val de Araquil hacia el condado leonés de Alava, dirigiéndolo hacia el valle del Ebro, para seguir hacia Santiago por tierras llanas y fértiles que incitaban al asentamiento de pobladores inmigrantes. A partir de entonces la ruta es un río de penetración europea, estableciéndose numerosos colonos que pronto formarán en nuestras ciudades barrios enteros de "francos". La otra vía jacobea, la tolosana procedente del condado pirenáico de Aragón y que atravesaba la Canal de Berdún, venía en Obanos - cerca de Eunate - a unirse con la procedente de Roncesvalles. Algunos años después de la muerte de Sancho el Mayor un puente - el “Puente de la Reina” - de magnitudes no conocidas hasta entonces facilitaba muy cerca de allí el paso del río Arga.

La expansión demográfica de los países europeos en el siglo XI y XII tuvo su reflejo en una gran actividad poblacional en Navarra y a través de ella, a lo largo de todo el valle del Ebro. Ello supuso un aporte económico, social y cultural que enriqueció el crisol de culturas que siempre fue el viejo reyno, contribuyó de forma notable al desarrollo urbano característico de estos siglos y a una estratificación de la sociedad con la aparición de nuevas clases sociales desvinculadas de los señoríos y que surgían de actividades económicas, comerciales, artesanales e industriales, no conocidas hasta entonces. Sancho el Mayor y luego sus descendientes - especialmente Sancho VI el Sabio - alentarán esta formación de núcleos urbanos a los que otorgan sus respectivos cartas y fueros municipales inspirados en modelos de origen ultrapirenaico.

1.8 influjo de la lengua romance de San Millán de Suso

El reinado de Sancho el Mayor hubo de haber influído de manera notable en el desarrollo y evolución de los dialectos romance en los distintos reinos cristianos. Por un lado, son los monasterios riojanos impulsados por los reyes de Navarra los que irradian la cultura y las nuevas formas romance en ellos atesorada de los territorios cercanos de la Vieja Castilla, la Bureba y Navarra que entonces tienen a Nájera como centro de gravedad. Por otro lado y por razón de la soberanía, relación de protectorado o influjo político y dinástico que Sancho el Mayor mantiene en el reino de León y en particular en el condado de Castilla, condado de Aragón y Sobrarbe/Ribagorza, la reforma cluniacense y el uso cada vez más generalizado de las lenguas romances se extiende a través de numerosos otros monasterios a todos los territorios bajo la autoridad de Sancho el Mayor.

Cuando en el siglo XV las lenguas romance de Castilla-León, Navarra y Aragón se funden y convergen en lo que desde entonces deberá llamarse la lengua española, no es debido al azar que las lenguas romance de Galicia y de Cataluña prosigan su andadura histórica al margen de la unión lingüística que presidieron los Trastamara en las tres regiones citadas de Castilla, Navarra y Aragón. Fué precísamente en Galicia y en Cataluña donde el influjo de Sancho el Mayor fué menos pronunciado en el territorio septentrional cristiano.

Las dinastías de Aragón y Castilla tienen así un origen común con la navarra en Sancho el Mayor y volverán a confluir en la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI bajo otra figura, un Trastamara - Fernando el Católico - de ascendencia castellana que fué hijo de un rey de Aragón y antes de Navarra, también empeñado como su antecesor del siglo XI en hacer una España uniendo sus reinos. Y en este origen común, los monasterios de la Rioja pero también los de los reinos de Aragón como San Juan de la Peña y Siresa, los de Navarra como Leyre y otros numerosos de Castilla y León, seguirán un destino común irradiando la nueva cultura europea de Cluny y luego del Cister y mantendrán una influencia mútua intensa en la vida monástica y el desarrollo de las respectivas lenguas romance de Aragón, Castilla, Navarra y Asturias-León. Qué duda cabe que este potente núcleo habría influído de forma notable en Galicia y Cataluña.

Sabedores del origen común navarro y siempre al acecho de encontrar la oportunidad de volver a ceñir un cetro unitario, los tres reinos - Castilla, Aragón y Navarra - serán la espina dorsal de la España reunificada y los tres estarán animados y unidos por la religión, por la Reconquista y por la lengua. Aunque las lenguas romance carecen todavía de fijeza y evolucionan separadamente en los tres reinos, será más lo que las une que lo que las separa y será al término de esa evolución en el siglo XV cuando se llegue a la unificación lingüística, anterior a la unificación político-territorial.

Debe considerarse sin embargo una simplificación pensar que existieron tres lenguas romance diferenciadas en Aragón, Navarra-Rioja y Castilla-León. Todas ellas dialectos en su origen del latín vulgar, se trataría más bien de una misma lengua - la que tuvo su origen escrito en San Millán de la Cogolla - en plena evolución oral, con mínimos referentes escritos y que acusaría diferencias a veces o temporalmente significativas de ámbito localista rural, según el substrato lingüístico de cada zona, la diversa influencia que aportaba la proximidad de las hablas vascuence, o la intensidad de las relaciones y los intercambios culturales y comerciales ultrapirenaicos.

En todo ello, la irradiación cultural del monasterio de San Millán de la Cogolla es fundamental, aunque no se puede aceptar el concepto quasi-biológico que muchos han dado a este monasterio al que han llamado - y siguen llamando torpemente - “cuna del castellano”. Es este un concepto originado sin duda por un moderno oportunismo turístico-cultural que ha llevado, con un enfoque localista, a la creación de una “ruta del castellano” que incomprensiblemente deja fuera a la Navarra que alentó y protegió el “scriptorio” de Suso y al Guadalquivir que embarcó nuestra lengua hacia América. Es casi ofensivo pensar que en el siglo X una nueva lengua - “balbuceante” como se ha dicho - está naciendo en San Millán de la Cogolla. En ese siglo muy pocos sabían leer o escribir, pero todos sus pobladores se comunicaban perfectamente oralmente. Incluso es sorprendente, a la vista de los glosarios entonces publicados, la riqueza lingüística disponible en la sociedad de entonces (21).

Es conceptualmente erróneo pensar que pueda existir un “alumbramiento” o “nacimiento” de una lengua. Como propone el profesor riojano Claudio García Turza, las lenguas no existen, solamente existen los sujetos que se comunican entre sí con instrumentos lingüísticos. Tampoco se puede hablar de la existencia en La Rioja en los siglos X-XI de una lengua romance “castellana”. Ésta fue sin duda la que se desarrolló en la “Vétula Castilla”, la de las Merindades o en las zonas vecinas de la “Bureba” - de Briviesca a Oña - con fuerte influencia de formas vascas. Sería la lengua que escribió ya más tarde Gonzalo de Berceo en el siglo XIII. Pero la que se comenzó a escribir mucho antes, en el siglo X en Suso, no era una lengua romance “castellana” sino la que se hablaba entonces en aquel lugar navarro-riojano, o la que se utilizaba por los monjes que allí residían, que no todos utilizarían la misma variedad. En todo caso sería una variedad dialectal romance de una entre varias lenguas “españolas o hispanas” entonces utilizadas, pero no se podía denominar “castellana”. De no llamarle “romance español” - que sería lo justo - habría que llamarle “romance navarro-riojano” o “navarro-najerino”.

