
2 hilando las claves
El padre del walí nombrado por Córdoba - Mutarrif ibn Musá asesinado en Pamplona en el 799 - era Musá ibn Fortún que
también había sido asesinado en Zaragoza el año 789, diez años antes
del levantamiento de los pamploneses. La viuda de Musá ibn Fortun,
seguramente conocida en Pamplona como Onneca,
se encontraría en seguridad en Pamplona bajo la protección de su hijo
el walí Mutarrif ibn Musá. Y por su nuevo casamiento con el cristiano Íñigo Jiménez, los lazos familiares entre los Banu Qasi y los Iñigos se habrían reforzado ( 6).
El
asesinato de Mutarrif ibn Musá, posiblemente a manos de la facción francófila de
Pamplona, habría provocado la venganza de la sangre Banu Qasi, algo
fuertemente enraizado en la tradición visigótica de sus antepasados.
Venganza que habrían llevado a cabo con la ayuda del vascón Íñigo
Jiménez, su aliado y padrastro del walí asesinado. Apoyado por los Banu
Qasi, Iñigo Jiménez pudo haberse alzado con el señorío de Pamplona
durante el período comprendido entre el 799 y el 806, año éste último
en que Pamplona vuelve a la obediencia de Carlomagno y es probablemente
regida - hasta el 816 - por el gascón Velasco en buena amistad con Alfonso II de Oviedo y con la corte Carolíngia.
La
influencia de los Íñigos en las montañas pirenaicas de los valles de
Salazar, Roncal y tierras de la vega del río Aragón y Onsella, al menos
desde el tiempo de su antepasado Ximeno el Fuerte, tomará ahora otra dimensión con la autoridad ejercida sobre los pobladores de “Pompaelo”.
Son los comienzos del nacimiento de uno de los primeros reinos de
Europa que habrá de durar más de diez siglos. Pero habrá que esperar al
año 824, como veremos más adelante, para que los Íñigos - en la persona
del hijo de la viuda de Musa ibn Musa, Íñigo Íñiguez (Arista) - puedan
considerarse, además de magnates vascones, “reyes de los pamploneses” con la aquiescencia, e incluso la conveniencia, de Córdoba y de los reyes francos
Está
brotando un nuevo reino pirenaico con la ayuda de sus amigos y
familiares los muladíes Banu Qasi del valle del Ebro que han renegado
de la religión cristiana. No participan en ello los vascongados
instalados en los territorios de las antiguas tribus cántabras. No
sería por consiguiente coherente - y no lo avalaría la historia -
pensar que en el surgir del reino de Navarra hubiera habido una
motivación de preservar una pretendida “identidad cultural vascona”
ya que de haber sido así, los vascongados de Vizcaya, Alava y Guipúzcoa
hubieran también participado en tan bella aventura de la formación del
reino navarro..
La conquista de
Tudela en el 803 es ya una empresa conjunta entre los Banu Qasi y sus
aliados y parientes los Íñigos. El doble golpe en Pamplona y Tudela
beneficia a las dos familias navarras - una cristiana, la otra muladí -
unidas ahora por la sangre y por su determinación a ayudarse mutuamente
en mantener alejados a Carlomagno en el norte y a Córdoba en el sur. La
reacción del general omeya y gobernador de la Frontera Superior - Amrús
- a la pérdida de Tudela y ver a su hijo cautivo no se hará esperar.
Consigue reconquistar Tudela y libera a su hijo Yusuf de la Roca de
Qays. Sus embates y castigos habrían sido intensos y puede suponerse
que el retorno de la obediencia de Pamplona a Carlomagno en el 806
fuese obra de Íñigo Jiménez para, con esa sumisión al emperador franco,
resistir a los constantes embates de Córdoba por su general vengativo
Amrus. No es probable que los Íñigos hubieran podido en ese caso
conservar su autoridad sobre Pamplona, sometida ahora por necesidad de
supervivencia al emperador franco. El nacimiento de la monarquía
navarra prosigue con altibajos y lentitud.

La toma de Barcelona por el hijo del emperador Carlomagno - Ludovico Pío - en el año 801 había impresionado en sobremanera a los cristianos de Hispania. Fué el momento en que se instauró la "Marca Hispánica", en verdad una "Marca" franca en España. ¿Y no estaría Carlomagno en el 806 pensando en crear en Pamplona otra "Marca" pirenaica ?.