Cuando el rey de Navarra Sancho IV es despeñado en Peñalén por sus hermanos en el año 1076, el territorio de La Rioja será arrebatado a Navarra por Castilla y desde entonces el romance castellano irá influyendo, incluso quizá suplantando, el romance autóctono riojano que conocemos por los códices de San Millán de la Cogolla. Esta convergencia lingüística con el romance castellano ocurrirá - por influjos recíprocos benignos - mucho más tarde en Aragón y en Navarra en el siglo XV, con anterioridad en cualquier caso a la unión política de estos reinos. En todo ello la piedra angular de nuestra lengua y cultura romance había sido la Cogolla y sería Sancho el Mayor el que la impregnaría de trascendentales influencias venidas del norte de los Pirineos. Los monasterios alentados y reformados por Sancho III el Mayor tras la iniciación en San Juan de la Peña, serían los instrumentos encargados de difundir esta nueva cultura que relegará la del Califato.

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capítulo 11
La Lengua Romance en Navarra

En San Millán de la Cogolla están las tumbas de los siete Infantes de Lara y de las reinas de Navarra doña Toda, doña Jimena y doña Elvira como para recordarnos la unión de reinos cristianos que alcanzó Sancho el Mayor.

1.9 los cargos palatinos y las tenencias

Sancho el Mayor estructuró su corte con cargos palatinos con anterioridad a los demás reinos cristianos, incluso a los capetos de Francia. La “curia regia” está formada por un grupo de magnates o “ricoshombres” que desempeñan los principales oficios cortesanos. Ya a mediados del siglo X en la Corte de García I Sánchez (919-925-970) encontramos:

  • majordomus in palatio regis o regidor del palacio
  • “magister de equis” o major equorum, el caballerizo mayor
  • stabularius o condestable
  • armiger o alférez

y los documentos de su nieto García II Sánchez el Temblón (964-994-1000) mencionan también otros cargos:

  • botilari o jefe de las bodegas (botiller)
  • arquitriclinus o maestresala
  • omnis curia palatii regis, el regidor del palacio

Sancho el Mayor conserva estos cargos y debió de ampliar la organización palatina pues los documentos hablan también del prior in omnia imperii palacii que se trataría del mismo omnis curia palatii regis del tiempo de su padre o del armentarius o ganadero del rey y del maestre-sala.

Muchos de los nombres que aparecen ocupando cargos palatinos ocupan también en otros momentos tenencias de plazas fuertes. Sus titulares debían gobernar en nombre del rey - el dominans o dominator - y defender un territorio residiendo en él. Desde su correspondiente plaza o territorio, el tenente está también a disposición del rey para conducir las tropas en su ayuda cuando aquél lo requiera. Sancho el Mayor sigue en esto la tradición de sus antepasados pero imprime ahora a los que ocupan estos cargos una gran confianza, continuidad en la permanencia y fidelidad y categoría institucional dentro del reino, consiguiendo convertir las plazas navarras en bastiones inexpugnables ante sus enemigos. A veces los hijos de los tenentes heredan el cargo de su padre, reforzando así el carácter de continuidad que quiso darles. Y siempre, sin que ello otorgara al tenente pretensión alguna de traspaso de soberanía, ya que siempre ejercía la autoridad en nombre del rey. Y quizá se encuentre aquí, en el sistema organizativo desarrollado por Sancho el Mayor, la clave que distinguió el modelo feudal de Francia del que acabó imperando en España.

La organización militar se establece sobre un sistema estratégico que sitúa las fortalezas y plazas con tenencias en puntos estratégicos, formando una red que se completaba a medida de las necesidades. Nájera y Viguera tienen gran importancia como la tuvieron en el siglo X. Frente al rey moro de Tudela y su castillo inexpugnable sobre la peña de Milagro, Sancho el Mayor crea dos tenencias de Funes sobre el Arga, una en Peralta y frente a la enemiga Calahorra crea la tenencia de Azagra. El castillo de Caparroso toma gran importancia frente a una hostil Bardena y lo mismo servirá la que organiza cerca del río Onsella, en la zona de Sangüesa. Crea una línea defensiva desde Falces hasta Gallipienzo, encontrándose en esa línea la tenencia de Tafalla. Todo está hecho para desanimar las incursiones de los moros de Tudela y de Calahorra.

Por el lado de Álava organiza otra red de fortificaciones en Val de Araquil. Para controlar a los condes castellanos que podían atacar desde sus plazas estratégicas de Pancorvo, Término y Lantarón, crea las fortalezas de Marañón y Pulicastro y más atrás en segunda línea, al norte, Estella o Deyo con el castillo de Monjardín que tienen los monjes de Irache, y al sur Lerín que tiene la misión de enlazar con las tenencias de Falces y Tafalla.

No se trata de detallar aquí otras líneas defensivas pues se crearon varias de ellas, pero no se puede dejar de señalar por su importancia el esfuerzo que Sancho el Mayor realizó también en las fronteras norte y oriental, tanto para controlar los pasos del Pirineo (cuatro vigilaban el camino de Roncesvalles, dos el valle de Salazar) o el camino de Aragón desde Sangüesa. En las tierras altas del condado de Aragón - las tierras bajas del Ebro estaban en poder de los musulmanes - todos los pasos del Pirineo están controlados con tenentes que juntamente con los accidentes del terreno hacen el condado infranqueable (además de Uncastillo, Murillo-Agüero, Luar o Loarre, sobre el río Esera, etc.). Otras tenencias están en lugares no fronterizos como la de Atarés. Sobrarbe es todo él una tenencia (Boltaña) y tenía autoridad sobre otras tenencias como Buil, Nocito y Mocito de Monclús. Las líneas estratégicas de tenencias que Sancho el Mayor organiza en la zona oriental es de tal envergadura que mantiene inmovilizados a los musulmanes durante mucho tiempo. Esto será un activo de valor inapreciable para el naciente reino de Aragón a mediados del siglo XI y será la clave que explicará el deslumbrante éxito conquistador de los primeros reyes de Aragón.

La estabilidad y seguridad que esta organización militar defensiva aportaba al Reyno - y que también llevaría más tarde al condado de Castilla y a algunas plazas de León - permitió liberar a Sancho el Mayor de preocupaciones con el mundo musulmán y dedicarse a ensanchar sus dominios a costa de los vecinos reinos cristianos. 

 

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2 el nacimiento de otros reinos cristianos

           2.1 la herencia de Sancho el Mayor
           2.2 Navarra ayuda en la unión de Castilla y León
           2.3 el condado de Aragón aspira a convertirse en reino
           2.4 el desenlace de Atapuerca

 


2.1 la herencia de Sancho el Mayor

Al año de haber entrado en la capital del reino de León muere el rey Sancho el Mayor el 18 de octubre del año 1035. Fue enterrado en el monasterio de Oña donde la reina Mayor querría también reunirse más tarde con su esposo el Rey y su padre el conde Sancho (22). Fue su hijo Fernando quien se ocupó de las exequias con su madre pues su hermano primogénito García se encontraba entonces peregrinando a Roma, de donde no volvería hasta las últimas semanas de ese mismo año 1035.

Muerto el Rey, el primogénito legítimo García recibe el reino considerablemente aumentado por la frontera occidental, ya que teniendo por el sur los Montes de Oca, comprendía la Bureba y la Vétula Castilla - tomadas por Sancho el Mayor del condado de Castilla - y por el norte tenía las regiones de ascendencia cántabra que formaban el condado leonés de Álava, dividido ahora entre los señoríos de Vizcaya, Guipúzcoa y el propio Álava.

El segundo hijo legítimo Fernando va a heredar un condado de Castilla considerablemente mermado, aunque posee ahora la fértil llanura entre los ríos Pisuerga y Cea.

Con el título de “rex” toma Gonzalo los territorios que por conquista había conseguido su padre en Sobrarbe y los que por legado materno se habían hecho valer por Sancho el Mayor en Ribagorza. Gonzalo murió poco después en el año 1038.

Y Ramiro, el mayor de los hijos, nacido de una relación extramatrimonial con Sancha de Aibar y muy querido del Rey y también de la reina Munia, toma también como “regulus” la tenencia del pequeño condado pirenaico de Aragón (23) además de otros territorios y plazas enclavados dentro del territorio de su hermano García. A la muerte de su hermano Gonzalo es Ramiro y no García quien toma los territorios de Sobrarbe y Ribagorza, ampliando así considerablemente lo que pasaría a ser más tarde el reino de Aragón.

Con anterioridad a la muerte de Sancho el Mayor en 1035, sus cuatro hijos gozan ya de cierta preeminencia territorial, no así de la autoridad y soberanía regia - "potestas regia”- que por su propia naturaleza es indivisible y emana unicamente de Sancho el Mayor recayendo en su hijo primogénito García. Fernando acompaña en varias ocasiones a su padre el Rey por el condado de Castilla en donde los castellanos ven ya en él la continuación de su Condado independiente. Ramiro ayudaba al rey como “regulus” en la gobernación del condado de Aragón y seguramente García - que va a recibir la “potestas regia” - estaría más atento a los asuntos de Pamplona y Nájera. Es poco probable sin embargo que Gonzalo se ocupara de los negocios de Sobrarbe y Ribagorza.

Pallars y Barcelona, como Gascuña, habían constituído vasallajes que no habrían de permanecer y no estuvieron en la herencia de Sancho el Mayor

A la muerte del Rey la "potestas regia" debe ser asumida - también indivisible - por su primogénito legítimo García III Sánchez “el de Nájera” que consecuentemente debe considerársele rey de Navarra y de León y a quien también corresponde ejercer soberanía sobre los condados de Castilla, de Aragón y de Ribagorza y en Sobrarbe. Sin embargo los hijos de Sancho el Mayor, Ramiro y Fernando, se titulan algunos años después de la muerte de su padre, reyes de esos territorios y Gonzalo es conde soberano en Sobrarbe y Ribagorza.

De ahí que se haya interpretado que el rey Sancho el Mayor dividió su reino entre sus cuatro hijos. La realidad fue probablemente algo más compleja y se puede esbozar aquí algunas líneas que explicarían lo sucedido con la herencia de Sancho el Mayor.

El rey en Pamplona y Nájera, García III Sánchez “el de Nájera” (1020-1035-1054) tiene comportamientos que resultan difíciles de interpretar. Mantiene luchas armadas con sus hermanos y puede pensarse que en ellas García busca obtener reconocimiento de su “potestas regia” indivisible sobre todos los territorios que dejó su padre Sancho el Mayor. Y de algún modo sus hermanos le respetan en ello pues no hacen uso abiertamente del título de rey de Aragón o rey de Castilla hasta después de su muerte en Atapuerca en el 1054 (24).Sin embargo, el rey García no ejerció de facto soberanía y gobierno sobre los condados de Aragón y de Castilla.

La primera dificultad estriba en acordar si la indivisibilidad de la “potestas regia” de Sancho el Mayor estaba referida de forma conjunta a todos los territorios sobre los que el Rey ejerció soberanía o debía referirse unicamente al reino de Pamplona y Nájera, pero no así en lo que se refería a los condados de Aragón o de Castilla o al reino de León. Y plantear esta duda - al menos en el caso más difícil del condado de Castilla - es legítimo pues en vida del rey Sancho el Mayor, la reina Mayor mostró actitudes que indicaban se consideraba portadora de una “potestas comitis” o condal que le pertenecía a ella, en cierto modo separada de la potestas regia de su esposo el Rey. De haber sido así, ello hubiera sido novedoso en el régimen consuetudinario de las monarquías hispanas.

Y en efecto hubo algo novedoso en ello.

El problema de la sucesión se había presentado en el condado de Castilla ya en tiempos del suegro de Sancho el Mayor, el conde Sancho García (+ 1017). Acercándose éste a los 60 años de edad no tenía todavía un hijo varón (25). Según la Crónica de Nájera, el Conde reunió entonces a los infanzones de Castilla en número de unos 800 y les invitó a jurar servir como señor al representante más cercano de su linaje - de cualquier sexo que fuere - si hubiera de morir sin descendencia masculina. Poco después nacía en el año 1010 un infante - el futuro conde García Sánchez - pero cuando muere éste a manos de los Vela en León (1029) vuelve a plantearse el problema.

En Castilla había entonces descendientes directos por línea masculina del conde Fernán González (+ 970) pero nadie propuso una candidatura. El autor de la Crónica de Nájera lo refiere así: “Viendo Sancho (el Mayor), con buena dosis de ingenuidad, que no había superviviente varón, se decidió a dominar Castilla”. Dice también la Crónica que los castellanos osaron decir a Sancho el Mayor: “Mientras trates con el honor y dignidad que se merece a la reina nuestra señora y mujer vuestra, Urraca, (era como llamaba la Crónica adoña Munia o Mayor) hija de nuestro señor el conde Sancho, por causa de ella, y no por otro motivo cualquiera, te recibimos en calidad de señor, y como a señor y marido de nuestra señora te serviremos de buena voluntad”. Se ha pensado por algunos historiadores que los castellanos debieron poner también otras condiciones antes de aceptar como su Señor a Sancho el Mayor. Queriendo evitar los castellanos que el entonces débil condado de Castilla fuera absorbido por la poderosa Navarra, debía designarse en vida de doña Mayor como sucesor en el gobierno del condado a uno de sus hijos que no fuese el heredero del reino de Pamplona-Nájera. Esta era la forma en que, con el título de “régulo” habían gobernado Aragón varios infantes desde la primera mitad del siglo X y ésto era al parecer lo que probablemente deseaban los castellanos.

Hasta ese momento las mujeres no habían heredado nunca el trono en los reinos y señoríos en España. La costumbre en Asturias y León era escoger algún primo del difunto emparentado con la familia real y si alguna vez había gobernado una mujer lo había hecho en nombre de un varón seguramente de corta edad. El conde castellano Sancho García, con su concepto patrimonial del poder, había propuesto por consiguiente nuevas normas para la sucesión. El nombre femenino de “Mayor” era desde entonces aplicable a las hembras en la familia condal castellana cuando ocurría que una mujer estaba situada en primera línea de sucesión. Así lo llevó también por esa razón la condesa de Pallars, indicando que “tenía la primacía entre los hijos”. Hacia el año 1023 Sancho el Mayor propicia el cambio en el uso del nombre de su mujer, pasando de Munia a Mayor lo que indicaba una reclamación de derechos sobre Castilla si llegase a faltar el joven conde García Sánchez.