Es probable. De no ser por la resistencia de los Iñigos con ayuda de
sus aliados familiares los Banu Qasi, el rumbo de la historia de
Navarra hubiera probablemente estado unido a Francia ya desde comienzos
del siglo IX.
Carlomagno emperador

El
levantamiento de gascones de las tierras llanas y vascones pirenaicos
en el 812, sojuzgados por Ludovico Pío, y la tregua que Carlomagno
había ya firmado en el 807 con los omeyas de Córdoba, habría
seguramente alejado a los Aristas del poder en Pamplona y los Banu Qasi
habrían vuelto a la obediencia de Córdoba. Es probable que entonces
gobernó Pamplona el gascón Velasco a quien le unía amistad con el rey
astur Alfonso II y mantenía buenas relaciones con Carlomagno.
En el año 816, fallecido Carlomagno (+ 814), cuando ocurre la rebelión
en Gascuña contra su sucesor Ludovico Pío, el general Abd al-Karim ibn
Mugaayt, enviado por Córdoba para combatir a Velasco desde hacía algún
tiempo, habría encontrado la ocasión propicia para rescatar a Pamplona
de la obediencia carolingia. Otra vez moviéndose el “péndulo navarro”
entre el afán carolingio de establecer su frontera en el Ebro y el
poder dominador de Córdoba. Y quizá, sin ser los actores conscientes de
ello, este “péndulo” estaba diseñando un nuevo Reyno.
¿O
fué más bien hacia el año 819-820 cuando Pamplona se zafa de la
obediencia carolingia aprovechando las nuevas rebeliones gasconas de Loup III Centulle
contra Berenguer de Toulouse?. Es probable que en este intento hubieran
colaborado los Banu Qasi, todavía fuertes en Tudela y por entonces
buenos aliados del que pronto será el nuevo emir de Córdoba Abderramán II,
gran conocedor de la Frontera Superior de la que anteriormente había
sido gobernador. En ese momento, esta familia cuenta ya en edad de
combatir con los hermanos Arista, Iñigo Iñiguez (Iñigo Arista) y Fortún
Iñiguez, hijos de Iñigo Jiménez el que casó con Onneca la viuda del muladí Musá ibn Fortún.
Las crónicas árabes no aportan información sobre el nombramiento de un nuevo walí
en Pamplona, lo que hace suponer que los Aristas habían vuelto a
imponer su autoridad en Pamplona, sin duda en buena armonía con Córdoba
y los Banu Qasi. Así, el alzamiento de los gascones al otro lado del
Pirineo habría también requerido de Ludovico Pío cruzar las montañas
para consolidar su autoridad en Pamplona.
Ludovico Pío envía en el año 824 a los condes Eblo y Aznar
al sur del Pirineo, siendo vencidos en la zona de Roncesvalles por
los Aristas y sus aliados y familiares, los Banu Qasi y García el Malo (7)
que había usurpado a su suegro Aznar el condado de Aragón. Aznar es
liberado seguramente por su parentesco con los vencedores, pero Eblo es
enviado como rehén a Córdoba, lo que es claro indicio de las buenas
relaciones entonces existentes entre Abderramán II de Córdoba, los Banu
Qasi y los Arista. Tras la victoria de este “segundo” Roncesvalles, la
monarquía autóctona navarra se consolida. Es probablemente su bautismo
de Reyno independiente.
Con esta
derrota franca del año 824 acaban probablemente los sueños carolingios
y marca la fecha de la verdadera consolidación de la autoridad de los
Aristas en Navarra. Iñigo Arista es entonces elegido rey de los pamploneses (8). El nuevo emir de Córdoba Abderramán II
(822-852) no parece ver con malos ojos la interposición de un nuevo
reyno entre sus dominios y sus temibles enemigos cristianos, los francos del norte,
cuya monarquía había abrazado el cristianismo ya desde el año 496.
Desde entonces, hasta nueva orden, las correrías musulmanas por el
norte se van a dirigir a “Alaba wal Qila” (Alava, entonces un puesto avanzado del reino de Asturias).
En
las líneas anteriores se ha situado en la rebelión de Pamplona del año
799 el origen primario de la monarquía navarra, aunque ésta no se consolidará hasta el año 824
en Roncesvalles. Conviene ahora retroceder en el tiempo aproximadamente
un siglo para situarnos de nuevo a principios del siglo VIII cuando
ocurre la conquista árabe y mejor comprender así los vaivenes de
Pamplona hasta el 799.
[ Anterior ] | [ Siguiente ]
|