Lo referido hasta aquí puede apoyar la tesis según la cual la “potestas regia” de Sancho el Mayor no se consideró indivisible a su muerte ya que existía otra “potestas comitis” o condal detentada por la reina Mayor y que los infanzones de Castilla no hubieran aceptado se refundiera en el primogénito García, pues esta “potestas condal” había sido otorgada al rey Sancho el Mayor unicamente “por causa” de doña Munia. De modo que según lo expuesto más arriba por la Crónica de Nájera, el condado de Castilla no habría entrado en la herencia de Sancho el Mayor, habiendo sido designado sucesor en el condado de Castilla su hijo Fernando todavía en vida de su padre, como lo hubieran exigido los nobles castellanos.

Otra cuestión - conexa pero diferente - es si ello otorgaba a Fernando la pretensión de convertir el condado en reino.

Aun así quedaban dos cuestiones importantes pendientes, y serán estas dos cuestiones las que estarán en la base del enfrentameinto fatal que a la muerte de Sancho el Mayor ocurrirá entre los hermanos García y Fernando.

La primera de ellas - muy principal y determinante - era la pretensión de Fernando de reintegrar al condado de Castilla los territorios de la Bureba y la Vétula Castilla. Territorios que su padre Sancho el Mayor había anexionado al reino navarro cuando siendo “protector” del joven conde de Castilla, inmovilizó al rey Alfonso V de León en ocasión de los pactos que el rey navarro hizo con él al tiempo del matrimonio de éste con Urraca su hermana. Los territorios riojanos de Nájera también habían sido extendidos hasta muy cerca de Burgos quedando establecida la frontera del condado de Castilla y del reino de Navarra entre Atapuerca y Burgos (26). Pero Fernando no reclamó para su condado este último territorio citado que siguió formando parte del reino navarro hasta el año 1076 en que ocurre el regicidio-fratricidio de Peñalén. Tampoco se planteaba el problema en el condado leonés de Álava que quedaba en la herencia de García. El problema se circunscribía a la Vieja Castilla de las Merindades y la Bureba, en donde Sancho el Mayor había ya llevado a cabo importantes repoblaciones con súbditos del condado alavés.

La segunda cuestión - que debió haber tenido menor importancia - era la pretensión de Fernando de ostentar el título de rey de Castilla a la muerte de su padre. Es cierto que Sancho el Mayor llegó a considerarse “rey de Castilla” como se ha expuesto anteriormente y ésto puede reforzar la tesis de quienes sostienen una “potestas regia” cuya indivisibilidad debía comprender unitariamente a Navarra y a Castilla, juntas bajo el mismo rey. Pero debe tenerse en cuenta que cuando Sancho el Mayor se titula “rey de Castilla” lo hace para colmar una vieja aspiración castellana que hubiera ocurrido con toda probabilidad si el matrimonio entre el joven conde García Sanchez y Sancha de León no hubiera sido frustrado con el asesinato de los Vela. Ningún acontecimiento en Castilla o en Navarra permite suponer que Sancho el Mayor pretendió unir de forma “real” las dos coronas. Convenía a su política de descentralización en Castilla efectuar nombramientos de numerosos condes que llevarían las “tenencias” de fortalezas como había hecho en Navarra, para lo que era conveniente unirlos bajo una “corona real”. De modo que si el condado de Castilla era “asignado en sucesión” a Fernando en vida de su padre, la decisión de titularse rey o solamente conde de Castilla le correspondía, muerto Sancho el Mayor, solamente a Fernando. Con el beneplácito por supuesto - que lo tendría asegurado por querido desde antaño - de su pueblo y los infanzones. Como conde soberano que era - gracias a que su padre había conseguido independizarlo del reino de León - estos serían sus argumentos ante su hermano García para ostentar el título de rey.

En cualquier caso, consideramos secundaria esta cuestión de la titulación de Fernando como rey puesto que el mismo García lo había admitido de hecho (27) y no debe olvidarse que desde la batalla de Tamarón (1037) en que muere el rey Bermudo III, Fernando ya se titula “rey” aunque lo hace “en Burgos y León”, no en Castilla. Puesto que su madre la reina Mayor - la condesa de Castilla - no muere hasta el año 1067 hubiera sido imposible que Fernando se proclamara “rey de Castilla” en vida de su madre la Condesa, incluso después de haber muerto su hermano García en el año 1054.

Otra cosa sería la importancia que García pudo haber otorgado a que su hermano Fernando le rindiera vasallaje por su condado de Castilla, lo que éste se habría negado - probablemente con la excusa de que verdaderamente la condesa era su madre Mayor - a sabiendas de que éste era un requerimiento arbitrario de su hermano García que no tenía en cuenta ni la realidad del momento, ni la contrariedad que ello ocasionaría a los infanzones castellanos, ni la vieja aspiración de independencia del condado. Y esta negativa de Fernando a rendir vasallaje a su hermano pudo haber colmado la paciencia del hermano primogénito cuando decidió atacar a Fernando en Atapuerca.

 

2.2 Navarra ayuda en la unión de Castilla y León

 

Tras la muerte de Sancho el Mayor el año 1035 surgen los primeros conflictos armados en la frontera occidental del condado de Castilla que ha quedado en manos de su hijo Fernando. El rey Bermudo III ha vuelto a hacerse con el poder en el reino de León y ha ocupado la rica llanura conflictiva situada entre los ríos Cea y Pisuerga. Habiendo también tomado la capital León, puso la frontera en la situación que se encontraba anteriormente a los acuerdos del año 1032. Los notarios de Cea y de Sahagún vuelven a calendar sus escritura con el nombre de Bermudo recordándonos así que “el príncipe de los gallegos” ya reina otra vez en León (28). E incluso se habría posesionado probablemente de plazas tradicionalmente en territorio del condado castellano.

A las disensiones tradicionales entre León y Castilla por estos territorios Fernando añade un nuevo agravio pues Bermudo había entregado esas tierras en disputa como dote de su hermana Sancha, esposa de Fernando. Por lo tanto la alegación de Bermudo en el sentido de que los acuerdos del 1032 le habían sido impuestos por la fuerza de las armas no era ahora suficiente. Había además una cuestión de dote. El 1 de julio del año 1037 ya ha tomado Fernando la decisión de romper definitivamente con su cuñado Bermudo y dirimir el asunto por las armas (29). Consciente de que el condado de Castilla ha quedado reducido a un pequeño territorio desde que su padre incorporara a Navarra toda la Bureba y la Vétula Castilla, solicita ayuda a su hermano mayor García - rey en Pamplona y Nájera - quien se la proporciona no sin antes obtener como contrapartida ampliar el territorio navarro por el lado oriental de sus fronteras de la Bureba(30). Es muy probable que la decisión se hubiera tomado en el pequeño pueblo alavés de Audicanajunto al río Zadorra en donde se habían reunido el 13 de marzo del año 1037 durante los carnavales (“carnestolendas”) los hermanos García, Fernando, Ramiro y posiblemente también Gonzalo. Por una donación que efectúa Ramiro en esa fecha y lugar el notario escribe “reinando Fernando en León” lo que no constaba anteriormente en ningún documento, lo cual ha hecho pensar que fue en esa ocasión de Audicana cuando se decidió entre todos los hermanos privar a Bermudo del reino de León en favor de Fernando “quando rege fuit in Audicanicu”, por su mujer Sancha (31).

El 1 de septiembre de 1037 los dos ejércitos capitaneados por sus reyes se encuentran en Tamarón a unos 25 kilómetros al sudeste de Burgos, hasta donde había penetrado el ejército de Bermudo ofensivamente. La Crónica Silense narra así lo sucedido:

“Fernando y su hermano García, congregando las haces
de los más fuertes guerreros, al avanzar contra el enemigo,
se encuentran a Vermudo con los suyos que habían
atravesado la frontera de los cántabros.
Ya los dos ejércitos se miraban mutuamente con sus armas deslumbrantes
cuando Vermudo,
lleno de audacia y osadía,
clava el aguijón de la espuela a su famoso caballo Pelagiolo,
y, ansioso de lucha,
parte con rápida carrera, tensa la lanza,
entre las apretadas haces del enemigo;
pero la muerte acerba, a quien ningún mortal puede vencer,
le echa por tierra en aquel impetuoso galopar,
mientras el feroz García y Fernando arrecian en la lucha,
cayendo en torno a él siete de sus fuertes guerreros”

El apoyo de García fue definitivo para que Fernando lograra la victoria en Tamarón sobre Bermudo que, muerto en la batalla, dejaba como única heredera a su hermana Sancha, la condesa de Castilla, esposa de Fernando (32). García hubiera esperado por su ayuda obtener para Navarra todo el condado de Castilla ya que el prestigioso y extenso reino de León y Asturias quedaba ahora gracias a él en manos de su hermano Fernando. Y de la negativa siempre rotunda de Fernando de cederle Castilla vino seguramente el malhumorado carácter de García contra Fernando que acabaría enfrentando a ambos hermanos en Atapuerca en el año 1054.

No obstante, como se ha visto más arriba, en esta ocasión García extendió su frontera de la Bureba desde la línea Briviesca-Oña hacia el este hasta llegar al valle del río Urbel y hasta las puertas de Burgos. Y por el norte marítimo la extendió desde el río Nervión hasta pasado Santander con lo que su puerto quedaba con Navarra. Hasta entonces los documentos navarros mencionaban que García mandaba en Oca y en la Bureba pero desde Tamarón empiezan a mencionar Monasterio, Bricia, Cudellium, Arlanzón, Castro, Arreba, Colindres y Mijangos. Se puede desde ahora leer que el rey García imperaba en Castilla la Vieja - o simplemente Castilla - y su hermano Fernando rey en Burgos y León.

No obstante la victoria de Tamarón, los condes leoneses resistieron y el conde Fernán Laínez, cerrando las puertas de León, ejerció autoridad independiente del conde Fernando de Castilla, ahora rey de León por su esposa Sancha. Lo cual no pareció preocupar al Conde pues no sería hasta el 22 de junio del siguiente año 1038 que se coronaría en la ciudad de León con el tradicional rito mozárabe previo de la consagración. El conde Laínez había conseguido hábilmente negociar la entrada del Rey en León pero no por su derecho de conquista sino por el hereditario de su esposa Sancha, consiguiendo Laínez en la negociación el derecho perpétuo a la gobernación de la capital con derecho de transmisión a su hijo.

Desde entonces, incluso los documentos emitidos a partir de la coronación de Fernando por los notarios aragoneses reconocen la dignidad imperial de Fernando. Decía Ramiro: "Reinando yo en Aragon y Sobrarbe; mi hermano García en Pamploan, y el emperador Fernando en León y en Castilla”.


2.3 el condado de Aragón aspira a convertirse en reino

Cuando el rey Sancho el Mayor conoció a Munia de Castilla, aquél ya tenía un hijo - “nacido de suelto y suelta” - a quien había dado el nombre de Ramiro y a quien siempre distinguió con especial cariño. Sería en la época en que Sancho el Mayor pasó largas épocas en el monasterio de Leyre cuando conoció a una señora noble de Aibar llamada Sancha que fue la madre de Ramiro (33). Hasta el nacimiento del primogénito legítimo García, llevará Ramiro el título de “regulus” (34). Cuando el primogénito legítimo García comienza a aparecer en los documentos confirmando los actos con su nombre “Garsea Regulus”, la mención que se hace de Ramiro es ahora “Ranimirus frater ejus”. También se encuentra la mención “Ranimirus alius frater” que ha hecho pensar que existió otro hijo Ramiro de Sancho el Mayor que pudo haber muerto prematuramente.

Nunca se habían entendido bien los hijos de Sancho el Mayor, Ramiro y García. El obispo de Tuy es el primero que refiere las desavenencias entre ellos tras la muerte de su padre y hace de ello responsable a Ramiro. Cuando García vuelve de su peregrinación a Roma en el mes de diciembre del mismo año 1035 de la muerte de su padre el rey Sancho el Mayor, sufre “asechanzas” de su hermano Ramiro, aliado con los reyezuelos moros de Zaragoza, Huesca y Tudela. Con ellos acampa hostilmente cerca de Tafalla sin que los pamploneses comprendieran ni el motivo ni sus intenciones. García - “el guerrero más fuerte entre los guerreros“ según el Silense - y sus bien entrenados y dispuestos “tenentes” que por entonces eran temidos de todos por su arrojo y lealtad a sus reyes, atacan repentinamente y por sorpresa el campamento de Ramiro en Tafalla cuando no eran esperados y hacen huir a todos abandonando sus armas y los bagages. Dice el obispo Lucas de Tuy que “el mismo Ramiro habría muerto aquel día si no hubiera decidido escapar descalzo sobre un caballo sin freno ni espuelas”. El obispo sitúa esta “asechanza” en el año 1036 pero parece haber unanimidad en que ocurrió en el 1043-1044. Fue en esta ocasión cuando el señor de Ororbia, seguramente tenente en Funes, Sancho Fortún, pudo hacerse con el caballo de Ramiro que regaló a su rey García.

Ante esta vergonzosa derrota, Ramiro habría comprendido desde entonces la necesidad de estar en buenos términos con su poderoso hermano el rey García ya que pocos meses después del descalabro de Tafalla se presenta, el 2 de noviembre del año 1044, con su hermano Fernando en Nájera. Asesorados por los magnates y los obispos, los tres hermanos debieron llegar a una concordia formando el propósito de olvidar sus viejos recelos y rivalidades y juntos dirigir sus ambiciones contra los reinos moros que ofrecían un campo ilimitado para conseguir nuevos súbditos, botines y territorios. Al año siguiente García lanza la campaña de Calahorra quedando desde entonces esta importante ciudad definitivamente en el campo cristiano del reino de Pamplona y Nájera.

Ramiro seguía rigiendo los territorios del condado de Aragón que le había asignado en vida su padre el rey Sancho el Mayor, aunque sometido a la soberanía o “potestas regia” indivisible de su hermano García. El núcleo original del condado en el siglo IX pudo haber tenido unos 600 kilómetros cuadrados, pero Sancho el Mayor lo había convertido en unos 4.000 al añadir la Onsella, Bailo, Tena, la cuenca izquierda del río Gállego y la zona de fortificaciones creada por los “tenentes” de Pamplona que constituía la frontera protectora, Uncastillo, Luesia, Sierracastilla, Agüero, Carcavilla, Nocito y Secorún. Este será el territorio sobre el cual el viejo condado será convertirdo en el nuevo reino por Ramiro I y su hijo Sancho I Ramírez.

Precisaba para ello Ramiro cortar el vínculo de dependencia jerárquica que lo unía a la rama primogénita-legítima de su padre Sancho el Mayor. Consigue en primer lugar quedarse con todas las plazas enclavadas dentro de este territorio que no las tenía asignadas - Loarre, Bailo, Ruesta, Petilla, Sos e incluso Sobrarbe y Ribagorza de manera definitiva a la muerte en el 1038 de su hermano Gonzalo (35) - incluso Sangüesa en negociación con su sobrino Sancho IV “el de Peñalén” tras la batalla de Atapuerca. Pero sigue considerando que regenta todos estos territorios y plazas no como “rey de Aragón” sino “quasi pro rege” en “bailía de Dios y de sus santos” y no “por la gracia de Dios” sino “en servicio de Dios”. Es Ramiro consciente de que en doctrina jurídica y práctica feudal de la época, una ruptura unilateral del vínculo de fidelidad a la rama legítima-primogénita podía acarrearle la pérdida de la gobernación del condado, lo que costaría poco esfuerzo a los “tenentes” navarros llevar a efecto y Ramiro lo sabe bien. Y quizá por ello y para garantizarse un vínculo aún superior, va concibiendo Ramiro la idea de crear una especial relación de sumisión al Sumo Pontífe de Roma - que su hijo logrará - obteniendo no obstante del Papa el reconocimiento de “rex Hispaniae”.

Si bien Ramiro I había tenido éxito en anexionar territorios navarros en negociación con Sancho IV, sus intentos para ensanchar su reino a costa de la taifa de Zaragoza no le habían dado gran resultado pues el poderoso Al-Muqtadir conseguía el apoyo de las tropas castellanas en virtud de las “parias” que Zaragoza pagaba al rey Fernando para tener su protección. Y murió Ramiro en el año 1063 precísamente en el intento de tomar Graus a los moros que estaban ayudados por el infante Sancho de Castilla.

Antes del regicidio de Sancho IV de Navarra en el año 1076, Sancho I Ramírez ya había visto cómo su padre Ramiro había ido reforzando sus prerrogativas desprendiéndose hábilmente del vasalle debido a Pamplona-Nájera. Había casado con Ermesinda Gisberga de Foix-Bigorre hermana de la reina Estefanía de Navarra lo que facilitaba el diálogo con Nájera y evitaba fricciones en su cauta búsqueda de reafirmación e independencia. Después de la muerte de su hermano García el año 1054 en Atapuerca a manos de su hermano Fernando, su sobrino Sancho IV veía en Aragón un condado ya a todos los efectos independiente. Será tras el fratricidio-regicidio de Peñalén cuando Sancho Ramírez pueda titularse “rey por la gracia de Dios de aragoneses y pamploneses” pues la corona de Aragón se iba a hacer cargo de la de Pamplona y Nájera durante 58 años.


2.4 el desenlace de Atapuerca

Los hermanos García y Fernando no se habían visto desde la solemne inauguración, el 12 de diciembre de 1052, de la basílica y monasterio que el rey García había levantado en Nájera. Según los escritos del monje de Silos - que no siempre son imparciales - García padecía celos por las conquistas de sus hermanos. A pesar de su ímpetu guerrero, su única conquista había sido Calahorra en el 1045, mientras que Ramiro prácticamente sin esfuerzo había más que duplicado su territorio en muy poco tiempo. Fernando entretanto extendía sin cesar el suyo a costa de los moros.

Refieren algunas crónicas que García, en ocasión de una visita que le rindió su hermano Fernando a Nájera cuando García padeció una grave enfermedad, intentó éste atentar contra la vida de su hermano. Y que luego, arrepentido o para disimular su frustrado crimen, vino a Burgos a verle. Fernando lleno de ira y rencor al ver a su hermano lo cargó de cadenas y lo encerró en una torre de Cea de donde pudo escapar pronto y volver a Nájera. Esta afrenta y otros hechos pudieron explicar la guerra que García planteó en el año 1054 a Fernando en Atapuerca - “tres leguas al oeste de Burgos” - muy cerca de la frontera entre el reino de Pamplona y Najéra y el condado de Castilla. Pero el fondo del conflicto seguía siendo la pretensión que mantenía García desde la batalla de Tamarón contra Bermudo III (1037) de recibir en compensación por su ayuda a Fernando todo el condado de Castilla en vez de unos pocos territorios en la frontera oriental de Oña y del río Nervión.

Fue Fernando el que con tropas castellanas y leonesas atravesó la frontera y entró en territorio navarro para salir al encuentro del ejército de su hermano García. Durante la batalla el rey García fue muerto por un señor navarro, a creer los Anales Compostelanos, por Sancho Fortún (36): “En la era MLXXXXII, el primer día de septiembre fue matado el rey García, luchando con su hermano el rey Fernando en Atapuerca, por un caballero suyo, llamado Sancho Fortún, a quien había injuriado en su mujer” (37). Sancho Fortún debió también perecer en la batalla y el viejo “ayo” del rey, Fortuño Sánchez, no quiso sobrevivir la tragedia arrojándose en busca de la muerte entre las mesnadas enemigas.

Todo queda ahora solventado. Fernando victorioso, pudo haber ido sobre el reino de su hermano García y tomarlo por derecho de conquista. Pero no lo hizo. En el campo de batalla, ante el rey García muerto, reconoció Fernando a su sobrino adolescente Sancho - Sancho IV Garcés - rey de los reinos de Pamplona y Nájera de su padre García, con la excepción de la Bureba y la Vétula Castilla. Su sobrino, el nuevo rey en Pamplona y en Nájera, aceptó allí mismo estos términos - que no se ejecutaron de inmediato - y fue proclamado rey. “En este año fue muerto el rey don García en Atapuerca, el día de las calendas de septiembre, y allí mismo fue levantado por rey de Pamplona su hijo Sancho”, refiere el padre Moret de una donación que hizo el conde Ramiro de Aragón al presbítero Jimeno.

A partir de entonces Fernando utiliza abiertamente el título de “rey de Castilla” - aun cuando vivía su madre la condesa Mayor de Castilla (+ 1067) - lo que en vida de su hermano García no lo había hecho abiertamente sino principalmente en la calendación de algunas escrituras y otros actos y documentos (38). Será conocido como Fernando I “el Magno”, rey de Castilla, hasta su muerte en el año 1065.

Navarra no perdió entonces los territorios en donde se libró la batalla de Atapuerca y que habían sido tomados por Sancho el Mayor al condado de Castilla. Dejó de ser territorio navarro unicamente la parte norte de la Bureba, toda la Vieja Castilla y las Asturias de Santander, volviendo la frontera a la ría del Nervión en el actual Bilbao. La guerra continuaba, no con carácter general sino en forma de enfrentamientos fronterizos, entre los tenentes y magnates al márgen de los entendimientos entre los reyes. También perdió Navarra algunas plazas que estaban situadas y aisladas en el interior del condado de Castilla. El abad Íñigo de Oña, muy amigo del rey García, se hace ahora castellano. El retroceso de Navarra más al sur de Oña fue más lento, seguramente por las buenas artes y la resistencia que opusieron los hijos de Munio González, Munio Muñoz en Álava y Tello Muñoz en Término - luego Santa Gadea del Cid -, o Sancho Fortún que todavía estaba al servicio del rey Sancho IV y defendía el paso de Pancorvo. Sin embargo el padre del Cid, Diego Laínez, despachó enseguida a los navarros de los valles de Urbel y el Urbiena. Sigue Briviesca todavía en poder de los navarros en vida de Sancho IV.

Entre los años 1058 y 1062 los navarros son expulsados completamente de la Bureba - probablemente con la excepción de Oña que se mantiene hasta el año 1068y también el control del desfiladero de Pancorvo - y el rey Fernando hace acercamientos a los monjes de San Millán haciéndoles donaciones, algo tradicional por los condes de Castilla desde el conde Fernán González y que anunciaba así su interés por ejercer soberanía en la zona.

Poco despues muere el rey Fernando I de Castilla en el año 1065 heredándole su primogénito Sancho II.

Desde Atapuerca será ya irreversible el rumbo separado que tomarán durante más de cuatro siglos los reinos de Castilla, Navarra y Aragón, aunque los reinos de Aragón y Navarra vivirán todavía juntos un período de 58 años (1076-1134) bajo los soberanos de Aragón como se expone más adelante. El auge e influencia de Navarra en la formación de España será desde ahora considerablemente menor. Corresponderá a los reinos de Aragón y de Castilla la iniciativa en la Reconquista y en la reforma religiosa y no cesarán los intentos de ambos reinos para, ante cualquier situación de debilidad o dificultad dinástica, hacerse con la corona de Navarra.

Las alianzas matrimoniales que Navarra sellará en Francia en los siglos XIII, XIV y XV le servirán de defensa para mantener alejadas las pretensiones de Aragón y Castilla.

 

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3 el final de la Corte de Nájera y el fratricidio de Peñalén

3.1 García III “el de Nájera”
3.2 los tres Sanchos
3.3 el regicidio de Peñalén

 

3.1 García III “el de Nájera”

Los cerca de 20 años de reinado del primogénito legítimo García están marcados por su incapacidad para mantener a sus hermanos - “la familia regis” - cohesionados alrededor de la “potestas regia” que le había sido transmitida por su padre Sancho “el Mayor”. La Corte de Nájera es el centro familiar y García pone entusiasmo en la construcción de la iglesia de Santa María la Real que causará admiración y la hospedería de peregrinos, pero no impedirá que sus hermanos busquen cortar los lazos de dependencia con el primogénito hasta llegar a constituir los reinos independientes de Aragón y de Castilla.

La expansión del reino de García a costa de los musulmanes se limitó practicamente a la conquista de Calahorra en el año 1045, mientras que sus hermanos conseguían apoderarse de vastos territorios. Se ha visto antes cómo García presta una ayuda decisiva a su hermano Fernando en la batalla de Tamarón cerca de Burgos cuando se enfrenta en 1037 a su cuñado Bermudo III de León y cómo en contrapartida amplía su reino a costa del condado de Castilla hasta incluir lugares tan alejados como Santander. Pero no consigue como pretendía la totalidad de los territorios del Condado, lo que pudo haber larvado la enemistad que fue creando hacia su hermano y que lo llevó a enfrentarse con él en Atapuerca.

Las “acechanzas” con que provocaba Ramiro a su hermano García, poco tiempo después de la muerte de su padre, habrían terminado con una buena relación duradera reforzada por el hecho de haber casado ambos con dos nietas del importante conde pirenaico Roger de Foix-Bigorre, conde también de Carcassonne, Couserans y Comminges. García consiente que Ramiro tome Sobrarbe y Ribagorza a la muerte en el 1038 de su hermano Gonzalo y cede bajo su autoridad algunas plazas que el rey navarro tenía en enclaves dentro de Aragón como Loarre y otras, incluso en la zona fronteriza entre Aibar y Sangüesa, en el Vadoluengo.

García no parece haber estado motivado por la renovación monacal que de forma tan transcendental había iniciado su padre en San Juan de la Peña y tampoco otorgó al monasterio de San Millán de la Cogolla el mismo apoyo, siendo hacia Santa María la Real de Nájera a donde fue su dedicación (39), fundación en donde no aplicó la reforma cluniacense. El camino de Santiago traía cada vez más peregrinos, muchos de los cuales se asentabam definitivamente en las fértiles tierras del valle del Ebro, lo que García facilitó construyendo un puente no lejos de Obanos y que seguramente por el apoyo que el proyecto había tenido de la reina Estefanía, daría lugar al nombre “Puente de la Reina”.

El enfrentamiento entre García y su hermano Fernando resultará en la muerte de aquel en la batalla de Atapuerca, el año 1054. El propio Fernando con su sobrino Sancho llevaron el cadáver del Rey a enterrar a Nájera en donde se contemplan hoy día los enterramientos de reyes navarros que engrandeció el emperardor Carlos V en el siglo XVI y que constituyen un venerable patrimonio artístico de la corona de Navarra.

La hegemonía de Navarra, que había comenzado a prepararse desde el año 905 con la llegada a Navarra de la llamada dinastía “Jimena” y que había llegado a su cenit con Sancho III “el Mayor”, ha terminado en Atapuerca y será Castilla y Aragón los reinos que tomarán desde entonces el relevo, ambicionando sus reyes en repetidas ocasiones ocupar también el trono navarro.


3.2 los tres Sanchos

Los tres primogénitos de Ramiro, García y Fernando, hijos de Sancho III el Mayor, se llaman Sancho y se enfrentarán entre ellos.

La historia los conoce como “los tres Sanchos”:

Sancho II de Castilla había calificado de claudicación el pacto que suscribió su padre Fernando con su primo el adoleste Sancho IV de Navarra en el campo de batalla de Atapuerca (1054). Habiendo heredado su hermano Alfonso el reino de León, Sancho tenía solamente Castilla y quiso ampliar su reino. Pocas semanas después de la muerte de su padre, el rey Fernando I (1065), marcha contra Sancho de Navarra a quien ayuda su primo Sancho I Ramírez de Aragón, quien también ha perdido a su padre Ramiro I en el año 1063. Busca el castellano con esta acción recuperar la plaza estratégica de Pancorvo, el territorio de la Rioja - sueño secular del condado de Castilla - y hacerse con la influencia sobre el rey moro de Zaragoza, con quien los tres Sanchos mantienen una extensa línea fronteriza.

El Cid Campeador se encuentra luchando junto al castellano y consigue hacerse con una buena parte del territorio riojano de Sancho de Navarra. Entraba después en Zaragoza sojuzgándola. El último tenente navarro Jimeno Fortún debe también abandonar el estratégico desfiladero de Pancorvo. El 18 de enero del año 1067 Sancho II de Castilla se encuentra en el monasterio de San Millán con sus hermanas Urraca de Zamora y Elvira de Toro. Finalmente es frenado en el “Campo de La Verdad” de Viana por el ejército aragonés de Sancho Ramírez. Pero en la paz que entonces conciertan los tres Sanchos, el de Castilla consigue restablecer la frontera con Rioja donde se había acordado en 1016 entre el conde Sancho García y su yerno Sancho III el Mayor de Navarra. Belorado, Atapuerca, Pancorvo, Grañón, Pazuengos y Cerezo entre otros, pasan entoces a ser castellanos. Navarra queda solamente con los territorios riojanos conquistados por Sancho I Garcés a principios del siglo X y los de la zona de Calahorra conquistados en el año 1045 por el rey García “el de Nájera”.

En su afán de conquistas Sancho II de Castilla muere el año 1072 en la traición de Vellido Dolfos en el asedio de Zamora, sucediéndole su hermano Alfonso VI “el Bravo” que había heredado el reino de León y ahora lo unirá al de Castilla. Reinicia Alfonso la guerra con los navarros en el año 1074. San Millán de la Cogolla oscilará constantemente entre Castilla y Navarra pero el fratricidio de Sancho IV de Navarra el 4 de junio del año 1076 en Peñalén pone fin a la contienda y desata las ambiciones de los reyes vecinos.


3.3 el regicio de Peñalén

Sancho IV había acompañado a su padre García III Sánchez “el de Nájera” en la batalla de Atapuerca y en el mismo campo de batalla, ante su padre muerto, fue proclamado rey del trono en Pamplona y Nájera. Es reconocido como tal por su tío Fernando - que abiertamente ostentará desde entonces el título de rey de Castilla - pero saliendo victoriso de la batalla impone a su sobrino la condición de abandonar su dominio sobre los territorios de la Bureba y de la Vétula Castilla que entre su abuelo Sancho el Mayor y luego su padre García habían sustraído al Condado.

Sancho IV presidirá la pérdida gradual de numerosas “tenencias” primero en la Vieja Castilla y luego progresivamente en la Bureba hasta la pérdida final de Oña el año 1068. Luego, como se ha apuntado antes, pierde otros territorios en la guera de los “tres Sanchos” a la vez que con habilidad y diplomacia su tío Ramiro obtiene el dominio de varias tenencias y territorios tanto en los territorios de Vadoluengo por Sangüesa como en enclaves - Loarre y otros - que Sancho el Mayor había asignado en dominio directo a su primogénito legítimo García.

Sancho IV de Navarra había tenido entendimientos y también conflictos con el rey Al-Muqtadir de la importante taifa de Zaragoza y habría conseguido otorgar su protección al rey moro, con las consabidas contraprestaciones dinerarias, en detrimento del mismo objetivo buscado por el rey castellano.

Un día de caza, el 4 de junio del año 1076, en los cortados del poblado de Peñalén - entre el último lugar del reino navarro Funes y la frontera del rey moro Al-Muqtadir de Zaragoza, donde se juntan los ríos Arga y Aragón - Ramón y Ermesinda arrojan a su hermano el rey Sancho IV al vacío muriendo en la caída. Ramón se refugia con el rey moro, probablemente en el castillo de la peña de Milagro, apenas distante menos de una legua del lugar del regicidio, y Ermesinda lo hace en la corte de Alfonso VI de Castilla.

El rey Sancho IV había dejado dos hijos de muy corta edad, los infantes Sancho y García y los navarros hubieran buscado al Señor de Calahorra don Ramiro, hermano del rey despeñado, que gozaba de prestigio en el reino, pero los acontecimientos le impidieron asumir el trono.

Este violento final tuvo consecuencias trascendentales para el reino navarro.

La rápida presencia del ejército castellano de Alfonso VI en las fronteras de Navarra y la protección que otorgó a la fratricida Ermesinda han hecho pensar que el rey castellano pudiera haber sido cómplice al menos de entendimiento o incitación para hacerse con el reino navarro, aprovechando la minoría de edad de los infantes. El rey aragonés Sancho Ramírez conduce también sus tropas hacia Pamplona por Ujué. Ante la presión de ambos reinos, Castilla y Aragón, los grupos nobiliarios navarros se habrían dividido en sus lealtades, los linajes de Vizcaya y Álava apoyando las pretensiones castellanas (40) y los pamploneses las del rey aragonés.

Las tierras del antiguo reyno de los pamploneses se ponen bajo la autoridad de Sancho Ramírez de Aragón, que desde entonces usará abiertamente el título de “rex” de los pamploneses y de los aragoneses. Estos territorios serán conocidos en el reino de Castilla como el “condado de Navarra” que en el año 1087 Alfonso VI los reconoce legitimados bajo la autoridad del rey de Aragón y por los que recibe vasallaje como primogénito de la línea legítima. En cambio, el condado de Álava, los señoríos de Vizcaya y Guipúzcoa, los territorios riojanos conquistados por Sancho I Garcés a los Banu Qasi a principios del siglo X y la zona de Calahorra conquistada en el año 1045 por García“el de Nájera” al rey moro de Zaragoza, se ponen bajo la autoridad de Alfonso VI de Castilla.

Los historiadores no han llegado a aclarar el motivo que movió al fratricido del rey navarro. Es posible que sus relaciones con el rey moro de Zaragoza pudieran estar en el origen remoto de alguna discordia de Navarra con Aragón y Castilla.

En el año 1046 Ahmad Abu Ja’far ibn Sulayman ibn Hud había sucedido en el trono de la taifa de Zaragoza a su padre Sulayman ibn Hud, el fundador de la dinastía de los “Hudíes”. Zaragoza se convierte bajo su reinado en la segunda ciudad más importante de Al-Andalus, después de Sevilla. Había reunido otra vez los territorios que su padre había repartido a sus hermanos a quienes desposeyó. Reunió así los reinos de Tortosa, Denia, Valencia y Lérida.

En el año 1063, con ayuda de tropas castellanas, vino a socorrer Graus que estaba sitiada por Ramiro I de Aragón siendo éste derrotado y muerto. En 1064 perdió la importante plaza de Barbastro que luego recuperó construyendo después el palacio de la Aljafería en Zaragoza. Tras sus victorias recibió el nombre de “Al-Muqtadir billah”, “el victorioso por Dios”. Contrató a menudo tropas mercenarias cristianas, de las que son famosas las del Cid Campeador.

Para contener el avance de aragoneses y navarros se convirtió en tributario del rey Sancho II de Castilla tras el asedio de éste a Zaragoza en el año 1067. Tras el asesinato del rey castellano Sancho II en el sitio de Zamora (1072) y como táctica para dividir a los reyes cristianos, Al-Muqtadir se hizo tributario del rey Sancho IV de Navarra intentando así enemistarlo con Sancho I Ramírez de Aragón y Alfonso VI de Castilla. Y de esta peligrosa relación con el rey moro piensan algunos historiadores que el rey de Castilla hubiera podido estar detrás de una trama para eliminar al rey navarro.

 

 

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